El intercambio mortal como relación imposible: observaciones maussianas sobre la deuda externa argentina

Serie «A cien años del giro intersocial. Leer la sociología de Marcel Mauss en clave política»

I

El conjunto de los actores que intervienen en la escena política argentina reconoce que la deuda externa, incrementada en 100 mil millones de dólares durante el gobierno de Mauricio Macri (2016-2019), no puede saldarse en los actuales términos y condiciones. Tanto la izquierda marxista como el liberalismo y el peronismo entienden que no hay forma de enfrentar los próximos vencimientos. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que el Estado argentino mantiene una deuda de 44 mil millones de dólares, reconoció que la misma no es sostenible. 

Sin embargo, ante esta situación no hay acuerdo sobre qué posición debe adoptar el gobierno argentino. La izquierda argentina, en líneas generales, considera necesario suspender automáticamente todos los pagos y romper todo vínculo con el FMI. Eso mismo leemos, por ejemplo, en el núm. 494 de El socialista, del 25 de marzo de 2021. Por su parte, el peronismo –actualmente en el gobierno– demanda renegociar los plazos y  montos de la deuda a los efectos de poder enfrentar los compromisos asumidos. Lo hace, a diferencia del liberalismo, orientando su política económica hacia la estimulación del consumo interno. Ahora bien, nuestra intención no es impulsar una condena moral del FMI ni retomar el viejo debate entre la ortodoxia liberal y la heterodoxia keynesiana (algo que escapa nuestras capacidades y objetivos). En cambio, intentaremos aportar algunas reflexiones que nos permitan abordar la cuestión de la deuda externa desde una mirada más amplia a partir de la sociología de Marcel Mauss. Ésta nos permitirá pensar que la deuda debe ser pagable y pagada, no por razones estrictamente económicas, sino también teórico–políticas. 

II

Las preocupaciones políticas del sociólogo francés atraviesan toda su obra, pero se vuelven particularmente intensas en el contexto de la inmediata posguerra. La Primera Guerra Mundial había conmovido las bases sobre las que se había erigido el proyecto moderno. Dicho de otra manera, el fin de la catástrofe supuso el inicio de la crisis del liberalismo que caracterizó el período de entreguerras. En este contexto, Mauss escribe dos textos fundamentales cuyo propósito concreto fue evitar un nuevo conflicto bélico. Nos referimos, en primer lugar, al Ensayo sobre el don (2012 [1925]), texto que marcó las ciencias sociales francesas y parte de la filosofía del siglo XX y que derribó uno de los más consolidados mitos de la economía capitalista, a saber, que la forma precapitalista de intercambio es el trueque. En otros términos, puso en tela de juicio la idea de que antes del capitalismo la economía consistía en canjes de valores idénticos efectuados a partir de cálculos racionales orientados por el interés individual.

Esta idea, compartida incluso por el marxismo, es reemplazada por el régimen del don. Basándose en una enorme cantidad de datos etnográficos, Mauss observa que en las sociedades arcaicas los intercambios se presentan como libres y gratuitos cuando en verdad son obligatorios y forzados. Obligatorios en un doble sentido: en primer lugar, en razón de una norma social que así lo prescribe. Es obligatorio dar, recibir y devolver los dones recibidos. En segundo lugar, porque están orientados por el deseo de prestigio, es decir, por la pretensión de obtener superioridad social. Aquel que da se encuentra en posición de acreedor y no quiere que la deuda le sea devuelta porque en ese caso es revertida la dominación que tenía sobre el deudor. 

La forma más exagerada del don es el potlatch, donde el antagonismo y la rivalidad que dominan estas relaciones cobran una particular intensidad. En estos rituales, característicos de los Haida y Tlight, de América del Norte, los jefes de los clanes y tribus se enfrentan por medio de la destrucción suntuaria de riqueza. La destrucción constituye un desafío al cual el donatario debe responder destruyendo una cantidad superior a los efectos de no quedar sometido al donador. La devolución del potlatch, además, debe efectuarse en un plazo determinado. En algunos casos, como en los sistemas bancarios modernos, la riqueza adeudada es superior a la cantidad efectivamente existente. De este modo, el don aparece esencialmente como una relación de combate cuya modalidad no es la adquisición, sino la pérdida o destrucción de riquezas. 

Ahora bien, estas relaciones de rivalidad son modos de asociación que reemplazan a la guerra. En otros términos, Mauss entiende que el régimen del don es la roca de lo social, la base sobre la cual se rigen las sociedades. En la conclusión del Ensayo el autor es muy claro: dos tribus se encuentran y pueden entrar en guerra, embarcarse en una lucha a muerte, o bien bajar las lanzas y aliarse por medio del intercambio agonístico. Esta alianza no los fusiona en una totalidad absoluta, sino que produce alianza en la separación o separación en la ligazón. 

