El texto se publicó originalmente en inglés en el Medium del autor, el 2 de noviembre de 2020. Se reproduce la traducción con su autorización.
Hace diez años, cuando vivía en Cincinnati, fui el candidato del Partido Socialista en Ohio para el Senado de los Estados Unidos. No, no gané. Ni siquiera obtuve muchos votos; apenas conseguí 25 000. Pero, ¿quién se hubiera imaginado que había tantos socialistas en Ohio? En ese entonces pensaba que valía la pena llevar a cabo el proyecto de una campaña de propaganda como socialista. Sigo creyéndolo, aunque, debido a las condiciones extraordinarias en mi país, este año he decidido votar por Biden.[1]
¿Cómo fue posible que llegase a postularme como socialista para el Senado? El Partido Socialista [SP por sus siglas en inglés] y otros “partidos menores”, como eran llamados, acababan de ganar una demanda en la que apelaban haber sido excluidos de las urnas injustamente. Así que el tribunal redujo los estándares para obtener el registro y sólo fueron necesarios unos cientos de firmas para hacer válida la petición.
Miembros del Partido Socialista y algunos amigos del Green Party [Partido Verde de Estados Unidos] que me habían conocido por ser un activista contra el racismo, así como partidario de los derechos de los inmigrantes y un defensor de los trabajadores se me acercaron y me sugirieron que me postulara para un cargo.
El debate en torno al socialismo
Estaba interesado en postularme porque por primera vez en mi vida —a mis 64 años en aquel entonces— estábamos en medio de una discusión pública sobre el socialismo. Durante todo el período de la posguerra, es decir, desde que nací, hablar de socialismo había sido un tabú. Pero ahora había pasado a formar parte de la agenda, incluso antes de Bernie Sanders. ¿Cómo sucedió eso?
En 2009, Barack Obama propuso la Affordable Care Act [Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio], que en principio fue denominada por sus críticos, y luego por todo el mundo, como “Obamacare”. Cuando los senadores y diputados volvían a sus distritos para celebrar reuniones en el ayuntamiento, cientos o incluso miles se presentaban para escuchar los informes de los legisladores que, por lo general, solían tratar asuntos aburridos y superficiales. Los militantes de derecha de lo que se convertiría en el movimiento Tea Party se manifestaron en los ayuntamientos agitando carteles y gritando contra lo que llamaban un Obamacare “socialista”.
De repente, el tabú de medio siglo se rompió. Podríamos hablar de socialismo otra vez. Entonces, siendo un socialista desde hace mucho tiempo, me mostré muy interesado cuando mis amigos me pidieron que me postulara para un cargo. O, mejor dicho, estaba emocionado.
En ese momento, el Green Party de Ohio se mostró reacio a postular a un candidato socialista para un cargo. Así que, después de haber leído el programa del Partido Socialista y considerarlo como una excelente declaración de los principios socialistas democráticos, acepté la oferta de postularme para el Senado de los Estados Unidos como candidato del SP, un hecho que fue posible gracias al caso judicial que mencioné.
Competiría en contra del republicano Rob Portman y el demócrata Lee Fisher. Desde el principio quedó claro que Portman mantenía un amplio margen de ventaja en las encuestas y que Fisher no tenía posibilidad alguna. No obstante, eso no impidió que los demócratas me atacaran al señalarme como un saboteador.
Acerca de la campaña
Cuando decidí postularme, era entonces, así como lo soy actualmente, miembro de Solidarity, otra organización socialista, de la que busqué y recibí aprobación. Después viajé a Nueva York para reunirme con los líderes del Partido Socialista. Me dieron su bendición, pero no mucho más, y me mandaron de vuelta a Ohio con la tarea de rastrear a los casi 30 miembros del SP que se encontraban en el estado.
Esto no me desanimó, ya que estaba al tanto de que todos los grupos de izquierda eran reducidos en aquel entonces. Mi atención estaba menos en la cantidad de miembros, que en la oportunidad de hablar ante miles sobre socialismo. Finalmente logré encontrar a algunos militantes y comenzamos un proceso de reclutamiento y reorganización del partido.
