La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república representó la conformación de una nueva voluntad nacional (de composición muy compleja y anhelos muy variados). La sociedad mexicana se atrevió y cambió la inercia política (falta ver en qué grado y en qué sentido). Sin embargo, los distintos actores sociales invistieron al nuevo presidente con una serie de atributos que en algunos aspectos no coinciden con la persona real. La ciudadanía proyectó sus deseos (variados y contradictorios) sobre el nuevo presidente, pero la persona real Andrés Manuel López Obrador es de por sí complejo, y además a veces padece y en otras ocasiones alienta una fragorosa lucha al interior del gobierno federal entre distintos intereses y proyectos de nación. Actualmente por ejemplo hay un maremágnum por el control de MORENA y el Congreso, atizado por las ventajas que otorgará para controlar el nombramiento de candidaturas, las elecciones, el segundo tramo del gobierno e incluso la sucesión presidencial. En ese contexto podemos decir que efímeramente (por ejemplo el día de las elecciones) lo popular llega a su pleamar en la 4T, pero en otros (bastante frecuentes) lo popular decrece a bajamar y lo que asciende son los negocios y los políticos de siempre.
La complicada lectura del escenario político requiere una visión con matices. La polarización medra la reflexión colectiva. La discusión respetuosa fortalece la ciudadanía. En ese marco considero que hay tres rasgos del discurso presidencial que ameritan la exigencia ciudadana de corregirlos: la militarización creciente, el resurgimiento del paramilitarismo en Chiapas como parte de una guerra de contención a la expansión política del zapatismo, la estigmatización de los opositores al Tren Maya y los defensores del medio ambiente.
La invasión militar de ámbitos civiles
Los Secretarios de la Defensa Nacional, General de División Diplomado de Estado Mayor, Luis Crescencio Sandoval González, y el secretario de la Marina Armada de México, almirante e ingeniero geógrafo José Rafael Ojeda Durán, se presentan cotidianamente en las conferencias mañaneras a informar sobre el estado de la Seguridad Pública; así lo hicieron en Colima, Guerrero, Sonora, Tamaulipas. Esta invasión de ámbitos de competencia tiene muchas consecuencias. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece una clara diferencia entre seguridad pública y seguridad nacional. El artículo 6º por ejemplo exenta de la transparencia a las instituciones relacionadas con la seguridad nacional lo cual implica que cuando las Fuerzas Armadas hacen tareas de seguridad pública, las efectúan en una especie de tiniebla. El artículo 21º de nuestra Carta Magna establece claramente que las instituciones que realicen tareas de seguridad pública serán de carácter civil. El artículo 129º de nuestra Constitución es clarísimo: en tiempos de paz las Fuerzas Armadas sólo pueden hacer actividades relacionadas con la disciplina militar. La militarización de la seguridad pública violenta la constitución y sobre todo su eje de derechos humanos.
El resurgimiento de grupos paramilitares en Chiapas
El 25 de agosto en su artículo “Arde Chiapas” (La Jornada) Luis Hernández Navarro denunció el resurgimiento de grupos paramilitares en Chiapas. El 22 de agosto pasado, señaló la nota, un grupo de transportistas de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo ORCAO, encabezados por Tomás Santis Gómez disparó, saqueó e incendió dos bodegas de café de bases de apoyo del EZLN, en Cuxuljá municipio rebelde de Moisés Gandhi (municipio oficial de Ocosingo). Orcao fue prácticamente expulsada de UNORCA en 2015. Su dirigencia está dividida y en disputa. Su ataque se dirigió con un grupo colectivo de 539 campesinos que, tras el levantamiento zapatista, fueron beneficiados con la entrega de 1433 hectáreas entregadas por Reforma Agraria. Un pequeño grupo de la comunidad perteneciente a ORCAO insiste en fraccionar el predio, sacar certificados y vender los terrenos individualmente. Luis Hernández Navarro concluye que pese a la versión de muchos medios, no se trata de conflictos comunitarios, se trata de agresiones apoyadas por el gobierno estatal, el cual respalda con recursos, proyectos productivos e impunidad a los grupos que golpean al EZLN.