III

Nuestra imaginación política moderna desautoriza la idea de que las relaciones de deuda constituyen los cimientos sobre los que, en un segundo momento lógico, puede aparecer el interés comercial. Sin embargo, Mauss se ve autorizado por los datos etnográficos y elabora una teoría social que habilita una salida de la lógica especular que supone la oposición entre la atomización liberal y los peligrosos totalitarismos. 

Durante el verano de 1920, Marcel Mauss comenzó a trabajar en La Nation, una obra cuyo objeto fue disputar el sentido de un significante clave de la modernidad política. Es al mismo tiempo un concepto que ningún intento serio de comprensión del traumático acontecimiento que fue la guerra podía dejar de lado. Es el concepto de nación, al cual el sociólogo francés dedica un minucioso estudio con el propósito todavía más explícito de evitar un nuevo conflicto bélico. En ese momento Mauss ya se encontraba trabajando en el Ensayo y, de hecho, encontramos en esta obra inacabada algo más que meras huellas. El sobrino de Émile Durkheim sostiene que las sociedades, a lo largo del movimiento histórico, se constituyeron por medio del intercambio de dones. La forma de guerra arcaica, la venganza de las muertes naturales entre tribus, es progresivamente dejada de lado en favor de la conformación de conjuntos sociales.     

Conjuntos siempre, por estructura, internamente heterogéneos o diferenciados. No hay para Mauss –ni para Durkheim– sociedades sin subgrupos, lo cual aleja las injustas acusaciones que se le han hecho a la teoría sociológica clásica. Me refiero a quienes han visto en el pasado y a quienes incluso ven hoy todavía en ella una forma de pensamiento reaccionario o incluso totalitario. Estas imputaciones constituyen un síntoma de la dificultad que tenemos, como hijos de la modernidad, de salir del rebote especular individualismo/totalitarismo. Mauss ya en la década de 1920 observó que esta polaridad dominaba el modo de entender las relaciones intra- e intersociales. 

En efecto, en el contexto de la inmediata posguerra, el sociólogo francés sostiene que las sociedades occidentales han progresivamente eliminado sus segmentos integrándose de modo tal que llegaron a estar constituidas por individuos que afirman una autonomía plena y un Estado que reclama una soberanía absoluta.

Ideas-fuerza, como le gusta decir al sociólogo francés, porque, en tanto ideas colectivas, tienen una eficacia práctica. En efecto, el diagnóstico en el contexto de la inmediata posguerra observa que las sociedades occidentales han progresivamente eliminado sus segmentos integrándose de modo tal que llegaron a estar constituidas por individuos que afirman una autonomía plena y un Estado que reclama una soberanía absoluta. Estas son las naciones, formas modernas de sociedad. En el plano internacional Mauss observa una situación análoga, gobernada por el cosmopolitismo y por el nacionalismo: el primero entendido como expresión del triunfo del individualismo, al que califica como cristiano o metafísico, el segundo, de los totalitarismos que se orientan hacia la conquista mediante la quita de las leyes y las lenguas de la sociedad atacada. 

IV

La afirmación de las naciones como sociedades que tienden a la homogeneización interna y externa puede desembocar en una nueva guerra. Para Mauss, solo es posible alejar ese peligro recurriendo al saber que las sociedades arcaicas han elaborado para producir sus relaciones, esto es, el intercambio de dones que en nuestro tiempo implicaría un intercambio internacional. 

En el plano internacional, se hace necesario erigir un conjunto de ideas-fuerza que limite las soberanías y que, al mismo tiempo, impulse los intercambios según este régimen. En otros términos, no es posible garantizar la paz mutua entre naciones “cuando ellas hayan arribado a darse pruebas materiales de desinterés relativo, a prestarse servicios mutuos, en todos los puntos de vista, económicos en particular. La paz perpetua, si ella es posible, no será más que entre naciones (…) que sacrifiquen razonablemente una parte de sus intereses las unas a las otras” (p. 241). De este modo, se podrá acceder al internacionalismo propuesto por Mauss, a saber, un entramado de sociedades al mismo tiempo ligadas y diferenciadas. Únicamente un sistema de ideas-fuerza de este tipo permitiría el despliegue del movimiento incesante de la riqueza que liga los grupos y las sociedades. Vínculo que, con fricciones, rivalidades, constituyen, en una sociología maussiana, la alternativa a modos de violencia directos y destructivos. 

Claro que, como bien explica Mauss, para que las sociedades estén en condiciones de entablar este tipo de vínculo, deben tener la riqueza suficiente que les permita sacrificar, dar gratuita y obligatoriamente una parte. Deben ser también dueñas de sus destinos materiales.