En ese entonces trabajaba como profesor de español en la escuela local Waldorf, así que el tiempo que dedicaba a la campaña se limitaba a mis horas libres después del trabajo y los fines de semana. Me di cuenta de que necesitaría ayuda, por lo que contraté a un joven militante de Solidarity en Tennessee, Mike Cannon, para que trabajara como mi asistente durante algunos meses a cambio de alojamiento, comida gratis y un salario bastante modesto. Eventualmente conseguimos recaudar la cantidad de $10,000 [USD] con lo que fue suficiente para poder pagarle.
Con base en mi experiencia como sindicalista, defensor de los derechos inmigrantes y activismo antirracista, me hice de contactos en varias ciudades, con lo que se dio la oportunidad de viajar por el estado para establecer comités locales de “La Botz for Senate” [“La Botz para el Senado”]. Logramos formar algunos en Cincinnati, Columbus, Toledo y Cleveland. También socialistas de Detroit cruzaron la frontera estatal para hacer campaña por mí en Toledo.
Jerry Tucker, el líder de United Auto Worker que vivía en St. Louis, Missouri, también colaboró editando algunos de los materiales de mi campaña. Me envió una pequeña cámara Flip Video de bolsillo que resultó invaluable. Mi hijo Traven me ayudó a usarla para grabar videos cortos en los que me presentaba con la gente de Ohio y otros en los que hacía llamados apasionados para construir un movimiento que defendiera los empleos durante la crisis económica que había comenzado dos años atrás. Hubo otros, incluyendo uno que se produjo poco después de las elecciones, en los que hice el intento de ofrecer una visión general sobre el socialismo. Por supuesto, escribí ensayos y di entrevistas para la prensa de izquierda en los que expuse mis puntos de vista y expliqué mi concepción del socialismo. Incluso, elaboramos folletos sobre los temas más relevantes y colocamos carteles en los patios. Nuestra campaña era real.
Como candidato oficial en la boleta, me invitaron a hablar frente a más organizaciones de las que hubiera podido llegar en otro contexto, sobre todo porque varios de esos eventos se llevaban a cabo durante días laborales. Hablé a muchos grupos en distintas ciudades de Ohio. A veces salía de trabajar en Cincinnati a las 3:00 p.m. y me iba manejando hasta Cleveland, llegando justo a tiempo para la reunión programada a las 7:00 p.m. La virtud de ser candidato para el Senado era que siempre era el primero en subir al escenario, por lo que podía retirarme temprano para conducir de vuelta a casa y llegar a la medianoche.
Hablé con la NAACP [Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color por sus siglas en inglés] en Chillicothe, así como con profesores y estudiantes de Capital University en Columbus y con la Asociación Americana de Mujeres Universitarias en Zanesville. También lo hice en la convención de educadores de Ohio en la que ofrecí un análisis más completo de los problemas de nuestra sociedad. Relaté mi participación en protestas sobre conflictos como el ataque de Israel a una flotilla de paz, las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán y las demandas por los derechos LGBT. Como candidato oficial en la boleta electoral, los periódicos de Ohio imprimieron mi programa de campaña y me hicieron entrevistas grabadas. Gracias a todo esto mis propuestas llegaron a miles de personas.
El tesorero de mi campaña fue Reginald Dyck, profesor de literatura y miembro de Democratic Socialist of America [DSA por sus siglas en inglés]. Además, fue colaborador en la edición del libro que escribí para la campaña, Vision from the Heartland: Socialism for the Twentieth Century, en el que expuse en un par de cientos de páginas mi perspectiva sobre el estado del país y de Ohio en particular. Partes del texto fueron escritas mientras Mike me llevaba de gira en auto por Ohio. Lo publiqué en mi sitio web donde la gente podía descargarlo y leerlo de manera gratuita.
Cuando me dejaron fuera de los debates televisivos organizados por los medios de comunicación de Ohio y los partidos Republicano y Demócrata, junto con la ayuda de mi apoderado legal Mark Brown, levanté una demanda ante la Comisión Federal Electoral bajo el argumento de que su debate televisivo constituía una contribución ilegal en favor de la campaña de otros candidatos. Exigí que se me permitiera participar. La demanda apareció en los periódicos de todo Ohio, lo que resultó en un aumento de la publicidad para la campaña.
