Puedes ver el documental completo aquí.

Y a pesar de qué nos dicen, a pesar de que nos invitan a sumarnos a este proyecto, hay quienes no olvidamos por lo que lucharon nuestros abuelos, hay quienes no olvidamos y recordamos quienes somos, que somos hijos de esta tierra, que somos hijos de luchas de personas. 

Ángel Sulub, Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on, Felipe Carillo Puerto, Quintana Roo. Septiembre 2020

El lenguaje que nos dice la verdad es el lenguaje sentipensante. El que es capaz de pensar sintiendo y sentir pensando.

Fals Borda

Vincularse con el territorio desde y con quienes lo viven y lo defienden permite adentrarse en toda su diversidad, complejidad, y fragilidad. Ante la amenaza y el avance imparable del megaproyecto llamado Tren Maya (TM), habitantes de la Península de Yucatán (PY) se movilizan y se organizan para hacer valer las razones de su rechazo a la obra. Pese a las evidencias sobre la amplitud de los impactos del TM en términos sociales, culturales y ambientales, el presidente de México parece empeñado en cumplir con su promesa de echarlo a andar. Dicho en sus propios términos, “que truene, llueva o relampaguee, griten o pataleen, el Tren Maya va por que va”(Magaña, 21 de septiembre 2019). Así se inauguró el inicio de las obras en julio del 2020, en pleno contexto de la pandemia de COVID-19, argumentando el carácter prioritario del megaproyecto de infraestructura y su relevancia para reactivar una economía mermada por la crisis sanitaria.

Es ante el contraste entre los avances de las obras y el impacto significativo que tuvo la pandemia sobre las estrategias de los actores sociales en su defensa del territorio, que Lilia G Torres,[1] desde la Ciudad de México, nos convocó a Sergio F. Cuellar[2] y a mí para conformar un equipo de trabajo y realizar una película documental sobre la resistencia actual en la Península de Yucatán. El propósito de Lilia era incidir en el debate alrededor del TM, aportando un material audiovisual que diera todo el espacio a las voces de quienes resisten.

El documental Polinizadorxs tenía por objetivo informar a quienes se sintieran alejados del conflicto detonado alrededor del megaproyecto, y también, a través de su apropiación por ser los propios actores del documental, volverse una herramienta de lucha, diálogo y reflexión. Por ello, era importante escuchar y reunir estas “otras narrativas”, que iban a contrapelo del discurso oficial vinculado por el gobierno de Morena que legitimaba el TM. Por ello, propusimos recorrer los 1500 km del trazo del TM para encontrar, escuchar, y grabar a quienes estaban resistiendo y aceptaron compartirnos sus palabras.[3]

La trama narrativa del documental se diseñó con la voluntad de retratar, desde los sentipensares, la relación con el territorio de los actores que se oponen al megaproyecto.[4] Esta elección buscaba ofrecer una mirada más integral, directamente conectada con las vivencias y subjetividades de las personas y de los grupos, así como, en palabras de Lilia G. Torres, “permitía aportar sobre las contribuciones del concepto de sentipensar en el debate sobre la percepción del territorio y su manejo”. Para ello, optamos por un diseño de investigación colaborativa, que ponía en el centro la autorrepresentación de los actores sociales.

En este sentido, los testimonios se articularon alrededor de las preguntas siguientes: ¿Cuál es su relación actual con su territorio?, ¿cuáles son las amenazas principales? y ¿qué pasará cuando esté el TM? Además, se les solicitó a los testimoniantes[5] que nos llevaran a un lugar que les fuera representativo y eligieran algún elemento de la naturaleza con el que quisieran establecer un diálogo. Los y las protagonistas del documental serían el territorio —​​retratado también de manera contemplativa— y sus habitantes, reunidos en una narrativa polifónica que enunciara al mismo tiempo que mostrara.

