Los canales de comunicación entre los tecnócratas y la sociedad, normalmente cerrados, tienden a abrirse en momentos de crisis excepcionales. Cuando esto sucede, los expertos se exponen al escrutinio directo de la sociedad, y sus perfiles, discursos y acciones se vuelven el centro de un debate público, muchas veces mediado por intereses políticos. La emergencia del coronavirus ha traído este escenario a nuestro país y un actor principal ha acaparado los reflectores: Hugo López Gatell. 

En la conferencia mañanera del 12 de marzo López Obrador señaló, al hablar sobre el coronavirus, que «todas las decisiones que tomemos van a tener como referencia las indicaciones de los técnicos, de los médicos y de los científicos». Al tiempo que reconoció que no sabía nada sobre epidemias, pidió a quienes no fueran expertos abstenerse de opinar sobre el manejo de la crisis y advirtió los serios problemas de minimizar o exagerar los efectos del coronavirus. Tras ello, cedió la palabra al subsecretario de salud, Hugo López Gatell, quien por más de 1:30 hrs habló sobre el tema, presentó diagnósticos, metodologías y un resumen del plan de acción elaborado por el gobierno. En esa misma conferencia, el representante de la OMS en México, Cristian Morales, hizo un reconocimiento público a las autoridades mexicanas – el primero de varios – por la forma de enfrentar la contingencia.

No era la primera vez que López Gatell hablaba sobre el tema. El 17 de enero, el día que se confirmó apenas la segunda muerte por coronavirus en China, el subsecretario intervino en la mañanera para anunciar que el gobierno de México, desde inicios de ese mes, estaba tomando medidas de monitoreo y de preparación para enfrentar la epidemia. A partir de entonces, el tema comenzó a ocupar más espacio en los canales de comunicación del gobierno federal, siempre teniendo como cabeza más visible al experto epidemiólogo.

El 27 de febrero, previo a la confirmación del primer caso de coronavirus en México, López Gatell advirtió sobre la severidad de la crisis, mencionando, por ejemplo, la posibilidad de que el 70 u 80% de la población mexicana pudiera contraer el virus (casi dos semanas después, la canciller Angela Merkel hizo la misma afirmación para el caso alemán, robándose los titulares de los periódicos de todo el mundo). Ese mismo día, el subsecretario presentó los escenarios que se esperaban en nuestro país y las acciones que debían implementarse en cada uno de ellos. La proyección realizada a partir del modelo centinela y de la experiencia acumulada en otros países estableció entonces un periodo de 4 a 6 semanas para el inicio de la transmisión comunitaria. Esta proyección, no sobra decirlo, ha resultado ser bastante precisa.

La capacidad médica y científica de López Gatell y de su equipo de trabajo han sido reconocidas por expertos y autoridades internacionales. Pero además de ser un experto en epidemiología, el subsecretario –en cuya trayectoria destaca también haber sido líder estudiantil en el Consejo Estudiantil Universitario (CEU)– ha demostrado ser un gran político y un excelente comunicador. Y esto, en mi opinión, ha sido igualmente importante para el manejo de la crisis. 

Desde el 27 de febrero López Gatell se ha presentado todos los días a dos conferencias de prensa para comunicar al público información actualizada sobre el avance de la epidemia, dar indicaciones sobre qué debe hacer la población, para explicar las medidas implementadas por las autoridades y responder las dudas y cuestionamientos de la prensa. Sus intervenciones logran un inusual balance de claridad y rigurosidad, que constituyen, en mi opinión, una muestra de pedagogía cívica.

Esto se manifiesta, en primer lugar, en la manera en que el subsecretario comunica la información de carácter técnico: cuando López Gatell presenta datos duros suele tomarse el tiempo para describir la manera en que se obtienen –lo ha hecho, entre otros casos, con el modelo centinela– y, sobre todo, para explicar lo que dichos datos muestran, y lo que no, para el diseño de políticas públicas. Así, por ejemplo, en múltiples ocasiones explicó por qué el número de casos confirmados de coronavirus no fue el principal criterio para pasar de una etapa de contención a una de mitigación, como sí lo fue la imposibilidad de rastrear las cadenas de contagio.  

Asimismo, al justificar las acciones llevadas a cabo por el gobierno y el plan general en las que se enmarcan, López Gatell da cuenta de la importancia de integrar criterios no solamente médicos o epidemiológicos, sino también sociales y económicos. Ante las exigencias de medidas radicales de aislamiento que muchas personas comenzaron a hacerle al gobierno mexicano desde hace varias semanas –la mayor parte hechas irresponsablemente por inexpertos– el subsecretario explicó una y otra vez la importancia de actuar de manera oportuna, considerando las condiciones de posibilidad con las que México enfrenta la crisis: un Estado con recursos limitados y una economía frágil en donde gran parte de la población vive al día. Siguiendo una línea de argumentación realista, coherente y racional, López Gatell ha hecho explícita la importancia de minimizar los inevitables daños que traerá la epidemia, ponderando las consecuencias que una acción puede tener en la economía y la salud pública, siempre con base en la información y los recursos disponibles. 

Finalmente, es de destacar la paciencia con la que el subsecretario responde a las críticas y preguntas formuladas por los reporteros, otorgando sin condescendencia argumentos de carácter técnico y científico. Si estamos poco acostumbrados a que las autoridades se expongan a los cuestionamientos de la prensa, lo estamos aún menos a que respondan con argumentos claros y puntuales.

Me atrevo a decir que pocos gobiernos en el mundo han respondido a la crisis sanitaria con la apertura y transparencia con la que lo ha hecho el mexicano. La información y las explicaciones sobre las decisiones administrativas están ahí, disponibles todos los días y puestas a escrutinio público. Quien decida ignorarlas y fundar sus convicciones en tuits, videos editados o artículos de opinión, debe saber que lo hace por elección y no por necesidad.

Probablemente los análisis posfácticos mostrarán que se cometieron errores en el manejo de la epidemia. Por ello, la crítica inteligente y con fundamentos será necesaria en todo momento. No obstante, al día de hoy, la crítica no ha estado a la altura, y el equipo encabezado por López Gatell ha mostrado responsabilidad y competencia. Sus decisiones técnicas han sido avaladas y celebradas por los especialistas; sus dotes en el campo de la política y la comunicación, reconocidas por buena parte de la población. 

Lo peor de la epidemia está por venir, como lo han repetido expertos y autoridades. Por ello, el canal abierto por López Gatell debe mantenerse y, más aún, reproducirse en los otros ámbitos donde la crisis impactará (economía, hacienda, bienestar, etc.). Para salir de la catástrofe necesitaremos no sólo buena tecnocracia, también buena política y comunicación.