El 27 de octubre de este año, el empresario sudafricano-estadounidense Elon Musk compró Twitter advirtiendo que respetaría la libertad de expresión de todos sus usuarios. “Twitter es la plaza pública donde se debaten los asuntos vitales para el futuro de la humanidad”, había dicho cuando empezó el proceso de negociación en la primavera (Pascale Davies, 1/5/2022, “Will Elon Musk’s Twitter become a beacon of free speech or a soap box for hate speech?”, EuroNews). Cuando se finalizó la compra, tuiteó, “El pájaro se ha liberado”. Desde entonces, muchas figuras de la derecha pudieron recuperar sus cuentas: desde Donald Trump, quien perdió su cuenta después de su tragicómico intento de autogolpe, hasta antivaxxers y otras cuentas que promueven la desinformación. En tanto, el uso de epítetos raciales ha aumentado en 500% (Hani Indita, 31/10/2022, “What Kind of Free Speech is Elon Musk Fighting For?”, CXO Media). Estas acciones han provocado un debate en los medios sobre la libertad de expresión y el discurso de odio, y la delgada línea entre la moderación de contenidos y la censura —incluso López Obrador intervino, diciendo que “La Estatua de la Libertad no debe quedar como un símbolo vacío” (El Financiero, 19/11/2022, “AMLO ‘le da el sí’ a Trump para que regrese a Twitter en encuesta de Musk”). Sin embargo, mientras Musk da más libertades a cuentas de la derecha, ha restringido cuentas de izquierda.

Hace dos semanas circuló una lista de cuentas de Twitter en canales de Telegram de la ultraderecha. “Una lista de 5000 cuentas antifascistas y sus seguidores en Twitter”, dijeron los usuarios. “Manos a la obra y que se empiece la purga” (Jack Alban, 26/11/2022, “‘A blatant attempt to deplatform the left’: List of 5,000-plus ‘Antifa’ Twitter accounts is circulating on Telegram”, The Daily Dot). Yo salgo en esta lista, aunque ya había eliminado mi cuenta de Twitter por voluntad propia un par de semanas antes. También sale Chelsea Manning y le artista anarquista N.O. Bonzo, famose por su preciosa edición iluminada de Apoyo mutuo de Piotr Kropotkin. Hay que decir que el mapeo de la izquierda antifascista que circuló es bastante burdo: salen cuentas de fotos de animales como We Rate Dogs o Gators Daily y famosos como Britney Spears, Danny DeVito y Cardi B, mientras investigadores antifascistas con mucho peso no necesariamente aparecen, como Spencer Sunshine. Pero justo como las listas negras de los comunistas activos en Hollywood durante el macartismo, que incluían figuras como el compositor Leonard Bernstein (West Side Story) o el folclorista Alan Lomax, importa menos si es una buena lista que si haya personas que la toman en serio. 

En estos días, varias cuentas que salen en la lista han sido eliminadas. Andy Ngo, un pseudoperiodista famoso (menos por sus investigaciones que por sus vínculos con la ultraderecha, desde grupos de choque como Patriot Prayer a TERFs como la Alianza LGB), pidió personalmente que Musk eliminara la cuenta de Crimethinc, una editorial anarquista con más de 25 años de trayectoria. La cuenta del activista antifascista Chad Loder también fue suspendida y el periodista Vishal P. Singh, cuyos últimos tuits eran, irónicamente, sobre los vínculos entre Andy Ngo y activistas para los derechos de los pedófilos. “Ahora Singh”, dijo el hacker derechista Joseph Camp después de la suspensión de Loder. También desapareció la cuenta de Elm Fork John Brown Gun Club, una organización que ofrece seguridad armada a eventos de la comunidad LGBT, para evitar violencia de la ultraderecha del tipo que vimos en Colorado Springs en el Día de la Remembranza Trans de este año. Dicho sea de paso, la cuenta de Colorado Springs Antifascists también fue suspendida, aunque luego la pudieron recuperar.

Una semana después, Singh dijo en su cuenta de Mastodon que los responsables eran una coalición de grupos de choque y paramilitares como los Proud Boys y los Three Percenters que estaban abusando los algoritmos de denuncia de Twitter, describiéndolos como «grupos terroristas domésticos fascistas que acosan a periodistas, investigadores y activistas» (Vishal P. Singh, 3/12/2022, Mastodon).

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¿Qué está pasando acá? ¿El discurso sobre la libertad de expresión simplemente fue enganche y engaño? Hay que recordar que aunque Silicon Valley quiere proyectar una imagen liberal, hasta libertaria, es una cuna de pensamiento antidemocrático. Peter Thiel, uno de los viejos socios de Elon Musk en PayPal —la llamada “Mafia de PayPal”— dijo: “Ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles”. Thiel es uno de los promotores de Curtin Yarvin, un pensador neoreaccionario que describe el sistema de control político en una democracia liberal como la catedral. “Una democracia es un gobierno en que la política es controlada por la opinión pública”, escribe Yarvin. “¿Quién controla la opinión pública?” (Mencius Moldbug, 8/1/2009, “A Gentle Introduction to Unqualified Reservations). Aquí se puede ver una motivación potencial para comprar Twitter a un precio tan inflado: es una red con relativamente pocos usuarios, pero con sobrerrepresentación de académicos, políticos, periodistas, comunicadores; justo lo que Yarvin llama la catedral. Yarvin ha argumentado que, para revertir el daño de los siglos democráticos, hay que usar su anillo de poder, en referencia a las novelas de Tolkien. “Por qué no se podía antes?” —pregunta retóricamente— “Simplemente, porque no existía el Internet en el pasado” (Moldbug, op. cit.).

Aquí se ve más claro que la apuesta de Musk no es asegurar la libertad de expresión, sino mover la opinión pública hacia la derecha bajo el argumento de la libertad de expresión, mientras aplica una censura selectiva a la izquierda en una “plaza pública” que él controla. No tenía que ser así. Twitter tuvo sus raíces en un proyecto anarquista llamado TXTMob, diseñado para difundir noticias de último momento durante manifestaciones, lo cual explica la utilidad que ha tenido para movimientos sociales, desde #YoSoy132 a #BlackLivesMatter y #MeToo. Pero en la última década y media también hemos cedido control sobre nuestras comunicaciones a empresarios de Silicon Valley que cercan al mundo y con quienes no compartimos intereses; la compra de Twitter por Musk es simplemente la culminación de este proceso. “Lo que está pasando en Twitter en estos días es el evento político global más importante desde la toma de la Bastilla,” dijo Nick Land, uno de los filósofos neoreaccionarios más importantes. “Es el punto en Starship Troopers en que toman control del cerebro de la reina extraterrestre”.