Los diferentes testimoniantes hablaron e interpelaron a estos elementos desde sus emociones, pero también desde las problemáticas concretas a las cuales se van enfrentando. Se diálogo con el “hermoso caracol chivita”, que es “definitivamente un emblema del equilibrio natural de la laguna”; con la golondrina, preguntándole por qué ha desviado su vuelo, por qué “ya no vuelas hacia el sur”; a un venadito asustado, “ya sabes lo que está pasando, amigo, no se acaban los problemas”;[6] a un tejón, aplastado en la carretera, frente al cual se siente “tristeza y el dolor”; a una cueva —cenote urbano— que por la ceiba que la atraviesa es “la conexión con el aquí y el ahora”; con un jaguar, en la selva, al cual se le dice sentir “una gran responsabilidad estar en tu casa”; a un sagrado tapir, ante el cual se presenta como “descendiente de esos abuelos, (…) de esos guerreros, y de esas guerreras que fundaron este pueblo sagrado, este pueblo autónomo, Noj Kaj Santa Cruz”;[7] y con una mujer jaguar, símbolo de las abuelas y de la sabiduría, contándole: “yo camino y quiero caminar como tú (…) caminar por la selva, muchas veces sin ser sentida, ni escuchada”.[8]

En este hablar, se incluyó lo que ha significado y representado el desarrollo, concepto que es el punto nodal de los conflictos socioambientales. Este desarrollo, vivido por los actores en resistencia, representa destrucción y contaminación, “vienen y destruyen todo: el manglar fuente de vida lo están destruyendo todo, y todo se contamina, y todo crece”. Representa una urbanización descontrolada: “ahora somos más de 300,000 personas en esta ciudad y es un infierno”. Representa deforestación: “al capitalista, no le interesa lo que es la flora, la fauna (…) Al contrario, trae avionetas, insecticidas, pesticidas y mata todo, tanto la selva como la fauna.” Representa violencia extrema e inseguridad, encarnadas en los modelos de desarrollo de las ciudades de Cancún y Playa del Carmen: “ya lo hemos visto en Cancún: violencia, narcotráfico, pornografía infantil.”

La mayor parte de los testimonios se enfocan en la característica inherente a este desarrollo, que es la mercantilización de la identidad maya, la cual se hace también a través de la invasión y destrucción de su territorio, visto como “un producto más que se vende”. El territorio, “que para nosotros es un espacio sagrado, un espacio donde tenemos vida, en donde nuestro pueblo vive, y donde nuestra cultura permanece”.  En este sentido, comparten su tristeza ante la pérdida de los lugares sagrados, como las pirámides que ya no se pueden visitar, “porque les han puesto un precio, porque ahí va el extranjero”, es decir ante la pérdida de estos sitios de ritualidad, “al igual que nuestros montes, al igual que nuestra milpa”. Se refieren también al dolor que genera ver que las ceremonias mayas, son “un producto más que se vende, que está dentro de estos paquetes que se ofrecen al turismo, al turista, aquellos que pueden con sus dólares pagar.”

Es importante recalcar que los efectos de este mal desarrollo se reflejan y se expresan también en sus vivencias, permeadas por la ritualidad de lo  cotidiano en el territorio: “los niños ya no caminan en el monte como ahorita yo estoy caminando aquí”, “las mujeres, ya no las vemos preparando las tortillas que nos alimentan todos los días, ahora las vemos lavando los baños de los grandes hoteles y los grandes restaurantes” y “nuestras artesanías tienen una etiqueta que les pone «Made in China».” Se resalta el componente identitario, como pueblos mayas, en la defensa del territorio: “hay muchas amenazas en este territorio, muchas. Y eso pasa cuando nos olvidamos de quiénes somos”. Y finalmente, viene este preguntar que ilustra todo el paradigma de la defensa por la vida: “¿por qué  serían dueños de este territorio que es nuestro?”, pregunta que cobra siempre más sentido ahora que “nos amenazan con un Xla’[9] Tren Maya”.