Por ello, el socialismo maussiano demanda el impulso a la conformación de subgrupos que medien entre el individualismo y el Estado moderno.  Siguiendo en esto a su maestro, Émile Durkheim, se hace necesario promover la emergencia de grupos intermedios a los que se les concedan derechos de propiedad. Este acto mediante el cual una nación toma aquello que es nacional en materia económica para que sea apropiada por las diversas colectividades de las que se compone, es lo que Mauss define como nacionalización.  

Lejos de ser una apropiación absoluta por parte del Estado, Mauss propone un movimiento de apropiación parcial en un doble sentido: es la apropiación de determinados bienes por parte de subgrupos y no del Estado. La propuesta teórico-política es coherente con su teoría sociológica y con su crítica al comunismo bolchevique. Mientras para este último es suficiente poner todo en común, el socialismo supone respetar la propiedad de la producción campesina y artesanal.

En suma, una nación socialista no debe ser pensada desde un concepto jurídico abstracto, como lo ha hecho nuestra tradición moderna. En cambio, debe concebirse como un conjunto de subgrupos entramados y puesto en relación con otras sociedades por medio del intercambio de dones, que es al mismo tiempo el fundamento y el modo de pacificación –siempre parcial y estructuralmente inacabado– de las relaciones intra e intersociales.

V

En este sentido, el régimen del don puede ser tomado como un saber no sabido –es decir, inconsciente– cuya elaboración nos permite pensar las relaciones de endeudamiento internacional más allá de los conceptos de la economía clásica, es decir, por fuera de lo que Georges Bataille llamó economía restringida. La deuda externa argentina, y toda deuda, debe ser pagable y pagada a los efectos de que no sea peligrosamente obturado el movimiento continuo de las relaciones intersociales.  Peligro que Bataille enfrentó directamente en La parte maldita (2010 [1949]). Partiendo del supuesto de que la riqueza no escasea, sino que es siempre excesiva, el escritor francés denuncia los peligros que la lógica de la acumulación ilimitada supone para la paz mundial: las guerras mundiales fueron expresión de ello. La riqueza circula y, de alguna manera, no tiene propietario, razón por la cual se hace necesario acompañar ese movimiento con las ideas adecuadas. 

Creemos, pues, que es pertinente inscribir la problemática de la deuda externa en el régimen del don. Esto supone evitar pensar las deudas en términos de “intercambio mortal”, como lo hace Varsha Gandikota-Nellutla en su titulado “El G20 se reúne. La justicia de la deuda es nuestra exigencia”, apoyado por la Progressive International y publicado en esta revista. Si bien estamos de acuerdo con el planteo general del texto, de acuerdo con el régimen del don y el giro intersocial maussiano, la fórmula “intercambio mortal” es imposible. No sólo porque la muerte, al eliminar uno de los términos de la relación, implica necesariamente la anulación del intercambio, sino porque para Mauss las relaciones de deuda son aquello que no puede ni debe anularse si queremos evitar la violencia mortal. Constituyen el modo en que las sociedades han transmutado la lucha a muerte en oposición cohesiva.

Por estas razones, los acreedores deben ceder en intereses, capital y plazos a los efectos de que la deuda sea pagable y pagada. Pero esa no es la única condición. De acuerdo con el socialismo maussiano y el régimen del don que está en su base, los organismos de crédito deben evitar condicionamientos que demanden políticas internas de ajuste. El gobierno argentino, por su parte, no sólo debe avanzar en la promoción de impuestos a la riqueza, sino también en nacionalizaciones que permitan a la nación realizarse, esto es, tomar el control parcial del movimiento económico y orientar correctamente los excedentes. Dicho de otra manera, es necesario retomar proyectos como el fallido intento de expropiación de Vicentin –gran empresa argentina exportadora de derivados de granos y aceites que factura 4 mil millones de dólares por año y que está sospechada de fraude– y direccionarlo hacia una nacionalización que favorezca la aparición de nuevos subgrupos propietarios y revitalice los existentes. Desde la perspectiva aquí propuesta, en todo esto se juega nada menos que el bienestar social, solo si con ese sintagma pensamos más allá de la conservación y reproducción de las vidas. 

Referencias

Bataille, G. (2007[1949]), La parte maldita, Buenos Aires, Argentina: Las cuarenta Editorial. 

Gandikota-Nellutla, V. (2021), “El G20 se reúne. La justicia de la deuda es nuestra exigencia”, Revista Común. 

Mauss, M. (2012 [1925]), Ensayo sobre el don, Buenos Aires, Argentina: Katz Editores.

Mauss, M. (2013), La nation, ou le sens du social, Paris, France: Presses Universitaires de France (PUF). 

(2021) “¿Cuál es la prioridad del gobierno? ¿Las vacunas o el FMI?”, El Socialista núm. 494. 

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