En una reciente columna publicada en el periódico Milenio, el senador por Morena Ricardo Monreal planteó una serie de paralelismos entre las figuras de Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, y Narendra Modi, primer ministro de la República de India. De acuerdo con el senador —presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado—, en virtud de sus altísimos índices de aprobación (según Morning Consult, Modi cuenta con un índice de aprobación que ronda el 70% mientras que la de AMLO ronda el 60%) ambos dirigentes están “blindados” en contra de la crítica y los intentos de sus adversarios por desprestigiarlos. 

Esto, en apariencia, parecería ser cierto. A pesar de las desastrosas cifras de muerte causadas por la pandemia en ambos países, tanto AMLO como Modi encabezan las preferencias del electorado y salen cotidianamente fortalecidos de los ataques de sus contrincantes. De cara a las elecciones intermedias de 2021, la comparación con Modi parecería fortalecer la posición de López Obrador y restarle impacto a los embates de sus críticos. Sin embargo, es importante señalar las importantes diferencias entre la columna denomina las “bases sociales de apoyo y anclas territoriales” de ambos gobernantes. Mientras que López Obrador inició su carrera en el ala izquierda del viejo y autoritario PRI, se desempeñó como líder del PRD en la jefatura de gobierno del Distrito Federal y encabezó un movimiento definido por importantes fuerzas e ideales de la izquierda nacionalista, Modi pertenece a una excluyente y violenta tradición de ultraderecha etnonacionalista de profundo raigambre en los sectores más reaccionarios de la sociedad india.

Foto:   mahasamund-151113-inner1   por  narendramodiofficial . Con licencia  CC BY-SA 2.0
Foto: mahasamund-151113-inner1 por narendramodiofficial. Con licencia CC BY-SA 2.0

Narendra Modi inició su carrera política en el seno de la Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una asociación de ultraderecha hindú que desde la década de 1920 ha sido señalada por encabezar diversos y alarmantes episodios de violencia interétnica. La agenda de la organización está basada en la exclusión y marginalización de las poblaciones musulmanas de India y el ataque a las poblaciones “no hindús” del país. Durante las últimas décadas de dominio colonial (India se independizó en 1947), la RSS colaboró con el régimen colonial británico para restar fuerza al movimiento nacionalista anticolonial  y estuvo involucrada en violentos ataques en contra de la población musulmana. En 1948, después del asesinato de Gandhi a mano de uno de sus integrantes, la organización fue declarada ilegal por el gobierno de Jawaharlal Nehru. En 1992, sus huestes instrumentaron la demolición de la famosa Mezquita Babri, en Uttar Pradesh, episodio de cruenta violencia étnica que culminó con la muerte de cientos de personas. En 2002, durante el periodo de gobierno de Narendra Modi en Gujarat, la matanza de varios miles de musulmanes en Ahmedabad, calificada por distintos medios como un intento de “limpieza étnica”, fue encabezada por grupos cercanos a la RSS que apoyaban abiertamente al ministro. Durante sus años al frente del gobierno de Gujarat, se dieron varios episodios comparables que sembraron el miedo entre la población civil y pavimentaron el camino de Modi hacia la candidatura del derechista partido Bharatiya Janata Party (BJP) para el puesto de Primer Ministro. El último episodio en esta larga lista de ataques violentos orquestados por la RSS, brazo militante del nacionalismo hindú encabezado por Narendra Modi, se dio en febrero del 2020. En aquel mes, y durante los días en que Modi recibió la visita oficial de Donald Trump, varias decenas de personas murieron en diversos ataques dirigidos en contra de las poblaciones musulmanas en la capital india.

Como queda claro, la intención del texto por plantear un paralelismo entre las figuras de Andrés Manuel López Obrador y Narendra Modi le hace un flaco favor al primero y, más bien, sirve de munición para los críticos que se empeñan en ver los signos del fascismo en el gobierno de la 4T. Más allá de este craso error estratégico, vale la pena comentar los argumentos presentados por el senador de Morena ya que considero que este tipo de comparaciones inexactas resultan dañinas para el debate público y la imagen del gobierno de México. 

