Ya en el año 1915, la transgresora Emma Goldman hablaba del control de la natalidad, el mandato (reproductor) de la sexualidad y de cómo les defensores de la autoridad temían el advenimiento de la maternidad libre. La maternidad, construida socioculturalmente como la máxima realización de la “naturaleza” femenina, obligó (y aún obliga) a la concepción, incluso, cuando el embarazo es producto de situaciones de violencia. Durante siglos se romantizó la imagen de la madre y de la mujer doméstica, resaltando su función social en una economía capitalista, que necesita del trabajo invisible y no remunerado de reproducción, crianza y cuidados, para generar plusvalía. Pues, como lo señaló la filósofa Silvia Federici, “eso que llaman amor, es trabajo no pago”.

La iglesia católica, junto con otras iglesias y credos religiosos, contribuyeron a la opresión de mujeres y otras identidades que osaran escaparse de la heteronorma y de los roles asignados, configurando una moral sexual donde el amor y la pareja se vuelven principios indispensables, y el placer toma una connotación negativa. Así, el contacto (y “contrato”) sexual no será considerado pecado, si se inscribe dentro de la institución marital binaria cis-heterosexual; ya que las otras uniones, como las de homosexuales, son percibidas como inútiles para los propósitos de reproducción de masa de fieles, desde la perspectiva de los sectores eclesiásticos, y de mano de obra trabajadora para contribuir al interés nacional, desde la mirada estatal tradicional. 

El cuerpo gestante (para las iglesias únicamente representado con el sujeto mujer), identificado con una subjetividad pasiva y sumisa, tiene un papel sacralizado que cumplir en la sociedad de consumo y, tanto en el caso argentino como en otros países latinoamericanos, también, en la fe judeocristiana. La sexualidad se entiende entonces como sinónimo de fecundidad. La madre como formadora moral y espiritual de les hijes, de la Nación. 

Es evidente que se buscó históricamente el control de nuestros cuerpos, mediante la regulación de las sexualidades y la reproducción. Las mujeres y otras identidades gestantes buscamos ser libres para elegir si queremos o no maternar y —si fuera el caso— definir cuándo y con quién; pues rechazamos el rol que nos impusieron desde la quema de brujas quienes pretendieron decidir sobre nuestros destinos. Entendimos que el “instinto maternal”, lejos de ser un instinto, es una construcción porque “la maternidad también es política”. 

Las demandas culturales y un sistema económico voraz que pretende decidir hasta sobre nuestros deseos más íntimos, definen una maternidad necesaria y posicionan al aborto en contra de este “orden natural” y biológico. La posibilidad de dar vida se transforma en una obligación. La elección de no maternar implicaba una sanción del Estado, la Iglesia y la opinión pública. Culpa, remordimiento, castigo, deshonra y vergüenza serán sentimientos que se nos inculcarán para disciplinarnos, volvernos dóciles y modelar, a través nuestro, poblaciones enteras. Por todo ello, las feministas gritamos fuerte “¡saquen sus rosarios de nuestros ovarios!” e “Iglesia y Estado, asuntos separados”. Aunque en el fondo sabemos bien que la separación de estas instituciones no alcanzará para nuestra libertad: urge despatriarcalizar nuestros Estados, como así también, nuestros cuerpos. Y esto, en un marco capitalista y colonial, parecería volverse utópico. 

La cronología que sigue a estas líneas es exhaustiva, aunque no acabada. Sin embargo, pretende visibilizar lo que consideramos fueron los hitos más importantes que constituyeron tensiones políticas, socioculturales y religiosas que las feministas tuvimos que sortear en Argentina hasta lograr la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Junto al racconto de hechos históricos que ilustra la lucha por incorporar el debate por el aborto a la agenda política, añadimos algunas pinceladas de cómo vivió una de nosotras su propio aborto, en un contexto donde el decidir sobre nuestros cuerpos y experiencias vitales era estigmatizante y criminalizador. Porque, como ya aprendimos, “lo personal es político”. 

Cronología de una lucha 

1921

  • El artículo 86 del Código Penal argentino establece sólo dos casos en los que la interrupción del embarazo (ILE) será legal: si se hace para evitar un peligro de vida o salud para la madre, o si el embarazo proviene de una violación. En el resto de las circunstancias, el aborto será considerado un delito. 

1966 

  • Se crea la Asociación Argentina de Protección Familiar para dar información sobre anticoncepción y evitar que las mujeres interrumpan sus embarazos. La psicóloga Eva Giberti y su marido, el reconocido pediatra Florencio Escardó se ocuparán, también, de mostrar las consecuencias “traumáticas y psicológicas” de esos abortos, años más tarde, en una película protagonizada por Emilia Mazer.

