En el trato con las enfermedades se muestra cómo las sociedades se perciben a sí mismas, cómo quieren vivir en común y cómo se localizan a sí mismas en el mundo globalizado.
Hansjörg Dilger
No hay posibilidad de éxito para gestionar esta crisis de salud mundial, la misma revela las limitaciones y contradicciones de los Estados y mercados. Los efectos ya son visibles con la pérdida de cientos de miles de vidas humanas y millones de empleos. Pero quizás podamos aminorar sus efectos. ¿Sabemos qué se hace más al sur de nuestra frontera? En México estamos muy pendientes de reportes provenientes de Alemania, Francia, Estados Unidos que sirven para ejemplificar ya sea modelos exitosos de contención del COVID-19 o modelos fallidos. Europa o Estados Unidos son la referencia para México, incluso en las emblemáticas conferencias de López-Gatell se nos cuela el colonialismo por donde menos pensamos. Pero esa es otra discusión.
Latinoamérica no deja de ser una región diversa y problemática, la actual crisis sólo evidencia las miserias subyacentes a cada sistema de gobierno. Como máximo exponente de ello tenemos a Jair Bolsonaro con su descreimiento de la enfermedad, incluso lo vimos encabezando una marcha para cerrar el congreso, que los militares tomen el control y “volver pronto a la normalidad”. También tenemos a Lenin Moreno que convirtió al Estado ecuatoriano en una máquina represiva y que tiene un sistema médico colapsado y sin capacidad de respuesta, la foto de cuerpos apilados en las calles de Guayaquil es una de las imágenes más trágicas de esta pandemia. Otros casos polémicos son Nicaragua sin cuarentena o El Salvador donde el neofascismo retoma formas viejas y las combina con estrategias de comunicación milenial (lenguajes y uso descontracturado en redes sociales) para consolidarse: el ejército tiene un control absoluto de la situación y está violando los derechos humanos de cientos de reclusos, todo con el aval de Nayib Bukele.
En este texto nos detendremos en Argentina, donde las cosas se están haciendo de manera distinta. En éste, el tercer país más poblado de la región, las cifras ascienden a 6265 contagiados y 314 muertes. Sin pretender hacer ver a los números como verdades absolutas, y siendo conscientes de factores como los sistemas de salud y la configuración poblacional, los números argentinos, incluso comparados con lugares como Holanda (38802/4711), Suiza (29407/1408), Portugal (24505/973) o Suecia (20302/24602), son alentadores (cifras al 11 mayo 2020).
El éxito de Argentina para combatir la pandemia tiene una explicación clara: decisión política. El presidente Alberto Fernández, con poco más de tres meses en el gobierno, anunció el 13 de marzo el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, no sin antes dejar muy clara la posición ideológica de cara a esta pandemia de consecuencias aún insospechadas: “Una economía que cae, siempre se levanta. Pero una vida que termina, no la levantamos más”.
Hasta la fecha han sido congruentes tanto él como los integrantes de su gobierno. También sorprende que no haya gobernador ni político, incluida la oposición, que se atreva a pensar siquiera en flexibilizar la cuarentena para no generar daños económicos. Una de las medidas a destacar es un decreto presidencial que impide los despidos de cualquier empleado durante la cuarentena. Otra política interesante está dirigida a aquellos que están por debajo del índice de pobreza, quienes recibirán un subsidio de 10 mil pesos mensuales. Otro ejemplo como parte de la contención económica: anunció que el Estado ayudará a las PyMes pagando hasta el 90% del salario de los trabajadores en empresas con menos de 100 empleados y 10 mil pesos por cada empleado en empresas con más de 100 trabajadores.
Ante la extensión de la cuarenta hasta el 10 de mayo, actualizada cada 15 días, se puso en marcha una estrategia de comunicación que ayuda a evitar la ansiedad social. Además, en las últimas dos cadenas nacionales, el presidente de propia voz explicó la situación y los números como si fuera una clase, similar a lo que hace el Subsecretario de Salud en México. Todo con el aval de expertos en la materia.
Hasta aquí dichas medidas gozan de legitimidad, incluso desde la oposición. Basta ver en las cadenas nacionales la presencia de gobernadores de todos los espectros en franca sintonía con cada anuncio y decisión tomada desde el ejecutivo. El “problema” viene cuando se tocan los intereses privados de los más ricos. Ahora se prepara una reforma para habilitar el cobro de impuestos extra a ese 1% del país, con ello se buscaría hacer sustentables varias de las políticas actuales. Otra medida polémica es una propuesta para que los presos por delitos no violentos cumplan cuarentena en prisión domiciliaria, esto debido al hacinamiento carcelario y sus consecuencias sanitarias por el virus.
La indignación selectiva de los medios sale a relucir en automático con este tipo de medidas. También cuando los empresarios “afectados” hacen un llamado a que la clase política colabore bajándose los sueldos. ¿Y qué dice la gente? En la capital porteña esta última medida tuvo bancada con un cacerolazo todos los días a las 21:30 hr para exigir esa baja de sueldos. En provincia de Buenos Aires tuvo menor repercusión. Esto responde a la lógica de que CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) es un bastión macrista por excelencia, al contrario de la provincia que es más proclive a ejercer un voto en favor del peronismo. Es decir, los medios siguen, hasta la fecha, sin marcar la agenda.
La gestión de la crisis sanitaria en Argentina no solo ha sido exitosa porque cuidó y priorizó la salud de la población, sin duda el máximo logro. También porque el gobierno actual hizo carne la máxima política: “preparación y oportunidad”. La semana pasada envió al FMI su propuesta de renegociación de la deuda, una herencia macrista que fue uno de los motores de la crisis económica argentina previa al COVID-19. Aquella contrapropuesta se creó pensando en los puntos de dolor del paradigma financiero. Sin entrar en detalles técnicos, se renegociaron tanto los intereses de la deuda como los plazos de pago. Se incluyó una quita de 3 700 millones de dólares de capital, equivalente a 5.4%, y una reducción de 37 900 MDD en intereses, igual a un recorte del 62%. Además se negoció un periodo de gracia para comenzar a pagar en tres años.
La poca repercusión mediática de las exitosas medidas que toma Argentina por el COVID-19 se debe, en parte, a que los medios de comunicación hegemónicos de la región no comulgan con esta forma de hacer política del peronismo argentino. Para muestra tenemos la amenaza al ministro de economía, Martín Guzmán, por parte de Gerardo Rodríguez, director ejecutivo de Mercados Emergentes de Blackrock.
Es arriesgado decir que Argentina saldrá de la cuarentena antes que muchos países de la región. Aún con los sobresalientes resultados se espera todavía la llegada del invierno, que en este hemisferio del mundo está a la vuelta de la esquina, y en muchos lugares, cuando la famosa curva se amesete, vuelvan a surgir nuevos brotes. La única certeza que tenemos es que, pese a Trump, Boris Johnson, Bolsonaro y el ascenso posible de otras derechas en el escenario post COVID, en Argentina se apuesta por un modelo neokeynesiano y que, de ser exitoso en la medida de sus posibilidades, será referencia de cara a este futuro incierto que nos depara.