
Perspectivas
Soledad Jiménez Tovar (CIDE)
Tengo en mi escritorio las sesenta y dos páginas del documento intitulado “Enarbolemos la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas en lucha unida por la construcción integral de un país socialista moderno. Informe presentado ante el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China”, presentado por Xi Jinping el 16 de octubre de 2022.
Hay muchas cosas que son una continuidad con informes anteriores y que son de conocimiento del público informado en la historia china del siglo XX: la “reunificación” a través del modelo “un país, dos sistemas”, es decir, la anexión de Taiwán mediante la garantía de que la isla podría mantener autonomía económica bajo un liderazgo político chino-popular “mínimamente intrusivo”; la consolidación de la presencia de la República Popular de China (RPC) en Macau y Hong Kong, la primera, alineada con los designios de Beijing, la segunda, con una gran reticencia a ser parte del mundo de la chineidad controlado por la RPC; la corrección política en un Estado autoritario dispuesto a seguirse securitizando al grado de mantener a su población vigilada en todos los trayectos de su vida pública so pretexto de preservar la salud pública en plena era de COVID-19; la necesidad de “cuidar” las fronteras y de asegurarse que las minorías étnicas no renuncien al proyecto del socialismo con peculiaridades chinas; la necesidad de chinizar el socialismo en aras de encontrar un desarrollo que satisfaga los requerimientos de la cristalización del sueño chino, que en la etapa anterior, la del quinquenio reseñado por Xi, ya habría cumplido la meta de acabar con la pobreza extrema en la RPC.
Discusiones sobre todos estos temas pueblan ahora los medios de comunicación masiva, retratando a Xi Jinping como una figura poderosísima, encumbrada al mismo nivel que Mao Zedong. Neo-emperador. Amenaza imperialista. La ciencia supeditada a las necesidades empresariales, las empresas supeditadas a las necesidades del Estado unipersonal. La mundialización de China. Señores todes: Xi Jinping no es más un político. Xi Jinping es un novelista, mi favorito.
Debe leérsele como una mezcla de ficción científica con novela negra. En esta línea de la novela que ha sido la apertura económica de la RPC a partir de 1978, el autor inaugural es, sin duda, Deng Xiaoping. Deng Xiaoping, un cuadro medio que había sido purgado y rehabilitado en el periodo maoísta, fue el sucesor de Mao Zedong (fallecido en 1976) y fue quien ideó el así llamado “un país, dos sistemas”, según el cual la RPC debía tener zonas especiales de economía capitalista para generar una riqueza que beneficie al resto del país, cuya estructura sería, presumiblemente, socialista. Como autor primordial de la novela de ficción negra china, Deng Xiaoping, encumbrado gracias a una increíble astucia que supo aprovechar la inestabilidad de las purgas que trajo el fin del periodo maoísta, nos describe en sus discursos de inicios de la década de 1980 cómo debería lucir el mundo hacia las primeras décadas del siglo XXI: con la RPC posicionada como una potencia industrial, capaz de generar su propia tecnología y rivalizando con las economías más desenvueltas en ese momento. Lo que a inicios de los ochenta se leyó como una ficción científica —alternativa literaria del realismo socialista, de allí su fecundidad— hoy en día se concibe como una realidad palpable. Es un lugar común decir que la ficción científica, de hecho, ha inspirado muchas de las innovaciones tecnológicas de las que “gozamos” hoy en día. Pues vivimos en el mundo que Deng Xiaoping prefiguró. Jiang Zeming, en el poder entre 1993 y 2003, es un autor que vive de las regalías de Un país, dos sistemas, la gran novela de Deng Xiaoping, y le da continuidad al proyecto editorial. Algo similar se puede decir de Hu Jintao, el siguiente en el poder en el periodo 2003-2013. Xi Jinping, al mando, desde 2013, de la visión de Deng Xiaoping, tiene bajo su cargo entregarnos la continuación de la saga.
El texto del informe de Xi Jinping al XX Congreso suena al otro lado de la moneda del informe que presentó Nikita Jrushov al XX Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), en 1956. En especial, el “informe secreto”, donde se denunciaban los excesos políticos del estalinismo y se planteaba la necesidad de una apertura política en la URSS, lo cual duró unos pocos años, precisamente, bajo el liderazgo de Jrushov en el periodo 1958-1964. Este mismo periodo fue de grave inestabilidad política y crisis económica en la RPC. El regreso al autoritarismo en la URSS y la Revolución Cultural se corresponden con la mitad de la década de 1960, ello marcó una decadencia muy profunda que llevaría a la apertura económica de la China Popular, en 1978, y a la desintegración de la URSS, en 1991. La apertura de la RPC parecía la única salida del mundo socialista en el periodo neoliberal.