1970 

  • Se funda la Unión Feminista Argentina (UFA), encabezada por María Luisa Bemberg, Gabriela Cristeller, Leonor Calvera y Marta Miguelez, entre otras. 

1972

  • María Elena Oddone se presenta como lideresa del Movimiento de Liberación Femenina (MLF) y es una de las primeras en salir a la calle para exigir por la legalización del aborto. 

  • Tanto la UFA como el MLF, empezaban a luchar colectivamente en el orden subjetivo, imitando los grupos de concienciación norteamericanos y cuestionando el rol de la mujer como garantizadora del placer de varón, de cuidadora, reproductora, como así también su cosificación para beneficio del mercado. Asimismo, tal como supuso la revolución de la década de 1960 y 1970 en Occidente, planteaban el abandono del mandato de reproducción como primer y único fin, para reemplazarlo por el concepto de placer. Sexualidad orgásmica vs. sexualidad reproductiva. 

1973

  • El PST, un partido político trotskista, en su programa de gobierno, propone la legalización y gratuidad del aborto, algo inaudito en un contexto de conservadurismo nacional.  

  • Se forja un vínculo político/afectivo entre compañeros del Frente de Liberación Homosexual (FLH) y feministas de UFA. “Un hallazgo que habla de una alianza estratégica e histórica entre el feminismo y las minorías sexuales que, para el día de la madre, en agosto de 1973, en pleno centro porteño juntxs organizaron una volanteada para condenar al aborto clandestino” (Bellucci, 2018). 

1974

  • El 28 de febrero, el entonces Presidente de la República, Juan Domingo Perón, firma el Decreto presidencial 659, que restringirá duramente la difusión y venta de anticonceptivos. Esta medida seguirá vigente hasta comienzos de la década de los ochenta. 

Considerando que el justicialismo se presenta desde sus bases fundantes como cristiano, no resulta sorprendente ni su vínculo con la Iglesia Católica ni la estigmatización hacia quienes quieran desafiar dicho dogmatismo. De la siguiente forma lo ilustra el decreto al que hicimos mención previamente: “Esta amenaza [el aborto] que compromete seriamente aspectos fundamentales del destino de la República es fruto del accionar de intereses ‘no argentinos’ que desalientan la consolidación y expansión de las familias promoviendo el control de la natalidad, desnaturalizando la fundamental función maternal de la mujer y distrayendo en fin a nuestros jóvenes de su natural deber como protagonistas del futuro de la Patria” (Decreto 659 de 1974).

Esa ideología puede resumirse en una de las consignas cantadas por parte de la organización Montoneros, brazo armado del justicialismo durante la década de los setenta: “Procrear, procrear, procrear, procrear como quiere el General”.

El peronismo, principalmente a través de la imagen de Eva Duarte y sus órganos de difusión (como lo había hecho en la etapa previa con la revista Mundo Peronista, publicada entre 1951 y 1955), reproducía el estereotipo de la mujer como madre, esposa y cuidadora. Así, de acuerdo a Mirta Zink (2000, p. 17), en dicho movimiento “(el) valor de las mujeres existía en tanto eran madres. La familia y la función reproductiva-social de la mujer se naturalizan y se subordinan al mantenimiento del bienestar de toda la comunidad”.

“Nacimos para constituir hogares. No para la calle”, puede leerse en el capítulo 50 de La razón de mi vida de Eva Perón. Y, si bien es cierto que se afirma que el texto no fue escrito por la misma referente, sí se puede sostener que dicho lema constituía el imaginario de mujer peronista que se quería naturalizar. 

En palabras de Dora Barrancos (2010, p.158): “el peronismo no presentó una feminización del poder ni un cambio radical de las atribuciones que culminara con los vínculos partidarios entre varones y mujeres” 

1975

  • La Asamblea General de Naciones Unidas proclama el Año Internacional de la Mujer, incorporando a la agenda de la organización las problemáticas que identificaban a las mujeres del mundo. 

1982 

  • Se crea ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer) 25 de Noviembre, que se declara feminista y antiimperialista, y establece lazos con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Madres y Abuelas de Plaza de Mayo habían transgredido su rol tradicional para tomar el espacio público, transformando el sentido íntimo y anónimo de la maternidad, al politizar sus obligaciones de cuidado; velar por el destino de sus hijes. 

