Y la verdad de nuestra época es la Revolución. La revolución que era para los pobres no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu.

José Carlos Mariátegui, La escena contemporánea.

Estamos a casi un mes de que se clausure la exposición Redes de vanguardia: Amauta y América Latina, 1926-1930. Un trabajo de gran valía que después de haberse presentado en España y Perú llegó a México el 17 de octubre del presente año, y luego de una breve estancia en el país se llevará a Inglaterra. Este esfuerzo dimensiona de manera especial la importancia que la revista Amauta tuvo para la región latinoamericana. Además del reconocimiento a las curadoras Natalia Majluf y Bervely Adams, hay que mencionar el trabajo de José-Carlos Mariátegui y Ana Torres, que han estado trabajando la digitalización y la socialización libre del Archivo José Carlos Mariátegui, el cual ha proporcionado mucho del material que se expone en esta muestra.

La revista Amauta, publicación impulsada por el intelectual peruano José Carlos Mariátegui [1], entre 1926 y 1930, fue uno de los principales núcleos de la difusión y desarrollo del arte vanguardista en América Latina y el Caribe. Desde sus páginas se propició una reflexión sobre las relaciones del arte y la política así como la concepción de una estética acorde con la efervescencia revolucionaria de la década de los veinte del siglo precedente. Esta nueva estética tenía un tono militante adquirido por el avance del socialismo como teoría y opción política que se puede apreciar en la exposición que hoy alberga el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. La exposición se enfoca de manera principal en las escenas y debates de vanguardia de Argentina, México y Perú, pero también deja ver los alcances que el trabajo de Mariátegui tuvo para expandir redes intelectuales en Europa.  

El sentido vanguardista que se proyectó a través de Amauta estuvo cruzado por una política socialista y su traducción a la tradición indígena de la región latinoamericana. La centralidad del indigenismo en la pintura se puede observar en la importancia que adquirió un personaje como José Sabogal, quien le dio una identidad al proyecto mariáteguiano el cual en un principio tenía en mente el trabajo que estaba haciendo la revista Clarté en Francia [2]. Sabogal fue quien se encargó principalmente de ilustrar las portadas de la revista e incluso se sabe que también fue quien propuso el nombre de Amauta. Pero también esa impronta indigenista que trataba de ligar la tradición amerindia al ámbito de la construcción nacional se puede ver en la atención que Amauta puso al trabajo de Diego Rivera y  a las Escuelas de Pintura al Aire Libre fomentadas por Alfredo Ramos Martínez en México. Mariátegui también plasmó esta cuestión del nacionalismo en clave socialista en el periódico que editó durante ese periodo, titulado Labor, donde se le otorgó un gran espacio al muralismo mexicano. En ambas publicaciones Mariátegui propuso un boletín de denuncia de las luchas indígenas del momento, así se proyectaron los boletines Gamonal y Ayllu, que acompañaban a Amauta y Labor, respectivamente. 

Un punto que vale la pena resaltar de la exposición es lo ya mencionado sobre los nexos que Mariátegui estableció con México, principalmente con los muralistas, un tema que aún requiere mucha reflexión. El reconocimiento de Mariátegui por los intelectuales y artistas mexicanos se puede notar en la exposición con los trabajos que se hicieron en México que confluyeron en el rescate del nacionalismo y del indigenismo en clave socialista que se debatía en Amauta. Pero este reconocimiento también se nota por trabajos individuales como el poco conocido grabado del rostro de Mariátegui de David Alfaro Siqueiros publicado en el Grito en la década de los treinta.

Las relaciones de Mariátegui con la intelectualidad mexicana tienen muchas aristas que habrá que seguir desarrollando. Por el momento podemos esbozar rápidamente algunas, como la fuerte presencia del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) y Raúl Haya de la Torre que, en un momento de precisión y delimitación política, llevó a la ruptura política de ambos personajes y la repercusión que eso tuvo en México. Quizá habrá que pensar los desencuentros entre la intelectualidad sureña y la mexicana, cuestión que se puede percibir en la correspondencia de Mariátegui, que está compilada en dos tomos y es un elemento indispensable para establecer los trazos de esas redes que construyó el periodista peruano. En ella se puede apreciar que algunos de los representantes de Amauta como el cordobés José Malaca no comprendieron a México llevándolo al punto de una pronta enemistad con figuras como Diego Rivera o David Alfaro Siqueiros. Ciertamente hubo otras personalidades que difundieron a Amauta en estas tierras, como Blanca Luz Brum, Esteban Pavletich o Carlos Manuel Cox. Otro elemento que hay que trabajar es el relativo a la circulación del pensamiento de Mariátegui mediante la venta y edición de su obra en el país. Esto es visible en la revista Futuro, en la que se mencionan los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana como una obra fundamental para entender las condiciones socipolíticas de la región, o en la revista Frente a Frente, en la que se publicitó la venta en sus oficinas del libro En defensa del marxismo. También podemos mencionar la temprana antología elaborada por Manuel Moreno Sánchez en 1937, publicada por la Universidad Nacional de México, la cual contenía extractos de los dos únicos libros publicados en vida por Mariátegui, los 7 ensayos y La Escena Contemporánea. Hay una tarea pendiente para trazar las varias aristas del establecimiento de las redes intelectuales de Mariátegui en México. 

La exposición Redes de vanguardia: Amauta y América Latina, 1926-1930 permite trazar los vínculos intelectuales y políticos que la intelectualidad latinoamericana dibujó en la búsqueda de una sociedad comprometida con las clases desposeídas a partir del arte. La muestra nos permite reflexionar hoy en día el papel del arte y la cultura en la construcción de un proyecto político que imagine un mundo diferente, creador de una nueva subjetividad que reoriente los valores de las sociedades latinoamericanas. La exposición estará en exhibición hasta el 12 de enero de 2020, me parece que pocas veces se puede apreciar un trabajo como el que realizó Mariátegui de unir a los mejor de la intelectualidad de su época. 


[1] José Carlos Mariátegui (1894-1930) político, escritor y periodista peruano. Impulsó el desarrollo de la cultura y la política peruana desde su militancia socialista. Esta labor de creación de una nueva cultura quedó plasmada en el trabajo editorial que realizó fundando las publicaciones periódicas de Nueva Era, La Razón, Amauta y Labor. Aunque fue un autor prolífico y su obra reunida abarca más de 20 títulos, en vida sólo publicó 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana y La escena contemporánea.

[2] En 1919 Henri Barbusse fundó el movimiento y la revista Clarté, un proyecto de orientación socialista. La influencia de este movimiento en América Latina llevó a la publicación de varias revistas con el mismo nombre en español: Claridad.

José Sabogal, Amauta, diseño de portada, Lima, núm. 26 (septiembre – octubre de 1929). Archivo Mariátegui, Lima.