Crónica

Leandro A. Cuellar

A un par de semanas del asesinato de León Trotsky, Ediciones IPS, en conjunto con el Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky (CEIP) de Buenos Aires, ha lanzado la Obra Escogida 16: La teoría de la revolución permanente, en la que Gabriela Liszt es compiladora y prologuista. Por este motivo, hemos decidido entablar una entrevista con ella sobre esta edición, el cine marxista, la representación en el discurso cinematográfico de la figura de Trotsky y el presente político de Argentina.


Leandro A. Cuellar (LAC): ¿Qué la ha llevado a militar en el socialismo? ¿Cuándo ha comenzado?

Gabriela Liszt (GL): A los 17 años me mudé a Capital Federal y me cambié al Conservatorio Nacional de Música para terminar la carrera de piano. Era 1979 (cuando fue el primer paro contra la dictadura) y allí conocí a otros estudiantes de música con los que me propusieron hacer un centro de estudiantes clandestino en el Conservatorio y unirme a un grupo de teatro, música y cine que experimentaba con el arte. Esa experiencia me impactó mucho. Conocí corrientes como el surrealismo y el Manifiesto por un arte revolucionario independiente que firmó André Breton junto a Trotsky. Empecé a marchar junto a las Madres de Plaza de Mayo y a militar en Secundarios durante la guerra de Malvinas. Milité en el Partido Socialista de los Trabajadores (dirigido por Nahuel Moreno) desde 1981. Fui parte de la formación del viejo Movimiento al Socialismo (MAS) en 1982 y en 1988 de la fundación del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) que hoy encabeza el Frente de Izquierda y de Trabajadores – Unidad (FITU) con la fórmula Bregman-Del Caño.

LAC: ¿Qué es el CEIP León Trotsky? ¿Cuáles son las funciones que usted ejerce en dicho centro?

GL: El Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky fue fundado e impulsado por el PTS en 1998. En la década de 1990, el avance del neoliberalismo y la caída del Muro de Berlín sembraron el escepticismo en muchas corrientes, pero el trotskismo era la única que podía prever y dar una salida a los Estados obreros burocráticos (ya Trotsky había planteado la necesidad de una revolución obrera contra la burocracia o que, de no darse, volverían, más tarde o más temprano, al capitalismo).

Luego de la ruptura de nuestro partido con el viejo MAS, comenzamos a cuestionar varias afirmaciones de Moreno. Una de las más importantes fue su casi ruptura con la teoría de la revolución permanente planteando una posible etapa intermedia en alianza con sectores burgueses para derribar regímenes dictatoriales. Hicimos una “vuelta a Trotsky” (tanto en la teoría como en la práctica), no para seguir su “letra” dogmáticamente, sino para volver a tomar los hilos de continuidad de su principal legado y actualizarlo frente a los distintos hechos de la lucha de clases que se fueron dando. La importancia que siempre le dimos a la teoría para llegar a una práctica revolucionaria nos fue llevando a la formación de una biblioteca y archivo en primer lugar con materiales personales, con los utilizados para avances teóricos o publicaciones del partido y con algunas donaciones importantes. Y queríamos que estuviera disponible no sólo para nuestros propios militantes, sino para los de todas las corrientes, investigadores, docentes. 

En 1998 les propusimos a otras corrientes trotskistas formar juntos el CEIP, aunque no tuvimos eco. En ese momento no había nada similar ni en Argentina ni en Latinoamérica. En Argentina, el trotskismo es una corriente con larga tradición. Ya desde los inicios de la Oposición de Izquierda Internacional hubo rupturas con el Partido Comunista. Queríamos que existiera un centro que se dedicara a conservar, adquirir, traducir y difundir la obra de uno de los principales dirigentes de la Revolución rusa y sacar lecciones de la actuación del trotskismo en distintos países. En ese sentido, somos un centro militante.

Cuando surgieron centros de investigación del trotskismo en Europa fundados por militantes o historiadores nos conectamos con ellos y, desde Argentina, México, Inglaterra y Francia, pudimos empezar a reeditar a Trotsky mejorando mucho las traducciones viejas y traduciendo otros materiales por primera vez al castellano. En 1999, hicimos nuestra primera publicación/compilación temática: los Escritos Latinoamericanos. Desde el 2012, comenzamos nuestra serie de Obras Escogidas en coedición con el Museo Casa León Trotsky, su nieto Esteban Volkov y Ediciones IPS.

LAC: ¿Por qué cree que es necesaria la lectura de León Trotsky en nuestros días? ¿Qué piensa acerca de que la izquierda no ha podido captar la mayoría del voto joven como sí lo ha hecho el ultraderechista Javier Milei?

GL: Trotsky dejó un enorme legado, no sólo en la teoría, el programa y la política, también en terrenos como la historia, la cultura, el arte, la economía, etc. Leer a Trotsky permite una mirada estratégica de la situación actual. El objetivo último es la revolución socialista mundial en el camino de una sociedad sin clases. Desde esta perspectiva, la lucha es porque los trabajadores tomen en sus manos la resolución de lo que no puede resolver la burguesía, una clase explotadora y opresora totalmente atada a los intereses de las potencias imperialistas. Y para ello, liberarse de las cadenas de todo tipo de opresión y explotación, con una política independiente, así como superar la dependencia de los sindicatos del Estado y que éstos sean organizaciones realmente democráticas y que agrupen a todos los sectores, como los precarizados o monotributistas. Aunque ha cambiado mucho la situación desde que Trotsky fue asesinado, como la mayor fragmentación y heterogeneidad dentro de la clase trabajadora, lejos de desaparecer, ésta es mucho más numerosa a nivel mundial y en Latinoamérica. Trotsky también realizó definiciones muy importantes para analizar fenómenos como el de Cárdenas en México o la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) peruana, que también se pueden aplicar al peronismo argentino. Para él no podía haber ruptura entre la teoría y la práctica, si se tomaba a la primera como una generalización de la segunda. La teoría de la revolución permanente es la que nos permite plantear un programa transicional para unir la conciencia actual de los trabajadores con el objetivo de tomar el poder y que éste acaudille a los sectores populares para la resolución de sus problemas hasta el final.