En mis discursos de campaña algunas veces hablaba sobre la revolución, definiéndola como poner a “los de abajo” en la cima del poder de la sociedad. Puse el ejemplo de mi propia madre y su experiencia como madre soltera de dos hijos, dependienta en una tienda de comestibles, haciéndose cargo de la crianza de dos niños pequeños, sin mencionar en ninguna ocasión que hablaba de mi madre. En mi argumento sostenía que cuando la clase trabajadora y las mujeres pobres como ella tuviesen voz en la política y, sus necesidades fuesen satisfechas en lugar de las de los banqueros y ejecutivos corporativos, en efecto, se habría llevado a cabo una revolución.
Conté con el apoyo de un grupo diverso de habitantes de Ohio, activistas que me ayudaron con su tiempo, dinero y votos a lo largo de mi campaña. Y gané el apoyo no sólo del Partido Socialista, también de muchos otros grupos socialistas, creando una especie de frente unido de la izquierda democrática y revolucionaria: Solidarity, Internacional Socialist Organization, Socialist Alternative y algunas secciones e individuos de la DSA. Además, conté con el apoyo de mis camaradas y compañeros editores de New Politics.
El resultado de mi campaña
En unos pocos meses, en un recorrido de 20 000 millas en auto a lo largo de Ohio, tuve la oportunidad de hablar acerca del socialismo. Como se esperaba, el republicano Rob Portman ganó el escaño en el Senado de los Estados Unidos; Lee Fisher quedó rebasado por mucho, obteniendo el segundo lugar, y yo, siendo uno de los varios candidatos menores en la boleta, obtuve 25 000 votos (poco tiempo después, escribí un informe más detallado sobre la campaña).
Sin embargo, la campaña tuvo mayor impacto a largo plazo. Socialist Alternative me pidió que compartiera mi experiencia y materiales con su organización, y unos años más tarde, en 2014, su candidata Kshama Sawant ganó la elección al concejo de la ciudad de Seattle.
Por supuesto, para 2015 Bernie Sanders lanzó su candidatura para ser presidente de los Estados Unidos declarándose abiertamente socialista, irradiando el crecimiento masivo de los Democratic Socialist for America [DSA].[2] No quiero decir que tuviera alguna influencia sobre Sanders. No la tuve. Pero, de alguna manera, mi campaña en Ohio tuvo que ver con el cambio de lo que anteriormente era sólo una corriente de opinión y que, en la actualidad, se ha convertido en una tendencia: el creciente interés por el socialismo en Estados Unidos. Estoy orgulloso de haber contribuido para ello con una pequeña aportación.
Preferiría que este año mi voto fuese para Bernie Sanders, cuya presidencia habría abierto oportunidades para los trabajadores, los movimientos sociales y la izquierda, —no sin una enorme lucha por delante—. He votado por el Green Party en años anteriores, pero este año, dada la amenaza de que continúe en el poder un gobierno autoritario, racista, sexista, contra los trabajadores y anti-inmigrante como el de Trump, voy a votar por Joe Biden.
Mis ideas desde que me postulé para el Senado no han cambiado. No tengo ninguna esperanza en él o en el Partido Demócrata, pero siento que debemos detener a Trump para que podamos seguir trabajando por todas las cosas por las que luché en mi campaña socialista de 2010 para el Senado. No importa tanto quién gane, mientras se continúen organizando movimientos por medio de los cuales se pueda consolidar finalmente, un partido independiente, de clase trabajadora, un partido socialista.
Notas
[1] La izquierda estadounidense ha tenido intensos debates, por lo menos desde hace cinco años, sobre la conveniencia de presentar a sus candidatos a través del Partido Demócrata. El autor de este artículo ha sido un activo participante en ellos. Algunos de los principales argumentos a favor y en contra se pueden leer aquí [Nota de los traductores].
[2] DSA se fundó en 1982, teniendo como antecedente directo al Socialist Party of America fundado por Eugene V. Debs en 1901. Hasta 2015 contaba con 6, 000 militantes; en 2017: 30 000; y en 2018: 50 000. Actualmente realizan la campaña DSA100K para llegar a los 100, 000 militantes [Nota de los traductores]