El Tren Maya se enmarca en la continuidad del “embate capitalista,” ya que “el tren nos va a traer más de lo mismo. Nos va a traer más edificios, más asfalto, va a llenar la tierra de cemento, de muerte realmente”. En diálogo con los elementos que escogieron, algunos testimoniantes denunciaron los efectos directos del megaproyecto sobre estos. Hablándole a la cueva, “no solamente es la estructura que se va a construir y que pueda romper tu cuerpo y fragmentarte, sino todo lo que viene detrás” o, hablándole al jaguar, “siento mucho la llegada de la serpiente de hierro, tal vez, esta serpiente de hierro es la amenaza más importante que tienes actualmente”. Se denunció también su carácter adultocentrista: “y te cuento otra cosa tejón, te cuento que en ese proyecto tan grande (…) los niños no tienen espacio, son proyectos pensados por adultos, para adultos que quieren más dinero, pero no son proyectos pensados para que los niños puedan conservar su futuro y puedan conservar un ambiente”.

Es decir, todos y todas las participantes vislumbraron el carácter engañoso de la narrativa elaborada para justificar la construcción del TM. Empezando por su mismo nombre, “un tren que le han puesto de nombre maya, que hasta de eso nos han despojado”, es decir, “sólo es para que saquen dinero con nuestro nombre.” También aluden al discurso sobre el bienestar que suelen enarbolar estos megaproyectos pensados como políticas públicas: “y es triste ver que, a nuestros hermanos y hermanas mayas les digan que viene a traer bienestar, y no es verdad”. Asimismo, denuncian el desplazamiento de las formas de vida de los mayas campesinos, por los supuestos beneficios que va a traer el TM en términos de inclusión laboral: “nuestro trabajo principal es la milpa, aquí es donde buscamos nuestra forma de vida.” “Nos mienten con el trabajo”. El testimoniante Manuel Poc concluye: “¿Cuál sería un buen trabajo para los milperos?”

En otros términos, los y las participantes designan la voluntad de aniquilamiento de la identidad maya a través de la invasión física y cultural del territorio en el cual viven como pueblo: “el tren sólo viene a crear mucha división, viene a confundirnos más, a alejarnos de nosotros mismos. Viene a romper con el tejido social de todas las estructuras de relación que pudiesen existir entre nosotros, entre la gente, con la familia, los amigos, y desde ahí, nos están acabando, nos están atacando” … “No creo en el tren.”

Los testimoniantes nos compartieron en qué sí creen y en lo que hacen: “creo en la necesidad de organizarse para defender nuestro territorio, porque sin el territorio simplemente es sometimiento.” La defensa del territorio pasa también a través de la adaptación de las actividades humanas a las posibilidades de la naturaleza. Hablando a la cueva, “siento que, si se va a hacer esto, se tiene que hacer con el cuidado más delicado de la naturaleza, tenemos que pensar siempre en la naturaleza como prioridad”; o, al jaguar, “necesitamos aprender mucho de ti, necesitamos concientizarnos de que la naturaleza no nos necesita a nosotros como especie, pero nosotros sí necesitamos de la naturaleza.” En medio de la selva en Calakmul, se refirieron a las actividades económicas de los habitantes de la región: “y nosotros, que vivimos en esta área y que explotamos sin degradar el área, en la apicultura, pues decimos «no, esas personas no saben vivir, no saben cuidar».”

Por ello, sobre supuestos proyectos de desarrollo diseñados e impuestos desde afuera, nos reiteran, sin pronunciarlo, el principio de la libre determinación de los pueblos indígenas, “los mayas son los que debemos decir qué proyectos queremos que se construyan, cuál sería el desarrollo que esperaríamos para nuestro pueblo…” Ante la violación de este derecho, los testimoniantes nos comparten sus últimas palabras, de unión, fuerza y resistencia: “pues cada vez nos estamos encontrando más, y cada vez estamos levantando la voz, y cada vez estamos organizándonos para no permitir el avance de estos megaproyectos, como el tren”; “queda sumar las dignidades, queda sumar las voluntades para poder posicionarse y decir no” ; “y levantaremos nuestra voz, nuestra intención, nuestras ofrendas y nuestra fuerza, para poder proteger este territorio”. Y entre palabras, podemos ver aflorar, en medio del miedo y de la fuerza, el principio de esperanza: “y en medio de la resistencia también hay alegría. Conciencia. Sabiendo que hacemos lo correcto. Esta es una historia larga de resistencia…”

