Los tres panteones de Ricardo Flores Magón

La efigie de Ricardo Flores Magón ha aparecido en la publicidad oficial del Estado mexicano cada mañana de 2022. A 100 años de su muerte en la prisión federal de Leavenworth, Kansas, bajo circunstancias poco claras, me pregunto: ¿cómo se llegó a este punto en la evocación del fundador e intelectual más conocido del Partido Liberal Mexicano (PLM)? Este texto esboza los distintos imaginarios que lo adoptaron de manera contrapuesta, pero con algunos puntos compartidos que pavimentaron la adopción forzada al “año de Ricardo Flores Magón” a quien acabara sus días encarcelado por su práctica anarquista en aras de la revolución mundial.

Tres han sido los panteones en los que se hospeda la figura de RFM: el panteón libertario, el de la historia oficial del país y de la izquierda mexicana. Como comunidades imaginadas distintas cada una guarda un lugar especial para la pluma principal de Regeneración, sin embargo, los tres camposantos comparten la recreación de su vida como un martirologio es decir una sacralización del personaje histórico. También confluyen en el uso político para los fines particulares de cada una y sus espacios de memoria correspondientes.  

Ricardo Flores Magón: el apóstol de la revolución social mexicana de Diego Abad de Santillán es la primera biografía de la que tenemos noticia. Ésta fue publicada binacionalmente por el Grupo Cultural Ricardo Flores Magón en la Ciudad de México y por entregas en el diario anarquista argentino La Protesta desde marzo de 1925. Abad de Santillán, constructor del canon y propagandista del anarquismo trasnacional durante la primera mitad del siglo XX[1], formó ésta como un folleto, “un pequeño volumen de exposición sistemática y crítica de sus ideas expuestas en periódicos, cartas, etc. […] pues Ricardo no fue un doctrinario sino un rebelde nato que aplicó las ideas libertarias a las condiciones del proletariado de México” (Carta a Nicolas T. Bernal, 11 de agosto de 1924).

La aproximación de Abad de Santillán fue hagiográfica y buscó construir un prototipo de militancia abnegada basada en la propaganda. El retrato de un héroe perseguía la intención de reconstruir la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) bajo una orientación anarquista en el mundo de entreguerras. En éste, ya intervenían corrientes internacionales que buscaban captar la atención de los trabajadores, como la OIT y la Internacional Comunista; para el autor del folleto “los rublos rusos y el reformismo social-demócrata” (Abad de Santillán, “Consideraciones sobre la propaganda revolucionaria en América” en La Protesta. Suplemento Semanal, 2 de febrero de 1925) podían ser contrarrestados si se unían la CGT mexicana y la FORA argentina como los faros ácratas de una unión continental de trabajadores.

El particular desenlace de la guerra de facciones revolucionarias ​​—entre la ampliación de reivindicaciones sociales del Plan de Guadalupe y la Constitución de 1917— produjo que viejos compañeros de ruta del pelemismo fueran diputados cuando llegó el telegrama de la muerte de RFM desde Kansas. Antonio Díaz Soto y Gama fue uno de ellos[2]. El 22 de noviembre, el agrarista afirmó desde tribuna:

En lugar de pedir algo de luto, algo de tristeza, algo de crespones negros, yo pido un aplauso estruendoso, que los revolucionarios mexicanos, los hermanos de Flores Magón dedican al hermano muerto, al gran rebelde, al inmenso inquieto, al enorme hombre de carácter jamás manchado, sin una mancha sin una vacilación, que se llamó Ricardo Flores Magón. 

Los restos de Ricardo se trasladaron a la Rotonda de los Hombres Ilustres el 1° de mayo de 1945, en plenos años de consolidación del régimen de Estado. A pesar de la parafernalia oficial y hasta la cooptación familiar, el originario de Eloxochitlan no tuvo un lugar cómodo en el panteón nacional del siglo XX. No como otros íconos de la izquierda mexicana, como Emiliano Zapata o Frida Kahlo, quienes a golpe de propaganda y negocios (cinematográficos, fundamentalmente, para el primero y de los circuitos comerciales del pop art para la segunda) fueron incrustados en el imaginario de la mexicanidad. RFM permaneció como un personaje anticlimático para la historia de bronce. Esto se debió a la continuidad antiautoritaria de sus ideas a lo largo de los distintos periodos de su vida política: la crítica jurídica entre 1900 y 1906; el primer activismo contra la dictadura en el exilio hasta 1911; su conversión al anarquismo a la luz de la persecución y las vicisitudes de la Revolución en México y los acontecimientos mundiales; y su última morada en la penitenciaria de Leavenworth tras la publicación el 16 de marzo de 1918 del manifiesto de la Junta Organizadora del PLM “A los anarquistas de todo el mundo y a los trabajadores en general” redactado a cuatro manos con Librado Rivera.