Como han expuesto en más de una oportunidad las Madres, muchas de ellas no se consideraban a sí mismas como “feministas”, pero tenían en común una causa y eso las hermanó. La diversidad de orígenes, clase, experiencia militante, edad, orientación sexual, entre otros, pueden ser caracterizaciones diferenciales que no afectaron la proyección poderosa y homogénea que las de pañuelo blanco potenciaban externamente.

Nora Ciapponi, obrera, luchadora sindical, feminista e internacionalista. Foto tomada de La tinta.

1984

  • La Multisectorial de la Mujer organiza el 8M (feministas, militantes de DDHH, mujeres de partidos políticos tradicionales, mujeres de sindicatos, amas de casa, militantes lesbianas, etc.) bajo las consignas “aborto libre”, “nosotras parimos, nosotras decidimos” y “despenalizar el aborto ya”. 

1986 

  • Surgen los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM), espacios de diálogo multitudinario, donde se discuten diversos temas que interesan y afectan a los cuerpos femeninos y feminizados. Los encuentros ya cuentan con 35 ediciones en diversas provincias y ciudades del país, ya que revisten un carácter federal. La excepción fue en el 2020; ya que, debido al contexto sanitario, se hizo un breve encuentro online

Desde hace por lo menos tres años, varios sectores venimos luchando para que el evento cambie su denominación a Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries. De esta forma, se incluyen las diversas subjetividades y la perspectiva pluricultural y transnacional que implica el acuerparnos en ese mismo tiempo-espacio para hablar de nosotres. 

1987

  • Se realiza la reunión anual de ATEM 25 de Noviembre, y surge la idea de crear una agrupación para la lucha por el Derecho al Aborto.

1988

  • En marzo, se concreta la agrupación por el Derecho al Aborto, integrada por Safina Newbery, Laura Bonaparte, Alicia Schejter, María José Rouco Perez (de ATEM), Dora Coledesky, entre otras.

1989

  • La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto publica la revista “Nuevos Aportes sobre el Aborto”. Si bien se publica de forma irregular, conforme a los recursos de la agrupación, procuran difundir hechos, conceptos y criterios relevantes sobre la anticoncepción y el aborto, despenalización y legalización, ligadura de trompas y la figura ficticia del “trauma” postaborto, ya que únicamente es un constructo cultural.

  • Se comienzan a hacer ligadura de trompas en el Hospital Eva Perón (ex Castex), partido de San Martín (provincia de Buenos Aires), sin necesidad de autorización judicial.

  • En el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) de este año se realiza un taller autoconvocado en el que participa Mabel Gamarra y Carmen González, concurren 50 compañeras. El tema del aborto también se plantea en todos los talleres relacionados a salud femenina. 

1990

  • En el ENM en San Bernardo, se determina que el 28 de setiembre será el Día de la Legalización del Derecho al Aborto, que luego sería imitado por otros países latinoamericanos.

  • Nuevos grupos y colectivas se incorporan a la militancia feminista: algunas ONG, agrupaciones lesbianas, mujeres de sectores populares, mujeres y varones trans. Movimiento heterogéneo cada vez más grande. Como en el resto de la región, la diversidad traerá tensiones, preguntas y la necesidad de seguir problematizando la construcción de los géneros.

  • Menem, presidente peronista, instituyó el 25 de marzo como el “Día del Niño por Nacer”, a pedido del Vaticano y en una fecha significativa para la iglesia católica. Esta conmemoración sigue vigente hasta la actualidad, dando cuenta que el Estado laico está lejos de ser una realidad. 

1992

  • La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto presenta por primera vez un proyecto de ley de Anticoncepción y Aborto, y no consigue que tenga tratamiento parlamentario.

  • El periódico de tirada nacional, Página 12, publica una solicitada de la Campaña refiriéndose al 28 de setiembre como el “Día de Lucha por la Despenalización del Aborto en Latinoamérica”. Es la primera vez que se publica en un medio de comunicación masivo sobre aborto en el país.

1993

  • La Campaña interviene en la redacción de tres proyectos de ley presentados por les diputades: Alfredo Bravo del Partido Socialista, Martha Mercader de la UCR, y Luis Zamora, del Movimiento al Socialismo.

1994

  • La Campaña publica la segunda solicitada, en víspera de la Convención Constituyente, denunciando allí que la Iglesia Católica pretendía incorporar en la nueva Constitución la defensa de la vida desde la concepción. La petición es firmada por muchas agrupaciones y artistas.

  • A partir de ahí se constituye la agrupación “Auto-convocadas para Decidir en Libertad”, y se movilizan hacia la provincia de Santa Fe para impedirlo. Lo logran, aunque el acuerdo entre los partidos mayoritarios (radicales y peronistas), aniquila cualquier tentativa de discutir la despenalización /legalización de aborto.