El 25 de agosto en el programa “Contracorriente”, de la televisora Rompeviento, Luis Hernández Navarro entrevistó a Hermann Bellinghausen quien habló sobre otro de los grupos paramilitares, el cual atacó recientemente a tsotsiles desplazados que se habían refugiado en Aldama y dijo que el grupo paramilitar atacante es el mismo que realizó el asesinato de Acteal. Estamos viviendo, dijo Bellinghausen, una especie de deja vu: quema de casas, expulsión de la gente de sus casas y balaceras. El escritor abundó: Abraham Cruz, presidente municipal de Chenalhó, es hijo del pastor protestante evangélico, que bendijo las armas con las que se cometió el crimen de Acteal, trabaja muy cerca del Partido Verde, derivación del PRI, recientemente fortalecido cuando llegó al gobierno Manuel Velasco y ahora reforzado por su alianza con MORENA. El zapatismo a nivel local se encuentra en un periodo de expansión, la guerra en Cuxuljá y Aldama intenta contener por la vía militar el avance político del zapatismo y su oposición al Tren Maya y al Ferrocarril Transístmico.
La estigmatización de opositores al Tren Maya
El presidente de la república lanzó en la conferencia mañanera del pasado 28 de septiembre una serie de afirmaciones que anatemizan a los defensores del medio ambiente y los derechos humanos. En algún momento del acto informativo señaló: “todos los opositores se disfrazan de defensores de Derechos Humanos y ambientalistas para recibir dinero del extranjero”. En un momento posterior de su conferencia solicitó proyectar en el cañón una tabla en la que acusa a diferentes organizaciones no gubernamentales de recibir dinero del extranjero, para oponerse a la construcción del Tren Maya. La información dijo el mandatario fue tomada de El Heraldo de México y posteriormente fue ratificada por funcionarios del gobierno mexicano. Su estigmatización de los opositores al Tren Maya resulta incluso peligrosa en un contexto en el que al menos 20 defensores ambientales y de derechos humanos han sido asesinados en tiempos recientes. La acusación incluyó distintos tipos de financiamientos y organizaciones, pero fue formulada de modo que pretendió arrojar una sombra de duda, contra todos los opositores al Tren Maya, como si la resistencia proviniera de agentes extranjeros (en algún momento pensé que invocaría el “oro de Moscú”). El ataque es grave porque desconoce aspectos tan importantes como: un sector importante de los opositores al Tren Maya proviene de las propias comunidades y ejidos, en un contexto en el que dependiendo de cada estado de la república, la propiedad colectiva de la tierra representa entre el 30 y el 60% de la superficie agrícola que eventualmente pasarán a manos de transnacionales; muchos académicos por ejemplo de la Universidad Autónoma de Yucatán han denunciado un fuerte movimiento especulativo en el sector inmobiliario; FONATUR ha reconocido que construirá 16 polos de desarrollo, en cada estación del tren, uno de esos polos, el de Palenque, tendrá una superficie mayor a 2000 hectáreas, cada una de esas ciudades se convertirá en una especie de Cancún y transformará los usos de suelo, devastará los recursos naturales y empleará la fuerza de trabajo indígena en empleos precarios de jardineros, albañiles, cocineros, mucamas, etc. La declaración del presidente atenta contra el derecho elemental de sectores, comunidades y organizaciones del movimiento indígena y campesino a ser consultados sobre proyectos que alterarán radicalmente, su entorno y su modo de vida.
Analizar la 4T reclama un modelo que dé cuenta de su complejidad y sus contradicciones. Por lo pronto queda claro que la bajamar de lo popular es sucedida por la pleamar de lo comercial y los políticos tradicionales. El cambio vendrá de una nueva relación societal, entre el Estado y la sociedad civil, un ejercicio colectivo, crítico y responsable de la ciudadanía. Necesitamos conformar una sizigia popular, una gran marejada impulsada por una opinión pública de izquierda.