La incapacidad de asimilar la corriente más radical de la Revolución mexicana al discurso oficial hizo que lo ubicara en el penoso lugar del precursor intelectual e individualizara al PLM (“el magonismo”). Si el Estado mexicano autoritario no fue capaz de asimilar la figura de RFM, la izquierda nacional lo abrazó con fuerza. Su adopción tenía todo el sentido para fundamentar la contraposición de una revolución social con ideas propias frente a la revolución política institucionalizada por el partido de Estado. Sus escritos aparecían como referencia a nudos problemáticos de la historia nacional como la relación campo-ciudad; el lugar de los intelectuales orgánicos; o la vinculación entre consignas inmediatas y horizontes sociales anticapitalistas como la transfronteriza ¡Tierra y libertad!

La biografía de RFM también sirvió a la izquierda mexicana de la segunda mitad del siglo XX para hacer del aislamiento virtud y de la represión estatal barrera infranqueable, canjeando  influencia por radicalidad discursiva. Y a la represión estatal como barrera infranqueable. Ello desatendiendo el contexto de exilio y represión del que fue objeto la JO-PLM o el ferviente recibimiento que tuvieron los restos del segundo de los Magón a tierras mexicanas[3].

Los panteones libertario, de izquierda y nacional, en los que ha sido incluido Ricardo Flores Magón comparten la idealización de un mártir y el uso político de su biografía. Gracias a la labor de investigación de toda la vida de Jacinto Barrera Bassols y su equipo de trabajo magonero, desde hace una década podemos contrastar dichos usos con el compendio mejor organizado y más completo de sus escritos en el Archivo Magón. Porque convengamos algo, sí: toda memoria es política y se conjuga en presente, pero se encuentra dispuesta a límites propios de aquello o aquel en el nombre de quien se evoca[4]. No vale todo. Por eso la estación de policía Ricardo Flores Magón que se encontraba en la ciudad de México se transformó en un centro cultural. En unos años haremos bien cuando al recordar que, durante el 2022, “el año de Magón”, los temas fundamentales que estuvieron en nuestras preocupaciones fueron la guerra, la militarización y la democracia.     

En su última carta, dirigida a Nicolas T. Bernal —el principal animador del Grupo Cultural Ricardo Flores Magón el cual publicó la citada biografía de Abad de Santillán—, del 19 de noviembre de 1922, Cipriano Ricardo Gerónimo Flores Magón daba una clara connotación al martirologio al que fue sometido y del cual era muy consciente perduraría tras su muerte. Es posible rastrear esa autopercepción sobre su legado por la reacción empática que tuvo al paro de 24 horas que los trabajadores de La Federación Obrera de Progreso (Yucatán) y la zona marítima de Veracruz protagonizaron por la liberación de los presos en Leavenworth: 

Si mis sufrimientos y mis cadenas llegan a efectuar este acercamiento de las organizaciones proletarias, este abrazo de  hermanos que, a pesar de tener el mismo interés como productores de la riqueza social, han vivido mostrándose los dientes, yo bendigo mis sufrimientos, yo amo estas cadenas que han tenido el privilegio de lograr que manos honradas, que hasta aquí solo habían sabido crisparse en puños amenazadores, se estrechen al fin, pues este gesto de amistad, este acto de camaradería, acerca ese día de justicia, de paz y de amor con que sueña el esclavo, y por el que en vano ha suspirado el oprimido a través de la Historia, porque no es con suspiros como se le acerca, sino con solidaridad. Esta es la fuerza, este es el sésamo que dará acceso al trabajador, a la libertad y a la dignificación social a que tienen derecho.


[1] Gracias a sus numerosos viajes entre América y Europa los cuales han sido integrados en una visión de las redes anarquistas internacionales en la obra de María Miguelañez

[2] «Ricardo Flores Magón murió repentinamente a las cinco de la mañana, de enfermedad cardíaca.»

[3] Este trayecto se encuentra retratado en el documental El último viaje de un anarquista del Abril Schmucler a partir de los telegramas que fueron enviados para la repatriación de los restos. Estrenado originalmente en 2010, y ahora remasterizado, se puede ver aquí.

[4] A la luz del momento actual sería interesante reconstruir el debate ya larvado en la Jornada Magonista 2010 en el foro Alicia (celebrada cada noviembre) en la que participaron Paco Ignacio Taibo II, Jesús Ramírez, Armando Bartra, Carlos Beas, Jacinto Barrera Bassols, Benjamín Maldonado y Paola Ávila. Si alguien tuviera actas o grabaciones del evento sería de gran utilidad para quienes estamos interesados en los relatos de la memoria magonista. 

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