“Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo…” Así empieza el Manifiesto del Partido Comunista publicado en febrero de 1848 por Karl Marx y Friedrich Engels, cuando el amanecer de la Revolución francesa burguesa se amplió al resto de Europa. Marx y Engels lanzaron esta frase para ilustrar el miedo y el rechazo que generaba una posible contrapropuesta al capitalismo. Hoy, el hecho de que alguna vez el comunismo haya provocado miedo y de que sus partisanos fueran tratados como enemigos nos hace sonreír. Georges Didi-Huberman, en su texto Ellos que cruzan los muros, comenta el fabuloso poema de la escritora griega Niki Giannari, Unos espectros recorren Europa. Para el autor, el plural en este título muestra que las dinámicas y las fuerzas cambiaron. Además, denota una crítica a las viejas ideologías. Hoy no se trata de una ideología política, sino de varios actores, varias personas, de la diversidad y la pluralidad en movimiento; se trata del deseo político.

Cuando vi la foto del joven Óscar Martínez, de 25 años, y su beba, muertos en el Río Bravo en la frontera México-Tamaulipas, inmediatamente deseé no haberla visto. Nunca entendí eso: ver muertos en las fotografías de los medios de comunicación. Y menos aún, cuando la prensa nos las vende con la retórica del sueño americano, pidiendo a los migrantes que cuiden a sus niños. Incluso, creo que en una sociedad como la nuestra, esto debería prohibirse. Al menos, tendríamos que tomarnos el tiempo para significar la muerte de otra forma —porque la muerte, la lucha y la pérdida nos conciernen a todos. Albert Camus pensaba que la muerte era la única cuestión que tendría que resolver la filosofía. En todo caso, tendríamos que ver datos, cifras, entender situaciones, desplazarnos un poco, acercarnos a ellos, a los que luchan y a veces pierden —ser conscientes de que nosotros también podemos perder nuestras luchas. Tendríamos que hacernos preguntas e intentar responderlas. Quizá nos ayudaría a analizar un poco lo que está pasando y evitar los juicios morales y la falsa empatía muy propios de la relación que los europeos desarrollaron con la migración.

Esta foto me hizo pensar en otra que se volvió histórica en el verano de 2015: la de un niño sirio de tres años que yacía muerto en una playa del mar Egeo en Turquía, Aylan Kurdi; seguramente me la recordó el rojo de la playera de aquel niño y del pantalón de esta niña. Aparentemente, la emoción despertó una ola de solidaridad internacional. La foto circuló por todo el mundo. Los medios de comunicación la comentaron. Los artistas la adoptaron como símbolo. El artista chino Ai Weiwei actuó la muerte del pequeño Aylan haciéndose fotografiar en la misma posición en una playa griega. El padre del niño hizo varias declaraciones pidiendo respeto por su duelo. Sobre todo, el padre de Aylan demandó medidas concretas para frenar la violencia que se genera contra los refugiados que llegan a Europa. Al mismo tiempo, en noviembre de 2016 Estados Unidos llevó a la presidencia a Donald Trump. Francia se preparó para participar en una guerra contra Siria y miles de personas sirias debieron desplazarse, haciéndolo principalmente hacia Europa. Entre 2016 y 2017, Alemania recibió 140 000 refugiados sirios, Francia 4 000 —el mismo número de migrantes que integraba la reciente caravana Guatemala-México. ¡Francia hacía la guerra!

Tras las recientes amenazas de Donald Trump, en nuestro país se están articulando dos ejes contrapuestos a partir del tema de los aranceles: el discurso antimigrante y el discurso antimilitarización. Esto es, por un lado, se asume una respuesta represiva, mientras por el otro se expresa una aparente solidaridad, en especial desde los discursos de izquierda.