1995

  • La Campaña interviene en varios debates en los Colegios de Abogadxs y en las Facultades públicas de Derecho; haciendo pedagogía feminista. “El público votó y perdimos por pocos votos, pero hubo mujeres que se acercaron a felicitarnos”, recuerda Coledesky, una de las pioneras.

1998

  • Dora Coledesky, al cumplir 10 años de la creación de la revista de la Campaña (“Nuevos aportes”), recuerda: “No queremos hacer una historia de la Comisión, ni enfatizar la importancia de su creación. Solamente queremos resaltar la decisión de un grupo de mujeres que se animaron a levantar la voz para tocar un tema tabú que, aunque rodeado de la más grande hipocresía, forma parte intrínseca de la vida de las mujeres”.

1999

  • Se desarrolla el Congreso de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), en Mar del Plata, donde se concentran 8.000 delegades y se resuelve, casi por unanimidad, el apoyo a la legalización del aborto. 

En diciembre, yo aborto, luego de mi primera relación sexual del 12 de octubre; y en compañía de una amiga que ya había pasado por la misma experiencia. Acceder al médico que realizaba los abortos no fue fácil. ¡Fue desgastante! En un consultorio en el que consultamos, un ginecólogo nos echó al grito de “¡asesina! lo hubieras pensado antes”.

Había dos cuestiones de las que era totalmente consciente: que estaba sola y que no me quería morir. Conocía las mismas historias que conocemos todas, de muertes por abortos clandestinos, de noche de hemorragias agónicas, de mujeres que terminan presas.

Tengo claro que, si estoy viva, es porque pude pagarlo y acceder a un servicio profesional. La clase estructura las oportunidades y las exclusiones. 

  • Se impide el ingreso al puerto del barco holandés “Woman on waves”, una ONG holandesa que se encargaba de llevar mujeres que deseaban terminar con sus embarazos hasta aguas internacionales, para suministrar misoprostol y así lograr un aborto seguro en países donde el aborto está en la esfera de la clandestinidad.

Como tantas veces en la historia, ante la negligencia estatal, ha sido la solidaridad y el compromiso feminista –representado en las “Socorristas en Red”– quienes durante décadas acompañaron y asistieron a miles de mujeres y otras personas con capacidad de gestar en la decisión de abortar. Esta articulación de diversas colectivas argentinas, con representación federal en lo extenso de todo el país, brindan información de acuerdo a los protocolos de la Organización Mundial de la Salud, en un marco de ética de cuidado y afecto sororo. La premisa latente en esta apuesta activista y voluntaria es la de que “no estamos solas, nos tenemos (y cuidamos) entre nosotras”. De todas formas, nosotras consideramos que las socorristas no constituyen una solución al problema del aborto clandestino; en el mejor de los casos, son un atenuante ante la indiferencia del Estado. 

Un trabajo de Amnistía Internacional revela en el 2000 que la cantidad de abortos clandestinos osciló entre los 400 y los 500 mil anuales, mientras que en un informe publicado por las socorristas en red, ellas afirman haber acompañado alrededor de 23 mil mujeres en el transcurso del 2014 al 2018. 

Si bien no encontramos información fidedigna, ya que desde el Estado no se publicaron cifras oficiales y hasta hace poco, esta práctica, constituía un delito; podemos dar cuenta de la voluntad de las socorristas, tanto como de la insuficiencia ante una demanda que las supera por una cuestión de recursos.

Durante la década de 1990, el feminismo entra en la agenda pública argentina, pero desde una ciudadanía incompleta, ya que sigue pendiente el derecho sobre nuestros propios cuerpos. Se desplazan los derechos reproductivos y sexuales del campo de la salud a la esfera médica, del Estado a lo íntimo, lo privado. Esto significa una despolitización del asunto y una reprivatización del problema. La responsabilidad individual sobre los derechos reproductivos continúa siendo una cuestión de clase en el marco capitalista: “Las que estamos vivas, somos las que podemos pagarlo”. Colocando a las mujeres, el sector más empobrecido de la sociedad, en riesgo de vida por abortos mal realizados en contextos ilegales, inseguros y no profesionales. 


Referencias

Bellucci, M. (26 de julio de 2018). La estratégica alianza entre el feminismo y las minorías sexuales. Historia de una desobediencia. 

Zink, M. (2000). “Madres para la patria: Mundo Peronista y la interpelación a las mujeres”, en: Mujeres, maternidad y peronismo (Di Liscia, M.H. et al), Santa Rosa: Fondo Editorial Pampeano.


Esta crónica continuará en la Parte II.