Este texto fue publicado originalmente en inglés en la revista Jacobin. Se tradujo al español y se reproduce con su autorización.


El levantamiento social desencadenado por el asesinato de George Floyd en Minneapolis a manos de un oficial de policía ha derivado en predecibles llamados a condenar el saqueo. Pero el saqueo real en nuestra sociedad viene de las milicias, la policía, las compañías farmacéuticas, el capital privado, los arrendadores, los especuladores inmobiliarios y los multimillonarios; no de quienes se manifiestan en repudio a la brutalidad policial.

Foto: Lorie Shaull. El mural de George Floyd afuera de Cup Foods en Minneapolis, Minnesota. Licencia CC.

 

Después del asesinato de George Floyd por parte de un oficial de policía de Minneapolis, algunos medios de comunicación nacionales [en Estados Unidos] han retomado ciertas preguntas cruciales que debemos responder:  

 

 

¿Debemos condenar los saqueos?

Sí, debemos condenar el saqueo del Sur Global por milicias occidentales y empresas multinacionales. Debemos temer a la aterradora posibilidad de que la vacuna para el COVID-19 sea custodiada, privatizada y vendida con fines de lucro; y los saqueos que eso significaría para las naciones subdesarrolladas y para las personas sin acceso a seguros médicos. 

Deberíamos arremeter contra el saqueo de los fondos públicos en los países subdesarrollados, a través de deudas odiosas y programas de ajuste estructural que en este preciso momento se están elaborando e imponiendo por instituciones internacionales. 

Pero, ¿deberíamos preocuparnos por el otro tipo de saqueos?

Se necesitaría ser un monstruo despiadado para no preocuparse por el saqueo de casas y edificios a manos de capitalistas rapaces. Debemos organizarnos en contra de la inminente ola de desalojos que arremeterá contra nuestras comunidades tan pronto se vuelvan a abrir los tribunales. Y debemos luchar contra el robo a hogares y escuelas; la innecesaria destrucción de vidas debido a que las familias priorizan pagar la comida antes que la renta. 

Nos preocupa que barrios enteros de clase trabajadora serán gentrificados, sus edificios reemplazados por viviendas para familias más ricas y más blancas, quienes entregan un botín más grande al propietario. Debe indignarnos que la policía esté saqueando los campamentos instalados por personas sin hogar, debemos exigir que las casas y cuartos vacíos y seguros dejen de ser acaparados e inalcanzables para las personas sin vivienda.  

¡¿Deberíamos preocuparnos por el verdadero saqueo?!

¡Por supuesto! Los fondos de inversión privados quieren hacer fortunas con la bancarrota de los comercios en todo el país. Al despedir a los trabajadores y asaltar sus pensiones, saldrán con el bolsillo repleto. Nos preocupa el intento de saquear el Servicio Postal de los Estados Unidos, por ejemplo, destruyendo innumerables empleos dignos y sindicalizados, así como un servicio público esencial, para desmantelar una institución estatal y convertirla en un negocio privado que busca generar ganancias. 

Nos da rabia el continuo saqueo de los programas de bienestar locales y estatales por parte del Partido Republicano que desea verlos destruidos y por parte de un liderazgo Demócrata de la Cámara de Representantes cuya solución al problema es dar a los ricos en estados demócratas [blue states] una exención fiscal gigantesca. Nos enferma que, con mucho gusto, los representantes que dicen defender a los trabajadores y al pueblo oprimido permitan que sus niveles de vida colapsen, mientras aprueban recortes de impuestos para los ricos.

Si no organizamos una poderosa contraofensiva obrera, presenciaremos el saqueo de las arcas  públicas durante la pandemia, mientras los multimillonarios se han vuelto 434 mil millones más ricos.

¿Pero debemos preocuparnos por el saqueo de tiendas como Target y Autozone?

Estos actos fueron la destrucción de propiedad realizada por personas enfurecidas frente al asesinato de un hombre negro inocente, a manos de un oficial de policía blanco. ¿Deberíamos, como el «moderado blanco» al que alude Martin Luther King, confundirnos sobre un levantamiento antiracista?

¿Debemos culpar a los negros de clase trabajadora por arremeter contra un gobierno y una economía diseñada para reprimirlos, explotarlos y dominarlos; durante una pandemia en la cual el capitalismo les ha hecho casi imposible sobrevivir? ¿Deberíamos participar en este ritual de condena colectiva a pesar de que nuestros medios de comunicación retratan actos idénticos de destrucción de propiedad como “exuberancia y jovialidad” cuando éstos son realizados por fanáticos deportivos, y el saqueo sistemático de las comunidades de la clase trabajadora por las corporaciones es considerado lo habitual?  

No. George Floyd importa. Las Vidas Negras Importan. Y hasta que podamos construir un movimiento capaz de derrotar al racismo y al capitalismo, hasta que la clase trabajadora de todas las razas se una contra los capitalistas y sus aparatos represivos, es válido que se les recuerde de vez en cuando a los patrones y funcionarios del gobierno, y a la policía que les protege, mediante un poco de furia proletaria, que las Vidas Negras Importan. 

Si te preocupa el saqueo, dirige tu mirada a los militares, la policía, las farmacéuticas, los voraces demonios del capital, los arrendatarios, los especuladores inmobiliarios y los multimillonarios. Y exige que un mundo saqueado a la gran mayoría de la humanidad, ahora les sea devuelto.