El nombre de León Trotsky ha pasado la historia como un hombre de una energía sin par, que fomentó el levantamiento popular de Octubre de 1917 en contra del Zar Nicolás II, a través de su trabajo como periodista y teórico comunista. ¿Cómo abordar la figura del revolucionario León Trotsky? ¿Qué podemos aprender de su vida entregada a promover la revolución? ¿Qué podemos aprender del hombre que pensaba que la Revolución Comunista debería extenderse y llegar a más países y a más personas?

De Trotsky creemos saberlo todo gracias a las muchas lecturas que se nos han transmitido a lo largo de los años. Aunque claro, lo sabemos todo, pero siempre dependiendo de quién sea el transmisor de esa imagen. Los medios de comunicación occidentales, cercanos a lo visión norteamericana de la historia, han retratado a Trotsky como un hombre salvaje y sangriento, que buscaba extender la dictadura comunista al resto del mundo. Por otro lado, la literatura y la prensa cercana a la ortodoxia estalinista, nos hablan de Trotsky como un traidor al Partido, a sus ideales y a sus proclamas. Por lo tanto, es difícil hacerse una idea clara de quién fue y cuáles fueron los aportes políticos y teóricos de Lev Davídovich Bronstein, nombre verdadero  de Trotsky, quien nació en 1879, en el seno de una familia de terratenientes judíos asentados en lo que hoy conocemos como Ucrania y que murió asesinado en Coyoacán en 1940.

Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Cómo abordamos a un hombre que hizo tanto y que fue enemigo personal del sangriento líder soviético, José Stalin, un hombre que declaró su muerte y cuyo largo brazo lo encontró en México? La literatura y el cine han realizado distintos intentos de acercamiento a Trotsky, con una suerte diversa.

En los últimos años en nuestro país se han publicado una serie de libros que retratan y analizan la figura de León Trotsky, desde diferentes ángulos. La mayoría escritas por autores extranjeros, que han encontrado en la figura de Trotsky la imagen de un intelectual trágico apasionado por las ideas de transformación social que el comunismo generaba. Un hombre obsesionado por Stalin, al cual conoció en el fragor de la guerra civil que se desató en Rusia tras la Revolución de Octubre de 1917, y al cual consideraba un enemigo incansable y cruel.

Entre estas novelas publicadas en México recientemente podemos mencionar a El asesino obediente, del escritor norteamericano de John P. Davidson, publicado en México por la editorial Plaza y Janés, Los Amantes de Coyoacán del periodista francés Gérard de Cortanze, experto en la obra y vida de Frida Kahlo, publicada en México por Editorial Planeta y por último tendríamos que mencionar la novela del escritor cubano Leonardo Padura, El hombre que amaba a los perros, publicada en 2009 por la editorial española Tusquets. Cada una de ellas se centra en algunas características específicas sobre la  vida de Trotsky: John P. Davidson se centra en la figura de Ramón Mercader, alías Jacques Mornard, agente de la GPU (antecedente de la KGB), quién había sido reclutado para la agencia por su propia madre, Caridad Mercader, quién se había convertido en una fanática devota del Comunismo. La novela de Davidson se centra en la forma en la que Mercader se fue introduciendo en el círculo más cercano de protección de Trotsky, con la única misión de asesinarlo. Con esto en mente, Mercader no se tentó el corazón para seducir a Silvia Agelogff, ciudadana norteamericana que formaba parte del círculo de apoyo de Trotsky. La obra de Davidson, sin embargo, nos presenta a Mercader como un hombre víctima de las circunstancias, presionado para que cumpliera con una misión de la que no estaba totalmente convencido, ya que como el autor mencionó en una entrevista con la Agencia EFE, Mercader no era un asesino a sangre fría, nunca había ejecutado a nadie con anterioridad.

Por otro lado la novela Los amantes de Coyoacán del escritor francés Gerard de Cortanze, que es experto en la obra pictórica de Frida Kahlo, a quién le ha dedicado un par de libros y varios artículos periodísticos. En este libro nos enfrentamos a un aspecto de la vida privada de Trotsky: el romance secreto que sostuvo con Frida Kahlo, cuando llegó exiliado a México y fue recibido en La Casa Azul de Coyoacán, morada en ese momento de la pintora y de su marido, el muralista Diego Rivera. Ese romance, un secreto a voces, que sin embargo, no ha sido posible documentar, pues tal como nos dice De Cortanze, los amantes  decidieron destruir las cartas una vez que el idilio fue descubierto por la esposa y compañera de andanzas de Trotsky, Natalia Sedova. Esta novela reconstruye, a partir de la posibilidad y de la imaginación, un romance que revitalizó al perseguido Trotsky, quien llegó a México desde Finlandia, después de haber sufrido ya varios intentos de asesinato por parte de los servicios secretos de la Unión Soviética. México representaba un soplo de aire fresco, un lugar hermoso, en donde vivió una libertad de movimientos que no había sentido en mucho tiempo. Una libertad, una ambrosía, que lo llevaría a ser tentado por la belleza y el hálito bronco de una pintora como Kahlo que vivía la constante angustia de la enfermedad y el dolor físico. De Cortanze nos dice en su novela que los amantes encontraron en esta relación un espacio de liberación sensual e intelectual. Por supuesto, sabemos que esa relación no duró mucho tiempo, el rompimiento intelectual y teórico entre Rivera (quién había sido uno de las personas que le solicitaron al presidente Cárdenas que le permitiera venir a México) y Trotsky, además del dolor que le provocó la noticia a Natalia Sedova, terminaron por acelerar el rompimiento entre los amantes, quienes mantuvieron vivo un cariño a prueba de balas y traiciones.

