Desde que el 7 octubre de 2023 comenzó el genocidio en la Franja de Gaza, se expandió la ocupación en Cisjordania y se endureció el sistema de apartheid contra el pueblo palestino, la universidad se convirtió en uno de los espacios más importantes de solidaridad con Palestina; y por una buena razón.
Una de las pruebas más evidentes de que el crimen cometido por el Estado de Israel es un genocidio ha sido su sistemático esfuerzo por borrar del mapa cualquier resguardo físico y vivo de la memoria histórica del pueblo palestino, la cual lo dota de una vida identitaria y cultural propia e independiente. La destrucción planificada de universidades y del sistema educativo en Gaza, así como de bibliotecas, templos, librerías, teatros, escuelas, espacios culturales, sitios arqueológicos e históricos, cultivos tradicionales y parques, constituye un academicidio y un epistemicidio. En universidades en Palestina y en Israel, fuerzas de seguridad han cometido actos brutales de represión, que han afectado principalmente a estudiantes y colegas palestinos y también a mentes críticas. Ante estos crímenes, no es sorprendente el apoyo internacional que Palestina ha encontrado en universidades y espacios educativos del mundo.
El informe De la economía de la ocupación a la economía del genocidio, emitido en julio de 2025 por Francesca Albanese, Relatora especial de las Naciones Unidas para los territorios palestinos ocupados, profundizó lo que desde un inicio el movimiento internacional estudiantil y magisterial había denunciado: que las universidades en Israel y en otras partes del mundo son cómplices del genocidio. Algunas instituciones —como la Universidad de Tel Aviv— están sobre territorios palestinos que fueron arrebatados con la fundación de Israel; otras —como la Universidad de Ariel— están en territorios ocupados, lo cual es violatorio del derecho internacional. Sin embargo, preocupa más todavía que las universidades brinden recursos humanos y tecnológicos al complejo militar que comete el genocidio. Los ejemplos sobran:
1. La Universidad Hebrea de Jerusalén imparte el programa Havatzalot, cuyo objetivo es formar los mejores especialistas para el Departamento de Inteligencia Militar Israelí. Por cierto, esa misma universidad creó en 1998, junto con la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, la Cátedra Rosario Castellanos.
2. La Universidad de Tel Aviv lleva a cabo el programa Erez, que permite que las Fuerzas de Defensa de Israel enlisten más rápidamente a jóvenes, incluso antes de que terminen su licenciatura.
3. El instituto Weizmann, con el cual los departamentos de ciencias en México no han roto relaciones, colabora con dos de los más importantes fabricantes de armas israelíes, Elbit Systems e Israel Aerospace Industries (IAI), y cuenta con programas de posgrado para miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel, entre otras actividades.
Sin embargo, las universidades de Israel que han ayudado a convertir a Palestina en un redituable laboratorio para probar equipos e inteligencia, tal y como lo han demostrado Antoni Loewenstein y otros periodistas, son parte de una red universitaria global. Algunos casos señalados en el informe de Francesca Albanese demuestran este hecho:
1. La Universidad de Edimburgo ha invertido millones en cuatro de las más grandes empresas tecnológicas: Alphabet, Amazon, Microsoft e IBM. La vigilancia israelí y la continua destrucción de Gaza utiliza la tecnología que se realiza en ellas. Y no sólo eso: la propia Universidad de Edimburgo, en colaboración con la Universidad Ben Gurión, mantiene un laboratorio de inteligencia artificial y de datos que ayuda a la empresa Leonardo, cuyas operaciones terminan en el asesinato y la violación de derechos humanos de palestinos.
2. Uno de los casos más escandalosos es el del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el cual cuenta con laboratorios donde se realizan investigaciones de armamento y de aparatos de vigilancia financiadas por el Ministerio de Defensa de Israel. De este laboratorio han salido los programas que permiten controlar los enjambres de drones que se usan en Gaza desde octubre de 2023. Por si fuera poco, junto con la empresa Lockheed Martin, el MIT sostiene intercambios estudiantiles en Israel.
Las veces en que el movimiento internacional con Palestina ha cuestionado a las autoridades universitarias en Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo por su complicidad con Israel, la respuesta ha sido, en general, la represión o la indiferencia. Israel ha conseguido exportar al resto del mundo la represión que lleva a cabo en Palestina y contra su propia población y atentar contra la más elemental libertad académica.
Sin embargo, cada vez más universidades toman acciones concretas para detener el genocidio, cancelando convenios o desinvirtiendo fondos. A pesar de que las universidades israelíes no han denunciado al genocidio, los rectores de casi todas ellas sí han criticado al gobierno de Netanyahu por obstaculizar el rescate de los rehenes y han exigido al Knesset un alto al fuego inmediato y al uso del hambre como arma de guerra. En México, cuando menos el CIDE, el COLMEX y la Universidad Autónoma de Querétaro han roto relaciones con universidades israelíes.
La enseñanza que Palestina le ha dado al mundo es invaluable. Ha demostrado la complicidad del sistema mundial universitario con el genocidio y ha abierto también la posibilidad de transformarlo radicalmente para que nunca más sea utilizado contra ningún pueblo. Como lo han señalado nuestros colegas palestinos, “nuestros campus universitarios han sido destruidos, pero nuestras universidades todavía existen”.
* Este artículo es el guion de una de las Cápsulas contra el genocidio elaboradas por el colectivo Académicxs con Palestina contra el genocidio. Revista Común publicará periódicamente la transcripción del resto de las cápsulas, para contribuir a la difusión de este trabajo colectivo. Agradecemos al colectivo habernos compartido este valioso material.
