El libro Capitalismo de plataformas (2018) del economista y teórico político Nick Srnicek toma especial importancia en el contexto actual de aislamiento masivo obligado por el COVID-19 que tiene en jaque al mundo desde comienzos del año. ¿Pero por qué señalo esto? ¿En qué sentido se ha vuelto un libro de suma actualidad? Traducida y publicada en español por Caja Negra Editora, la obra pone sobre la mesa un breve pero penetrante análisis de las transformaciones que está sufriendo el capitalismo en los últimos años en torno a lo que es conocido como economía digital.  Srnicek, que se inscribe (como él mismo lo señala) dentro de la corriente de los aceleracionistas de izquierda, busca analizar los aspectos del desarrollo tecnológico del capitalismo y sus repercusiones en el mundo actual.

La investigación parte del argumento de que los datos generados en la actualidad por los usuarios en internet constituyen una materia prima y que las plataformas son quienes extraen la plusvalía de ésta. Es una forma de reorganización del capitalismo que, ante la caída paulatina de la rentabilidad de la manufactura en los últimos años,  se volcó hacia los datos como un modo de mantener el crecimiento económico y la producción (Srnicek, 2009, p.13). El planteamiento es polémico pero intenta desentrañar la operación del capitalismo en el siglo XXI después de la crisis financiera del 2008 y alienta a la comprensión del funcionamiento del mundo virtual que permea casi todos los aspectos de la vida contemporánea.

A lo largo del libro el autor señala que las actuales empresas como Amazon, Google, Apple, Uber, Microsoft, AirBnb, etc., están generando un nuevo proceso de acumulación a partir de la deslocalización del trabajo y de los trabajadores, perfeccionando así la explotación laboral y la maximización de ganancias. Actualmente se pueden contratar empleados sin que tengan contacto directo con el dueño, gerente o representante de la empresa contratante y de la misma forma pueden ser despedidos por ésta sólo inhabilitando el uso de la aplicación con la que laboran. Se acelera un proceso de precarización que conlleva la ruptura del tejido social, político y cultural de la población, retrocediendo décadas de derechos de los trabajadores conquistados el siglo pasado.

En ese sentido, Srnicek describe puntualmente cuáles son los tipos de  plataformas y sus márgenes de acción:

El primer tipo es el de las plataformas publicitarias (como Google o Facebook), que extraen información de los usuarios, llevan a cabo un trabajo de análisis y luego usan los productos de ese proceso para vender espacio publicitario. El segundo tipo es el de las plataformas de la nube (como Amazon Web Services -AWS- o Salesforce), que son propietarias del hardware y del software de negocios que dependen de lo digital y que los rentan de acuerdo a sus necesidades. El tercer tipo es el de las plataformas industriales (como GE o Siemens), que producen el hardware y el software que se necesita para transformar la manufactura tradicional en procesos conectados por Internet que bajan los costos de producción y transforman bienes en servicios. El cuarto tipo es el de las plataformas de productos (como RollsRoyce o Spotify), que generan ganancias mediante el uso de otras plataformas para transformar un bien tradicional en un servicio y cobrar por ellos un alquiler o una tasa de suscripción. Por último, el quinto tipo es el de las plataformas austeras (como Uber o Airbnb), que intentan reducir un mínimo los activos de los que son propietarias y obtener ganancias mediante la mayor reducción de costos posible. (Ibid., p.50)

Cabe señalar que el aspecto central del desarrollo de las plataformas es el incremento de usuarios y por ende la producción masiva de datos. Cuanto mayor sea el número de personas en una plataforma, proporcionalmente aumentará el prestigio, reconocimiento y ganancias de ésta. Es así que las plataformas funcionan a partir del  aprovechamiento de los datos de los cuales obtienen utilidad: componen la fórmula de reciclamiento del neoliberalismo en la última década. Más que una transformación estructural, el capitalismo está en pleno proceso de entrar a otra modalidad de la cual apenas se ven los primeros pasos; es el nacimiento de una nueva etapa dónde se intentan solventar los aspectos críticos recurrentes e inherentes del modelo de acumulación capitalista para relanzarlo hacia el futuro.

Srnicek concluye señalando que las plataformas pueden ser medianamente reguladas por el Estado a través de leyes anti-monopólicas, sin embargo tales medidas en términos concretos resultan insuficientes ya que no atacan los aspectos estructurales que permitieron el nacimiento de éstas. Por tanto, a modo de propuesta final, el economista canadiense sostiene que se necesitan plataformas públicas en vez de sólo corporativas, las cuales deberían ser propiedad y controladas por el pueblo. Es de esta forma que se puede presionar para usar las plataformas en clave postcapitalista con el fin usar los datos de los usuarios para realizar tareas reivindicativas como la distribución de los recursos, la participación democrática y el desarrollo de la tecnología (Ibid., p.116).

Resulta pertinente dar un vistazo al libro de Srnicek en el momento actual en el cual el capitalismo a partir de la economía digital ha sabido seguir sacando ganancias cuantiosas a pesar del aislamiento generado por la pandemia del coronavirus. Esto es más evidente cuando sale a relucir que las empresas que siguen creciendo a pesar de la recesión mundial son los gigantes tecnológicos. El actual proceso está dando paso a una nueva modalidad del capitalismo basada en la economía digital, la deslocalización del trabajo y la precarización laboral, acompañada de la vigilancia y el confinamiento permanente; es una reorganización del sistema. Ante tal situación, Capitalismo de plataformas pone algunas cartas sobre la mesa, esperando claramente que la inconformidad se acompañe de una práctica política antagónica y de un uso responsable y solidario de las nuevas tecnologías.