Por último tenemos que hablar de la novela del escritor cubano Leonardo Padura, El hombre que amaba a los perros. Esta novela fue publicada en 2009 en España y es considerada la obra maestra del escritor, que ha desarrollado una importante obra en el género negro o policiaco, con su tetralogía de novelas protagonizada por el escritor-detective Mario Conde. En El Hombre que amaba a los perros, el protagonista, Iván recuerda cómo conoció a un extraño personaje ruso en las playas de Cuba, quien será el hilo conductor para conocer la historia secreta del asesinato de Trotsky. Esta es una novela compleja, en donde la historia universal será vista a través de la mirada de la cotidianidad cubana. La vida de Iván, la muerte de su esposa, pero sobre todo su imposibilidad de convertirse en escritor profesional, por culpa de una decisión de la burocracia de su país, nos permitirán observar una crítica profunda al modelo de gobierno impulsado por Stalin en la Unión Soviética, en donde una burocracia acomodaticia, conservadora y profundamente inhumana tomaba todas las decisiones sobre la vida de las personas. Una burocracia que fue la que decidió que millones de personas deberían morir o desaparecer en los gulags, solo porque eran considerados peligrosos o se desviaban de la ortodoxia comunista. Una idea, que a la luz de los años, no deja de resultar totalmente perturbadora y cruel. Iván irá fortaleciendo su amistad con el extraño personaje, que le irá desgranando lentamente toda la trama conspiratoria que los servicios secretos rusos montaron para asesinar a Trotsky, un hombre que en realidad vivía aislado y que ya no era una amenaza real para el régimen comunista. Este punto es esencial para Iván, pues se dará cuenta de que la historia de Trotsky y la decisión de asesinarlo, es comparable con la historia de miles de personas en los regímenes comunistas, que siguieron a raja tabla las órdenes rusas.

Iván y el hombre desgranarán poco a poco la historia del siglo XX, siguiendo el curso vital de Trotsky, por un lado, y de Ramón Mercader, su asesino por otro. Justo ahí, en el cruce de estas vidas se decidirá el curso de la historia. Y por supuesto, las dudas de Iván se irán acrecentando. ¿Quién es ese hombre que parece conocer tan bien la vida de esos dos hombres que jugaron papeles tan diferentes en la historia? ¿Estará Iván conversando tranquilamente con el asesino de Trotsky? El hombre que amaba a los perros desaparecerá de una manera tan extraña como apareció, no sin antes dejarle a Iván un manuscrito con  las memorias de Mercader. Porque el asesino no quiere pasar a la historia como sólo eso, como la mano ejecutora de Stalin.

Es ahí donde podemos detenernos y pensar entonces cuál es el legado de Trotsky, más allá de haber sido una pieza clave de la Revolución de Octubre y su defensa y la creación de una maquinaria de guerra toda poderosa como lo fue el Ejército Rojo, Trotsky fue un hombre que intentó oponerse con las armas de la razón a la brutalidad de Stalin. Pero el resultado es conocido por todos. Sin embargo, tampoco sabemos qué hubiera pasado si Trotsky hubiera sido vencedor de las disputas tras la muerte de Lenin. Pero la literatura genera las posibilidades de buscar y encontrar otros ángulos para conocer y adentrarnos en esta figura icónica de este revolucionario. Conocerlo y poder valorarlo como un ser humano que fue asesinado por un hombre que no lo consideraba una amenaza, como nos dice Davidson, un hombre que tal vez necesitaba vivir una última aventura amorosa, que lo hiciera sentir vivo, como nos dice De Cortanze, o un hombre que fue testigo y protagonista de la historia y que sirve como un ejemplo para demostrar que el comunismo real tal vez fue la dictadura de las burocracias más que la dictadura del proletariado, como propugnaban los pensadores comunistas, como nos dice Padura. Por supuesto Trotsky es un hombre con muchas aristas, muchos ángulos y muchos niveles, y que por supuesto aún es difícil de asir, de conocer plenamente.