Opinión

Revista Común

Ciudad de México, octubre de 2023

Se ha calculado que el triunfo de la Revolución Sandinista costó alrededor de 60 mil nicaragüenses muertos; 30 mil al triunfo en 1979 y otros 30 mil entre 1980 y 1990 en la lucha contra los Contras. Fueron 60 mil personas que murieron por terminar con la atroz dictadura somocista. Sin embargo, irónicamente, el derrocamiento de un dictador permitió el encumbramiento de otro, llamado Daniel Ortega, quien falsamente se asumió como un comprometido hijo de Sandino durante la lucha guerrillera del Frente Sandinista. Ahora Ortega también le ha empezado a sumar a la lista de muertos por la dictadura.

Ortega y su esposa Rosario Murillo, otra falsa sandinista, han establecido un régimen dictatorial al estilo de lo que en el siglo pasado se llamó peyorativamente una República Bananera. Mientras Ortega y su círculo cercano se han convertido en los nuevos burgueses, gracias a la corrupción con la que permiten que empresas extranjeras dominen la economía y sigan saqueando al país, la mayoría de la población vive en pobreza. De hecho, Nicaragua es una de las naciones más pobres de Latinoamérica.

Lo que se vive en Nicaragua es un régimen de terror en el cual las mínimas libertades y derechos humanos se violan cotidianamente. Por ejemplo, incluso una fiesta puede ser disuelta por la policía si se sospecha que es una reunión para atacar a la dupla dictatorial; las manifestaciones son disueltas a sangre y fuego; los opositores son encarcelados en condiciones infrahumanas; y en el menos malo de los casos (quién sabe), se les termina desterrando, suprimiendo su nacionalidad, confiscando todo bien, incluidas pensiones de vejez; y haciendo cuánto sea necesario para castigarles y callarles. Fue lo sucedido a los 300 nicaragüenses, entre ellos varios dirigentes sandinistas, que se atrevieron a oponerse y denunciar la incongruencia y descomposición de un régimen que se autonombra de izquierda y que paradójicamente surgió de una revolución popular. Es el caso de la excomandante sandinista Mónica Baltodano, exiliada en Costa Rica, quien se ha mantenido activa denunciando la terrible realidad del régimen Ortega-Murillo; como lo hizo en su gira por México en octubre del presente año.

Pero si con la dictadura de Ortega el pueblo nicaragüense ha sufrido una gran pérdida de derechos, para las mujeres nicaragüenses la pérdida ha sido aún mayor. A partir de la llegada al poder de Ortega en 2006, el gobierno ha impuesto una política retrógrada y machista de eliminación de derechos de las mujeres, como la prohibición absoluta del aborto (incluso terapéutico), el desmantelamiento de la Unidad Especializada de Delitos contra la Violencia de Género, la reducción de las penas por violación sexual, así como la disminución del tiempo de prescripción de este tipo de delitos. Y es que Ortega no sólo es un dictador, además es un depredador sexual pederasta quien violó a su propia hijastra (la hija de Murillo) cuando ésta tenía sólo 11 años. Ahora se sabe que siempre usó sus cargos de dirigente sandinista para tener acceso a mujeres adolescentes, con la complicidad de su perversa esposa Rosa Murillo, quien incluso le defendió ante las acusaciones de su hija.

Y no es que Ortega se torciera tras el triunfo de la Revolución Sandinista al llegar al poder. A su hijastra la violó en 1978, un año antes del triunfo. Ya estaba torcido, pero lo había sabido ocultar bien.

Esta deshonrosa desviación de la Revolución Sandinista que han hecho Ortega y Murillo nos indigna en extremo como feministas socialistas, comunitarias, autonomistas y de distintas corrientes de la izquierda que luchamos por un mundo más justo. Por ello, nos pronunciamos en apoyo del pueblo nicaragüense y de las y los verdaderos sandinistas, quienes mantienen la congruencia con los principios de la Revolución por la construcción de una Nicaragua socialista, de una Nicaragua justa. Desconocemos y repudiamos al dictador Daniel Ortega y a la codiciadora Rosario Murillo y a los claudicantes sandinistas, convertidos hoy en los que antes combatieron: parásitos y explotadores de su propio pueblo.

¡Fuera Ortega-Murillo de Nicaragua!

¡Justicia para las y los 300 nicaragüenses exiliadxs y desnacionalizadxs!

¡Libertad a las presas y presos políticos!

¡Por una Nicaragua verdaderamente sandinista, por una Nicaragua libre!

¡Vivan las mujeres feministas sandinistas!

¡Viva la Revolución Sandinista!

Firmas: Las Constituyentes MX Feministas; Diplomado en Estudios Feministas América Latina, UACM; Colectiva Violetas del Anáhuac STUNAM; Comuna Lencha-Trans; Feminismos Descoloniales; Feministas con Voz de Maíz; Movimiento Socialista del Poder Popular; Araceli Osorio Martínez, defensora de Derechos Humanos y madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio; Sayuri Herrera Román, abogada, luchadora social y coordinadora general de investigación de delitos y atención a víctimas Fiscalía General de Justicia de la CDMX; Revista Común.

Encuentro Feminista por Nicaragua con Mónica Baltodano. Foto: FB del Movimiento Socialista del Poder Popular.
Encuentro a partir del cual surgió la organización de este pronunciamiento.