Los anteriores autores de la novela de ficción negra china tienen como tema común fomentar el neoliberalismo en las zonas especiales, ubicadas todas en la zona costera del país, y continuar con la economía planificada en el resto de la RPC. Otro polo de “excepcionalidad territorial” en el noroeste de la RPC son las provincias del sistema de autonomía regional étnica: Mongolia Interior, Ningxia, Tibet y Xinjiang (mejor conocida, entre quienes reprueban la ocupación colonial de esta zona, como el Turkestán Oriental o Uiguristán). Así, mientras la industrialización de la costa ocurría, en las zonas de autonomía regional se fomentaba la migración de población Han con el objetivo de irlas incorporando más con la “China propiamente dicha”, es decir, todo aquello que no son las regiones autónomas, aproximadamente una tercera parte del territorio total, ello, si tomamos en cuenta que enormes provincias, tales como la totalidad de Qinghai, la mitad de Sichuan y una parte de Yunnan, eran parte del territorio de lo que se conoce como el “Tibet histórico”, mucho más grande que el actual Tibet. El poblamiento Han llegó con el Iniciativa de Desarrollo de las Regiones Occidentales, durante los años noventa e inicios de este siglo. Ya bajo Xi Jinping, la infraestructura de las regiones autónomas comenzaría a ser conectada con la infraestructura construida en la campaña conocida como “la franja y la ruta”, que busca conectar la RPC con Europa por vía terrestre a través del Asia Central. Aunque también hay una fuerte inversión en infraestructura petrolífera que conecte el Caspio con la RPC sin depender de las compañías rusianas. Eso ha traído serias violaciones a los derechos humanos bajo la forma de etnocidios (hacia los mongoles, cuya lengua no será más estudiada en las escuelas básicas, último capítulo de una campaña sistemática de chinización) e incluso genocidios (así es como manejan algunos autores comentando la existencia de los campos de reeducación política en el Uiguristán, último capítulo de una historia de humillaciones constantes hacia todos los musulmanes de la RPC, en especial aquellos que no tienen alguna lengua sinítica como lengua materna).
Xi Jinping tiene bajo su pluma la responsabilidad de narrarnos el mundo que viene de aquí a 2049, año en el que se conmemorará el centésimo aniversario de la fundación de la RPC. En 2049, nos ha dicho Xi en sus anteriores novelas, es cuando se cumplirá el sueño chino, donde la RPC ha llegado a un desarrollo total de su potencial. Pero hay otra categoría implicada, la del “mundo armonioso”, en el que, para China poder ver su sueño cristalizado, necesita que los demás países también canten al unísono. No es esto chinizar al mundo, es compartir el desarrollo chino a nivel internacional.
Un autor que sin duda ha influido mucho en Xi es Tu Wei-ming, para quien había círculos de chineidad, estando la China continental en el primero de ellos; las zonas de contacto directo de manera históricamente reiterada, como los chinos viviendo en sureste de Asia, Taiwán, Hong Kong; finalmente, el último círculo, donde están los descendientes de migrantes cantoneses en el siglo XIX que llegaron a todo el globo, así como los estudiosos de China (lectore: esta autora chinizada te está chinizando). En ese universo tuweiminguiano, Xi se recrea y nos dice en su informe que hay que seguir colaborando con los chinos de ultramar en la construcción del sueño chino al tiempo que se busque que todas las etnias habitantes de la RPC se involucren con el mismo grado de compromiso que la población Han en la construcción de un socialismo chinizado que tenga un desarrollo chinizado en un futuro también chinizado. ¡Librazo!
Xi Jinping no es un nuevo Mao, ni siquiera un nuevo Stalin, si queremos hablar de historia comparada de los socialismos. Es un autor inédito, complejo, iconoclasta (Hu Jintao retirado de la sala en el momento en que se tomarían decisiones), decidido a transformar este género literario que la RPC neoliberal nos ha obsequiado. Las innovaciones que soñamos hoy vienen casi todas de la RPC, ya sea porque allá se maquiló gracias a los precios risibles de la mano de obra, tan ventajosos para las grandes compañías trasnacionales productoras de cualquier cantidad de bienes y servicios, para lo cual el Informe al XX Congreso de Xi Jinping contempla una reforma financiera y empresarial.
Sigamos leyendo a esta promesa de la novérrima literatura chino-popular, porque trae consigo un correlato no menos poderoso que puebla los actuales análisis de coyuntura: las protestas que han estallado en todo el país a raíz de la depauperación y el panóptico que ha construido la RPC so pretexto de controlar el crecimiento de la epidemia por COVID. Un incendio que, dado lo estricto que es el protocolo anti-COVID, cobra la vida de varias personas en Urumqi (capital de Xinjiang) que desata protestas, allí y en Shanghái, dan el mensaje de que las vidas de los ciudadanos de la RPC están en segundo término mientras lo que de verdad le importa al régimen es el control político. Las fotos de las protestas nos muestran hojas blancas tamaño A4 sostenidas por los manifestantes como carteles, de la misma forma que ocurrió en las protestas en Hong Kong hace un par de años. Las autoridades de la China Popular les tienen miedo a esas hojas en blanco. “Urumqi,” “Shanghai,” “hojas A4” son palabras claves que han caído en la censura del internet en la RPC: si no aparece en internet sería como si no existiera. El silencio de la hoja blanca como movimiento de dignidad ciudadana frente al infame control de la censura. De pronto los lectores están cansados de la misma narrativa y la novela de ficción científica negra no llegó para quedarse. Las protestas de 2022 son contra el sistema político en la RPC y ya no conflictos inter-étnicos como los que vimos en Xinjiang y Guangzhou en 2009. El XX Congreso del PCUS dio paso a la desestalinización, veamos lo que las hojas blancas tamaño A4 nos traen a la historia. Veamos los giros que las protestas le dan a la distopía del socialismo neoliberal.