La reacción civil y política xenófoba fue inmediata. Y, aunque debe inquietarnos el incremento del racismo, a esta inquietud se agrega la preocupación de la población por las posibilidades reales de hospitalidad con los migrantes que puede ofrecer México: considerando sus condiciones actuales, ¿nuestro país puede proporcionar empleo, salud, educación a los migrantes? En esta pregunta se expresa el miedo a la pobreza, que se concreta en el rechazo al migrante. Aunado a ello, el nuevo plan de migración define las movilidades en relación con lo laboral, creando campos de refugiados donde los migrantes esperan sus permisos de trabajo. En general, se articula una gestión orientada hacia las deportaciones. Ésta era la situación en que se encontraba Óscar Martínez. Permaneció en un campo de migrantes en Chiapas, después en otro en Tamaulipas, mientras un trabajo conseguido por su familia lo esperaba en Estados Unidos. La respuesta del aparato político-tecnocrático impulsado por el gobierno de López Obrador es extrema. El despliegue de 21500 militares parte de la Guardia Nacional contra los migrantes en las fronteras da cuenta de la construcción de un aparato ideológico concebido como un aparato punitivo. Ello generó una ola de solidaridad desde una parte de la izquierda y de la población mexicana, que impulsa una postura antimilitarización en el país.

Sin embargo, me parece urgente elaborar nuevas respuestas. Lo que pasa en México y a nivel internacional hace pensar en una guerra muda. Para crear un nuevo aparato ideológico es necesario entender que el enemigo no está ni en el migrante ni en la Guardia Nacional, sino en el capitalismo global. En su ensayo de 2016, La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror, Slavoj Žižek regresa sobre la causa principal de la crisis migratoria, el capitalismo global. En éste critica las posturas de las izquierdas europeas centradas en un discurso antimilitarización, y considera que se debe llevar a cabo una lucha internacional contra los mecanismos de acumulación del capital. Por eso hace un llamado a no caer en el odio ni en el miserabilismo, y habla de la urgencia de reactualizar un análisis en términos de lucha de clases.

 

En este sentido, los refugiados, los migrantes, los exiliados no son más que un grito de esperanza. Ellos escogieron su lucha, la pueden ganar, la pueden perder, pueden caer, pero su lucha es la lucha por el deseo político, por el cambio. El periodista y escritor argelino Kamel Daoud, quien escribió el famoso caso revisado de El Extranjero de Camus, nos recuerda que cuando vivimos en contextos de violencia extrema hay tres maneras de luchar por nuestra libertad. Volverse abogado y defender los derechos humanos es la primera. La segunda consiste en inventar paisajes e historias dentro de nuestra propia celda, encerrados entre las paredes de la injusticia, y en este caso volvernos literato y escritor. La tercera manera es irse. Sí, a veces irse es resistir. Lo que queda por hacer es mucho, y requiere tener la capacidad crítica para observar y desmantelar las lógicas de explotación del capitalismo, no sólo sus mecanismos económicos, sino también los ideológicos, un aparato que actúa en silencio y en los más arraigados mecanismos de la alienación humana.

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[…]
¿Cómo parte alguien?
¿Por qué se va? ¿Hacia dónde?

 

Con un deseo
Que nada puede vencer,
Ni el exilio, ni el encierro, ni la muerte.
Huérfanos, agotados,
Con hambre, con sed,
Desobedientes y obstinados,
Seculares y sagrados,
Llegaron
Deshaciendo las naciones y las burocracias.
[…]
Algunos les iluminan un pasaje en la noche,
Otros les gritan que se vayan
Y escupen sobre ellos y los patean,
Otros incluso los apuntan y se apuran
A echar llaves a sus casas.
Pero ellos continúan, sumisos,
En las calles de esta Europa necrosada,
Que “sin cesar amontona ruina sobre ruina”
Mientras la gente observa el espectáculo
Desde los cafés o los museos,
Las universidades o los parlamentos.

Y sin embargo,
En esos pequeños pies llenos de barro,
Carnalmente
Yace el deseo que sobrevive
a cada naufragio
—un deseo que, nosotros, nosotros perdimos hace
mucho
tiempo—
el deseo político.

— «Unos espectros recorren Europa». Fragmentos del poema de Niki Giannari, 2016 (traducción propia).