Las elecciones son un terreno favorable a la burguesía, donde el voto de un trabajador vale lo mismo que el de un gerente, un especulador o un obispo. Ellos cuentan con todas las instituciones del Estado o privadas como los medios de comunicación a su favor. Milei tiene mucho de personaje creado y aumentado por las dos coaliciones que están claramente en crisis y desgastadas. El kirchnerismo y el peronismo cumplieron un papel muy importante en la pasivización del movimiento de masas durante estos años de crisis. Justamente su objetivo era que la bronca de la población fuese canalizada por posiciones más hacia a la derecha en una realidad social, especialmente en los jóvenes pobres y precarizados, apareciendo como un “salvador” mágico.

La izquierda, en este sentido, estuvo a contracorriente de toda esta derechización del discurso y de la defensa de políticas proimperialistas como pagar la deuda externa y favorecer a los grandes empresarios. Hicimos una campaña a pulmón. En ese sentido, creo que el FITU hizo una buena elección. A nivel presidencial, el porcentaje es similar al de 2019 y quedamos entre las cinco candidaturas presidenciales, la única de izquierda. Y tuvimos una importante votación en Jujuy donde fuimos parte importante de la lucha contra la reforma de Gerardo Morales y la represión.

LAC: ¿Con qué va a encontrarse el lector en la Obra Escogida 16? ¿Qué ha tenido en cuenta para la compilación de la obra y cómo fue el proceso de realización del prólogo?

GL: La Obra Escogida sobre La teoría de la revolución permanente es una piedra fundamental para todo aquél que se defina trotskista. En esta compilación hacemos un recorrido desde la primera formulación de Trotsky, antes de la Revolución rusa de 1905, pasando por las lecciones de la Revolución de 1917 que demostraron su teoría correcta, la generalización que hizo a otros países atrasados como China en la Revolución de 1925-1927 y su posterior aplicación a nuevos procesos revolucionarios como España, Francia o Italia.

LAC: ¿Cree que hay cierta distorsión por parte del discurso cinematográfico de la figura de Trotsky?

GL: El cine, salvo que sea documental, no tendría que estar atado a respetar los hechos reales de una biografía. El arte, creo, tiene sus propias reglas. Pero en el caso de Trotsky, la gran mayoría de las pocas películas que se realizaron no tienen mucho valor artístico y sí mucho de posiciones tendenciosas que dicen estar basadas en hechos reales. Varias películas se centran en la vida de su asesino, el agente estalinista Ramón Mercader. O la más novedosa, la realizada en Rusia y difundida por Netflix que desde su inicio falsifica la figura de Trotsky, su relación con Lenin y hechos históricos. Nuestro centro se propone defender a Trotsky de estas distorsiones. Por eso, junto a Esteban Volkov, su nieto, y cientos de firmas, hicimos una campaña internacional contra esta serie.

LAC: El cine se ha pronunciado muchas veces en contra del capitalismo atroz que vivimos. Hay muchos ejemplos de ello, en particular, admiro el cine de denuncia de Costa-Gavras o Laurent Cantet. Pero me gustaría saber qué filmes recomendaría usted que expresen un cine con una marcada esencia marxista.

GL: El cine, dentro del arte, ha cumplido muchas veces un rol progresivo. No sólo desde la denuncia como los ejemplos que das. También como una forma de mostrar la lucha de clases, como Eisenstein o Dziga Vértov durante la Revolución rusa, o Ken Loach o Chris Marker en Inglaterra y Francia. Pero también puede ser de un modo general una forma en la que el humano puede expresar su necesidad de aspirar a una vida más armoniosa y completa que la sociedad de clases le niega. En este sentido, el hecho creador de una obra artística en sí, independientemente de su tema, contenido o forma, puede ser un acto de rebeldía contra la sociedad de clases, aun si esta idea está expresada o no de modo consciente por el artista. Así, el arte juega un papel positivamente utópico en la sociedad. Nos permite ver (intuir, pensar, imaginar) realidades nuevas, más plenas.

Pero no creo que exista un “cine marxista”. Trotsky, además de luchar contra el arte como mercancía dentro del capitalismo, también luchó contra el “realismo socialista” que le exigía el estalinismo a todos los artistas que se encontraban bajo su influencia. Tampoco creía en un “arte proletario”. En este sentido, recomiendo la lectura de su libro Literatura y revolución y especialmente el Manifiesto por un arte revolucionario independiente que firmó en México junto a André Bretón.

LAC: ¿En dónde puede adquirirse la Obra Escogida 16 de La teoría de la revolución permanente que ha compilado?

GL: En el Instituto del Pensamiento Socialista que se encuentra en Riobamba 144, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en las casas socialistas del PTS o en las principales librerías de Argentina. También lo pueden hacer por internet en Ediciones IPS. Allí también pueden ver todo el catálogo de la editorial del instituto, además de las Obras Escogidas, libros sobre marxismo, arte, ecología y feminismo socialista.

LAC: Invitamos a la lectura del prólogo del libro, disponible en La Izquierda Diario.