Jóvenes escribiendo el trabajo

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A casi un año de presidencia del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, algunos planteamientos sociales han cambiado, desde el pretendido fin de la corrupción sistemática, hasta la idea (utópica) de haber terminado con el periodo neoliberal, aunque de ésta quedan muchas dudas y se observa poca claridad en el proceso. Este texto se centra en analizar algunas condiciones laborales y educativas que se mantienen dentro de este gobierno, así como cuestionar las políticas generadas para adecuar programas sociales desde el gobierno federal y en algunas instituciones de la Ciudad de México.  

Las políticas implementadas dentro del gobierno federal corresponden a una dinámica educativa, laboral y económica, que busca mejorar las posibilidades sociales y económicas de diferentes grupos del país, mejorando sus condiciones materiales, por medio de apoyos monetarios o becas de hasta 3,600 pesos mexicanos.   Estas “becas” se otorgan al grupo categorizado como “NiNis” (ni estudian, ni trabajan), partiendo de una división de funciones y utilidades suficientes para realizarse como seres productivos dentro del sistema económico.

En este contexto, analizaré el programa Jóvenes Construyendo el Futuro desde dos perspectivas. En primer lugar hablaré del o la joven mexicana de entre 19 y 29 años que no ha podido insertarse al sistema económico laboral, ha tenido que abandonar los estudios o se le ha negado sistemáticamente el privilegio de la educación media y superior. Esto debido a que existen distintas condiciones sociales-materiales, individuales/colectivas del entorno, que condicionan la participación y la presencia de el/la joven mexicano/a en el campo productivo. Este campo productivo no sólo es entendido como el trabajo asalariado dentro de una empresa, sino el trabajo como condición de producción y reproducción económica (no monetaria) de los saberes aprendidos por medio de la educación básica, media y superior. Este tipo de trabajo que representa la economía educativa se pensaría desde el utilitarismo de Stuart Mill como una forma de inversión, al dotar a alguien de condiciones y saberes para generar un beneficio posterior, ya inserto y productivo; o bien, para generar un pensamiento que aporte lógicas por medio del conocimiento, técnicas y tecnologías que no implican el trabajo físico ejercido, sino como un trabajo meramente de saberes reproducibles por medio del intelecto.

Dentro del sistema capitalista, la educación se encuentra mediada por una forma productiva alienante, enajenante, individualizadora y manufacturera, retomando a Marx, que orilla a la educación y al trabajo como forma de realización para poder acceder al “vivir bien”.  En este esquema el individuo debe de confiar en la precarización y ausencia de privilegios como forma de aceptar su vida y debe encontrar una manera de volverse productivo por medio de “lo laboral” para verse como un ser realizado dentro del neoliberalismo.

En segundo lugar, es preciso analizar la idea de emprendimiento que figura dentro del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. En éste se asume a las empresas como las responsables de formar al individuo no inserto en el campo laboral/productivo y educativo/económico dentro del sistema, para así atribuir condiciones pedagógicas como forma de inducción de los jóvenes por medio de un pequeño empresario y por la ausencia de condiciones materiales y laborales, con la intención de atribuirse como un medio productivo y buscar competir dentro del sistema de producción capitalista. Este empresarialismo (aunque a una dimensión inferior dadas sus condiciones materiales) se basa en contratar personas que resulten productivas por la fuerza, vitalidad y juventud para dar forma a ese trabajo productivo/económico, carente de condiciones necesarias para “la buena vida” y la dignificación del trabajo.

Un ejemplo de ello, sería el programa social TAOC (Talleristas de Artes y Oficios Comunitarios) impulsado dentro de la Ciudad de México por la Secretaría de Cultura. En dicho programa se conjuntan diversas secretarías —como la secretaría del Deporte, de Educación, entre otras— por medio del Programa PILARES (Puntos de Innovación, Libertad, Artes, Educación y Saberes). Este programa hace uso de personas en edad productiva, los cuales puedan compartir conocimientos educativos no escolarizados y puedan invertir alrededor de dos horas en los talleres brindados o bien puedan hacerse responsables de los PILARES para la atención e impartición gratuita de todo lo brindado dentro del programa. Las bases de este programa son claras: se otorga una beca, no un contrato. De esta manera, los que conforman la base del programa social, como talleristas-trabajadores en comunidades vulnerables, violentas o conflictivas dentro de la CDXM, quedan apartados de condiciones que aporten seguridad laboral. El ser “becarios” no brinda una responsabilidad por parte de las secretarías, no hay responsabilidad de pagos a fechas determinadas, el seguro médico no se considera (pues no hay relación laboral que lo estipule), las jornadas laborales son variables y no existen dentro del imaginario las horas extras, pues se asumen como responsabilidad del/la trabajador/a.  

Esto nos lleva a pensar que el periodo neoliberal por el cual atravesaba México no ha concluido. Al contrario, parece lejano, dado que las políticas económicas productivas neoliberales han modificado sus formas de operar y atribuir condiciones laborales apartadas de la realidad social. Pues, a pesar de “atender las causas” que plantea el discurso del presidente, esas causas precarizan y generan desigualdad educativa y laboral al plantear: el que quiera estudiar, que sea productivo estudiando. Si no es bueno en el estudio, que trabaje, y si no sabe trabajar, que alguien le enseñe a ser productivo. Esto debido a que los programas implementados por el gobierno federal pretenden insertar al campo laboral a la juventud, siendo manos productivas dentro del sistema, ya sea por la educación o por las empresas/instituciones convertidas en mini fábricas.

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