¡Las jotas con las lenchas

están abriendo brechas!

La amistad entre las diversas comunidades de colectivos que disienten a veces es tersa y suave, a veces de lo más tirante por otras fuerzas que fluyen, fobias, filias, falsas filias, flamas, flemas; no obstante, considerar la amistad y las posibilidades de acompañarnos en la adversidad del disentimiento me parece sumamente generoso y vibrante. 

Porque ser lo que una es es un fuerte motivo de orgullo, disentir es motivo de orgullo, y orgullosamente ser disentimiento que marcha, camina y lucha es vital en los tiempos que corren; como también lo es recordar que las marchas festivas a las que asistimos hoy en día, iniciaron con un fuerte disentimiento y con un importantísimo arraigo en las clases trabajadoras de razas no hegemónicas.

La marcha que se celebrará mañana en la Ciudad de México tiene su origen en los disturbios en Stonewall, donde Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera organizaron el descontento contra las agresiones policiales y detenciones arbitrarias a personas, lesbianas, homosexuales, trabajadoras sexuales, trans y pertenecientes a la comunidad, negra, latina, indígena o inmigrante. Lo mismo que en el feminismo, el origen de la lucha por los derechos de la diversidad comenzó con una fuerte organización comunitaria entre diversidades de grupos que además de libertad exigían trabajo, salud, educación y seguridad. El movimiento de disidencia sexual tiene un fuerte coeficiente de transversalidad de raza y clase, como en su momento el feminismo que provino de la clase trabajadora.

El orgullo de ser la que una es abrió la lucha por igualdad en derechos a trabajar, a recibir atención médica y educación; que hoy el orgullo sea una fiesta en la que empresas transnacionales e instituciones públicas y privadas pongan grandes cantidades de dinero, marketing y visibilización no tendría que disolver las exigencias fundamentales relativas a la igualdad de condiciones en el ámbito laboral, social y económico para todas las diversas formas en que como trabajadoras nos movemos.

Considere usted, que en este país las que salimos del clóset lo hicimos primero en los “lugares de ambiente” y en las marchas —maravillosos espacios de confianza—, pero que salir de clóset en espacios laborales es muy complicado porque las formas de empleo actuales están atravesadas por la precariedad laboral que obliga a asumir condiciones en las que no hay contratos sino inestabilidad sin seguridad social ni posibilidades de ascensos meritocráticos.

De manera que, las condiciones para la clase trabajadora en general es terrible y se agrava cuando intervienen otras condiciones como el género y diversidad sexual. La brecha entre el salario de hombres y mujeres sigue siendo alta y es similar entre mujeres lesbianas y heteros de casi 25 por cierto; esa brecha se agrava si la mujer en cuestión es madre donde la brecha puede de casi un 30. La brecha salarial entre hombres homosexuales es alta pero mucho menor que las anteriores y está relacionado más bien con la posibilidad-imposibilidad de ser ascendido.

De acuerdo con el Diagnóstico nacional sobre la discriminación hacia personas LGBTI las posibilidades de no ser contratado o no ascender en el empleo por declarar abiertamente que una pertenece a una disidencia sexual son altas y se identifican con requerimientos hostiles que implican  por tu orientación sexual, que te soliciten pruebas de embarazo y VHI y estado civil. En este sentido, las personas trans son quienes más prejuicios y rechazo reciben por parte de empleadores.

Que las empresas e instituciones se muestren gay friendly  en el mes de junio, no significa que sean amistosos con las condiciones laborales de las personas que trabajan para ellos, heteras o diversas; a todas nos ofrecen la misma precariedad si es que no nos organizamos. Bien por #Loveislove y #Love4all y mucho también por el trabajo decente; tener un empleo digno con estabilidad laboral contrato colectivo y prestaciones laborales hace que las personas se sientan menos vulnerables al expresar su identidad en el espacio laboral y en general, mejora la vida de una comunidad que se pretende abierta y diversa.

Marchemos queridas con mucho orgullo y glamour también porque las instituciones gay friendly asuman recomendaciones con respecto de las nuevas formas de conciliación de vida laboral y familia en la diversidad que “mejoren las condiciones de vida de todas las personas” es decir que haya oportunidades de empleo productivo, en condiciones de libertad donde elijamos y nos organicemos sindicalmente; equidad sin discriminación que permita conciliar trabajo y familia en diversidad, seguridad que implica salud, pensiones y protección social; dignidad en la que todas las personas seamos tratadas con respeto y participemos en las decisiones de nuestras condiciones laborales.

Marchemos queridas con brillos y con alegría en tacones, sandalias o tenis; con las palabras que en esta lengua que habitamos, nos abarque y nos permita; y así como se nos dé la gana celebrar lo que una es como se nos de nuestra regalada gana; que expresar orgullo de lo que una es en compañía es hermoso, ir unas con otras porque nuestra maravillosa y brillante disidencia sea reconocida y valorada; marchemos, caminemos y bailemos desde nuestra ternura, nuestras fallas nuestras sucesivas e intuitivas formas de ser y expresar nuestra desbordante disidencia.