Esta lucha se expresa también en el compartir sus emociones a los elementos de la naturaleza con quienes establecieron el diálogo, tocando la dimensión sentipensante de su relación con el territorio. Algunos de los cierres se hacen desde el llamado: “golondrina ya no vueles hacia el norte, vuela hacia el sur, aquí estamos”. También, desde el compromiso, la promesa de seguirlos defendiendo; le hablan a la cueva: “entonces, yo quiero hacer un compromiso aquí contigo y conmigo, y este compromiso es que no te voy a dejar solita, que voy a trabajar, y mi vida va en ello, para que pervivas por siempre, y tu belleza no se toque, y que tu belleza dure otros 100,000 años más”; o al jaguar, “me comprometo contigo, frente a frente, en que no descansaré, y hasta mi último suspiro voy a dedicar a la conservación de tu hogar, que son estos bosques y ecosistemas, de los cuales también nosotros dependemos.”

La idea de los polinizadorxs brotó como hilo conductor entre las diferentes personas que participaron con sus testimonios. Durante el montaje observamos que los testimonios, las palabras colectadas, eran mensajes. Palabras que tenían por vocación volar, mensajes emitidos para esparcirse, y de tal forma sembrarse en otros territorios, en otros sentires, y dar vida a nuevos mensajes, alimentando de tal forma tanto el ciclo infinito y continuo de la vida, como el sembrar de la resistencia. Un polinizador de palabras, de consciencia, de lucha, de vida, de resistencia.

Buscamos converger estos mensajes alrededor del proyecto documental, para luego esparcir estas palabras a donde tengan que llegar. Así como la última escena, de los murciélagos saliendo de su gruta, en Calakmul, a los cuales el testimoniante revuelve las últimas palabras: “sí quisiera que mi voz, pues, pudiera esparcirse así como salen los murciélagos aquí en esta cueva, salen a polinizar y a regar todo lo que es la vida de los árboles, alrededor de este lugar.” “Pues sean ellos portavoces, asimismo de las palabras que estamos expresando en este momento”.

En septiembre del 2022, nos fuimos a la Península de Yucatán[10] a presentar el documental a quienes habían participado compartiéndonos sus testimonios. Luego de las proyecciones, les preguntamos qué habían pensado cuando les vertimos la propuesta de participar y qué sintieron al momento de dar su testimonio. Esa es una de las respuestas:

Cuando me hablaron del proyecto, pensé que fue un cambio de paradigma, ya que la mayoría de los investigadores que recogen información de actores sociales lo hacen con un enfoque desde el “¿qué estás haciendo?» Por ello, se centran en elementos tangibles, como la infraestructura, los impactos del tren, del turismo… En cambio, dentro de su planteamiento, proponen indagar en el proceso interior, en el sentir, ¿en el “por qué lo haces?», y eso me gustó mucho. Aunque al inicio me costó un poco de trabajo entrar en esta dimensión sensorial, pero finalmente encontré una forma adecuada y sincera de expresarme. Logré entrar en un estado de claridad y sinceridad con respecto a lo que sentía, pude expresarme claramente a pesar de estar siendo grabado. En este sentido, creo que el vídeo es una herramienta magnífica de comunicación con el cual se puede transmitir un gran conjunto de emociones en un corto tiempo, y espero que su difusión pueda lograr sensibilizar al espectador, genere la suficiente empatía para lograr un cambio de visión en quienes lo ven, que entiendan mejor los procesos comunitarios y de defensa de los bienes comunes.[11]

Otra respuesta, al aludir sobre su proceso de resistencia: “si luchamos por algo, no es una cosa, es un camino, y es algo que nos mueve aquí adentro, y es la consciencia de que nuestros abuelos nos acompañan, y la consciencia también de que estamos luchando por la vida (…)” También preguntamos sobre lo que opinaban del resultado final del documental: “el camino nos ha llevado a muchas partes, a muchas personas, (…) la verdad, muchas gracias por el trabajo y hacer algo tan hermoso. Cuando los datos fallan, pues llégale al corazón.”[12]


[1] Doctorante en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente investiga la producción audiovisual de los grupos guerrilleros salvadoreños y es coordinadora del proyecto de investigación Mujeres Documentalistas en México, 1970-1985. Es co-realizadora del documental Trinchera sonora. Voces y Miradas de Radio Venceremos (2018).

