El mundo después del coronavirus y la reorganización del capitalismo fósil

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No son pocos los analistas que señalan que la epidemia de SARS-CoV-2 [1] es un punto de quiebre que advierte una mutación epocal y, por tanto, una reconfiguración global de los sistemas de dominación y explotación actuales.[2] Aunque el virus no generó la crisis sistémica que hoy experimentamos, sí la ha hecho patente y probablemente la esté acelerando. 

Entre otras cosas, la pandemia ha puesto mayor énfasis en el agotamiento y en la destructividad del capitalismo con un matriz energética basada en combustibles fósiles. En ese sentido, hay varios puntos de encuentro entre el virus y el colapso climático que resultan interesantes.[3] 

En unos cuantos meses el virus logró lo que parecía impensable. Los intentos por contenerlo obligaron a limitar el intercambio acelerado de mercancías innecesarias y el movimiento masivo de seres humanos, medidas que en otro momento la Organización Mundial del Comercio (OMC), los promotores de la globalización neoliberal y demás opositores a la intervención estatal en los negocios hubieran llanamente impedido. Asimismo, el SARS-CoV-2 ha hecho que grandes corporaciones de hidrocarburos, que con la emergencia climática no habían modificado en absoluto sus patrones de extracción producción y consumo, frenasen parte de sus actividades. Tal es el caso de la petrolera ExxonMobil: la gran financiadora del negacionismo climático anunció a finales de marzo de este año recortes planificados a corto plazo en los gastos de capital y operativos durante la pandemia, entre los que destacan la decisión de retrasar la puesta en operación de una planta de gas natural licuado de 30 mil millones de dólares en Mozambique.[4]

Dado que los traslados de mercancías y personas a la escala y velocidad que demanda el capitalismo actual no serían posibles sin la quema de combustibles fósiles, al restringirlos se ha generado una disminución del 25% de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI),[5] una caída del más del 50% de los precios del petróleo y de otros commodities,[6] y el desplome de las expectativas de crecimiento económico.[7] Aunque, la crisis económica actual podría ser el momento de transitar hacia un menor consumo de energía y materiales por parte de las economías centrales, las resistencias corporativas no tardan en aparecer, una de las más notables son las provenientes del complejo petrolero-automotriz. La vieja fórmula de socializar las pérdidas de las grandes corporaciones sale a la discusión. Se exige la condonación de impuestos, la creación de fondos y la flexibilización o anulación de normatividades ambientales para los grandes capitales, de manera que los reveses que ha dado el SARS-CoV-2 a la economía de los hidrocarburos sean momentáneos. 

En Estados Unidos, las aerolíneas demandan apoyo gubernamental para superar la crisis que el virus les ha impuesto,[8] mientras que la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) flexibiliza aún más las reglas y los monitoreos ambientales para industrias que, como la petroquímica, son altamente contaminantes.[9] En la Unión Europea los fabricantes de automóviles y otros grupos que representan a la cadena de suministro están usando la pandemia para retrasar la imposición de límites más estrictos para sus autos en lo que respecta a las emisiones de CO2.[10] De tal manera, la mejora fortuita de la calidad del aire o de los objetivos de reducción de emisiones puede ser fácilmente revertida, desmantelando incluso los logros en materia de regulación ambiental y de salud previamente conseguidos. Por otro lado, como en otros momentos de la historia, siempre cabe la posibilidad de reactivar la economía de guerra como motor de crecimiento económico y gran devoradora de hidrocarburos. 

El capitalismo fósil y el complejo bélico-industrial aprovechan la emergencia por SARS-CoV-2 para reorganizarse, y con ello recrudecen la desestabilización climática. Al menos así lo muestra una investigación recientemente publicada por InfluenceMap, que al analizar el comportamiento del cabildeo durante el tiempo de la pandemia en distintos países arrojó una conclusión neurálgica: “El sector de petróleo y gas parece ser el más activo a nivel mundial en dos áreas de cabildeo […] exige tanto apoyo financiero como desregulación en respuesta a la crisis de COVID-19″, a lo que agrega el estudio “la desregulación relacionada con el clima parece ser la prioridad […]”.[11] 

Es claro que el complejo militar-industrial hará de todo para volver al “estado de normalidad” previo al SARS-CoV-2, sin embargo, tal y como señala Naomi Klein, para el resto de nosotros “lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida”. [12]

Las consecuencias sociales y personales de la pandemia nos han obligado a voltear hacia los elementos básicos de la reproducción de nuestra existencia, expropiados por la lógica del capital, mercantilizados y privatizados casi en su totalidad: la alimentación, el trabajo humano, la seguridad social, los sistemas de provisión de salud, de educación, de transporte, de energía y de agua. De múltiples maneras, la pandemia ha sintetizado dramáticamente el carácter autodestructivo de una sociedad organizada bajo la lógica de la ganancia y sustentada en la superexplotación de los seres humanos y de la naturaleza. 

El mundo tal y como lo conocíamos se derrumba y con ello se abre una gama de posibilidades que pueden ser funestas o esperanzadoras para el planeta, y para todas las formas de vida en él contenidas. Ojalá colectivamente tengamos la capacidad organizativa e inventiva para orientarnos hacia las segundas. Lo que se haga a partir de ahora definirá en gran medida el mundo que tendremos después del SARS-CoV-2. 


Referencias

[1] Severe Acute Respiratory Syndrom 2 (coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave). Tipo de coronavirus causante de la enfermedad COVID-19. 

[2] Varios autores (2020), Sopa de Wuhan. Pensamiento Contemporáneo en tiempos de pandemias, ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). 

[3] Islas Vargas, Maritza “Lecciones desde la emergencia: entre el coronavirus y el cambio climático”, Revista Nexos, 13 de abril de 2020. 

[4] Reuters “Exxon notifies contractors, vendors of spending cuts over coronavirus”, 22 de marzo de 2020. 

[5] Wright, Rebecca “There’s an unlikely beneficiary of coronavirus: The planet”, CNN, 17 de marzo de 2020.    

[6] El término commodities se refiere al mercado de bienes primarios, como son: productos agropecuarios, minerales, metales, metales preciosos, petróleo, gas.

[7]Wall St. Caps a Turbulent Week with a DeclineThe New York Times, 3 de abril de 2020.

[8] Lynch, David J. y Jeff Stein “Trump’s coronavirus plan includes industry bailouts that Republicans once opposed”, The Washington Post. 18 de marzo de 2020.

[9] Friedman, Lisa “E.P.A., Citing Coronavirus, Drastically Relaxes Rules for Polluters”, 26 de marzo de 2020.

[10] Topham, Gwyn y Fiona Harvey “Carmakers accused of trying to use crisis to avert emissions crackdown”, The Guardian, 27 de marzo de 2020.

[11] InfluenceMap (2020), Tracking Corporate Climate Lobbying in Response to the COVID-19 Crisis.

[12] Klein, Naomi “La gente habla sobre cuándo se volverá a la normalidad, pero la normalidad era la crisis”.

 

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