Para empezar, el articulista afirma que, al igual que AMLO, Modi se enfrenta a diario a los embates de “un sector de medios de comunicación bastante crítico”. Esto no es verdad. Modi ha recibido el apoyo abierto de cadenas televisivas nacionales como NDTV, y el respaldo constante de importantes medios impresos nacionales como el Times of India y el Economic Times. Sus acercamientos con los principales consorcios televisivos indios han sido ampliamente documentados y discutidos. Por otro lado, y a diferencia de lo que ha sucedido en México, el gobierno de Modi y los grupos de ultraderecha que lo llevaron al poder han encabezado cruzadas de agresión en contra de medios impresos y televisivos en India que han llegado hasta el extremo de la cancelación arbitraria de licencias. Este es el caso de la cadena Media One del estado de Kerala, cancelada unilateralmente por decisión del gobierno de Modi. A pesar de su abierta confrontación con importantes consorcios noticiosos en México, el gobierno de Morena no ha llegado nunca a estos extremos.

A continuación, y sin ofrecer cifras, el senador de Morena afirma que el éxito de Modi radica en su ambiciosos programas para combatir la pobreza que han alimentado el crecimiento de la clase media en India. Otra vez, el texto de la columna resulta inexacto. En realidad, el crecimiento de las clases medias indias comenzó varios años antes del arranque del gobierno de Modi (2014) y tiene su origen en el sorprendente boom vivido por la economía nacional india entre 2003 y 2008, años en los que el PIB creció a un ritmo sostenido de más del 9%. En este sentido, el relativo éxito económico del gobierno de Modi no se debe a sus políticas sino a los aciertos del gobierno anterior encabezado por Manmohan Singh, del Congreso Nacional Indio.

Por el contrario, el gobierno de Modi se ha caracterizado por el creciente número de protestas encabezadas por los sectores más desfavorecidos de la sociedad india debido a la creciente violencia étnica y al empobrecimiento de importantes sectores de la población. Entre las protestas en contra del modelo ultra neoliberalizador de Modi destacan las asombrosas huelgas de campesinos que desde septiembre del 2020 han paralizado la actividad económica de importantes regiones del país. 

Más alarmante aún resulta la confusión patente en la columna entre “el combate a la pobreza” y el enriquecimiento de las élites. El senador afirma que entre el año 2000 y el 2020 el número de personas con patrimonio de más de un millón de dólares creció en india de 120,000 a un millón. En un país de 1,300 millones de habitantes, y en el que más de 800 millones viven en condiciones de pobreza, esta cifra resulta insignificante y ofensiva. Además, celebrar a un gobierno claramente confrontado con los sectores campesinos y populares, a la vez que se aplaude el crecimiento del número de millonarios en un país flagelado por la pobreza, refleja una convicción muy alejada del proyecto de la izquierda.

En resumen, la columna de Monreal está plagada de inexactitudes y refleja una falta de conocimiento de la situación política y económica de India. Su intención, está claro, es utilizar el paralelismo entre Modi y AMLO para fortalecer la imagen del segundo y, de paso, fustigar a sus críticos locales. Sin embargo, más allá de la validez de este objetivo, el artículo da muestra de dos tendencias que resultan preocupantes por provenir de quien encabeza el control de Morena sobre la agenda legislativa y la actividad del Senado. Por un lado, ilustra el desprecio por las agendas de izquierda que importantes sectores del partido y del movimiento lopezobradorista defienden desde hace años. Al comparar al gobierno de AMLO con el de Modi, el senador desconoce las corrientes de izquierda que nutren al presente régimen en México y alimenta la crítica simplona que ve el gobierno de López Obrador como un mero espectáculo populista. Por el otro lado, y de manera más preocupante, revela las inclinaciones autoritarias, anti-populares y reaccionarias latentes en el corazón de Morena.