[2] Sergio F. Cuéllar es fotógrafo, etnólogo y videoasta independiente. Forma parte del Colectivo Intersticio Visual y trabaja con metodologías audiovisuales participativas y comunitarias en espacios urbanos y rurales desde el año 2015.

[3] El equipo de trabajo se integró por Lilia G. Torres (realizadora, sonidista y chofer), Bianca Bachelot (productora e investigadora), Sergio F. Cuellar (cámara) y Eduardo Andaluz (cámara y dron), quienes recorrimos durante las primeras tres semanas de septiembre de 2020 los siete tramos del proyecto, haciendo registros audiovisuales, sonoros y testimoniales con diecisiete personas. Cabe destacar que la red de colaboradores no se limita solamente a quienes nos brindaron sus testimonios, sino a toda la red de apoyo que surgió en la construcción del itinerario y en su recorrido.

[4] El sentipensar ha sido propuesto como categoría teórico conceptual por el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda, quien apela a los investigadores sociales a producir un conocimiento capaz de romper con las ciencias sociales clásicas provenientes de los centros imperiales. Eso implicaba en un primer tiempo romper con la creencia de que el conocimiento se pueda separar de la vida real y que el investigador es el detentor de este saber. En cambio, el esfuerzo debe enfocarse en generar un conocimiento anfibio, o sentipensante, construido con la participación popular y gracias al compromiso personal, social y político del investigador hacia quienes pretende comprender. En este sentido, el investigador debe escuchar para comprender y procurar con el otro la producción de un conocimiento que es acción y de una acción que produce conocimiento. De acuerdo con Borda, investigar desde la participación y el abordaje de las personas y grupos como seres sentipensantes permite para dar sentido a la praxis en el terreno, y por ello progresar en la democracia. En este sentido, piensa la investigación participante desde el abordaje sentipensante como una filosofía de vida, más que como una simple metodología de investigación. Véase:  Fals Borda, Orlando, “Ciencia, compromiso y cambio social”, en Antología, Herrera Farfán, Nicolas Armado y Lorena López Guzmán (comp.), Venezuela, Editorial el Colectivo, 2015.

[5] Joaquín Aguilar, Lourdes Ganzo, Chacho, Haizel, José May, Candy May, Ángel Sulub, Wilma Esquivel, Bruno Fabian Martínez Martin, Roberto Rojo, Raúl Padilla, Heber Uc, Manuel Puc, Marco Jericó Nava Martínez, Melina Maravilla, Anastacio.

[6] En este caso hace alusión a la lucha legal que enfrenta el pueblo de Homún, Yucatán, frente a la granja porcícola de Kekén, que operaba con más de 49 000 cerdos y contaminó los cenotes del área.

[7] El nombre completo tal como lo enunció el testimoniante es Noj Kaj Santa Cruz Xbáalam Naj K’ampokolche.

[8] Para que el diálogo se pudiera hacer de la forma más íntima y respetuosa posible, se optó por dejar el o la testimoniante solo o sola con el fotógrafo, sin que estuviera todo el equipo de producción alrededor.

[9] Expresión del maya yucateco que se usa para referirse a un objeto, animal, o persona, que provoca molestia y/o fastidio a quienes lo enuncian. Ezer May, Izamal.

[10] Xpujil, Municipio de Calakmul, Campeche, Bacalar, Municipio de Bacalar, Quintana Roo, Felipe Carillo Puerto, Municipio de Felipe Carillo Puerto, Quintana Roo y Playa del Carmen, Quintana Roo.

[11] Marco Jericó Nava Martinez, defensor ambiental, Bacalar, Quintana Roo.

[12] Wilma Esquivel Pat, Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on.


Referencias

Fals Borda, O. (2015). “Ciencia, compromiso y cambio social”, en Antología, Herrera Farfán, Nicolas Armado y Lorena López Guzmán (comp.), Venezuela, Editorial el Colectivo.

Magaña, J. (21 de septiembre 2019). “El Tren Maya va porque va, truene, llueve o relampaguee: AMLO”, La Jornada Maya, Ciudad de Campeche, México.