2021. Inicia un año agitado para Rusia. Alexei Navalni ha regresado a Moscú. Se trata del principal opositor a Vladimir Putin, fundador del Fondo de Lucha contra la Corrupción (usaré sus siglas en ruso: FBK) y principal promotor del ‘voto inteligente’, estrategia que busca organizar a sus simpatizantes para quitar escaños en la Duma Estatal al partido en el poder, Rusia Unida.

La tarde del 17 de enero, después de haberse recuperado, en Berlín, de un envenenamiento causado por novichok, Alexei Navalni aterrizó en el aeropuerto Sheremétevo de Moscú, donde fue arrestado antes de pasar por el control migratorio. El arresto estaba más que anunciado, aunque algunos pensaron que las autoridades no se atreverían a tanto.

 

Los crímenes de Navalni

En los últimos diez años, a Navalni se le han imputado diversos delitos: malversar recursos públicos, estafar a los donantes del FBK, entre otras muchas acusaciones. Según los partidarios de Navalni, los cargos han sido inventados con el fin de obstaculizar su carrera política: debido a los procesos abiertos en su contra, la Comisión Electoral Central de Rusia le negó la posibilidad de registrar su partido político, Rusia del Futuro, así como de participar en la contienda presidencial para el periodo 2018-2024.

El pasado 28 de diciembre, el Servicio Federal para la Ejecución Sentencias (FSIN por sus siglas en ruso) amenazó al ‘paciente de Berlín’ con quitarle su libertad condicional, si no se presentaba inmediatamente en Moscú. Como Navalni aún estaba en Alemania, el FSIN pidió al juzgado que le quitara su libertad condicional. Diversos analistas y activistas políticos leyeron esta decisión como una medida para disuadirlo de regresar a Rusia: le revivieron un caso que había sido desahogado con una sentencia favorable y cuyos cargos, según la ley rusa, ya habían prescrito. Se abría una disyuntiva: quedarse exiliado en el extranjero o regresar a casa, a riesgo de ser arrestado.

El 13 del presente mes, Navalni anunció que regresaría a Rusia, a las 19:20 horas, y pidió a sus seguidores que fueran a encontrarlo al aeropuerto Vnúkovo, en Moscú. Declaró jamás haber considerado la posibilidad de quedarse en el extranjero: “Han hecho todo lo posible por asustarme […] pero venir a Alemania no fue mi elección, es un país fantástico, pero yo llegué aquí no por voluntad propia, sino porque intentaron asesinarme esas mismas personas que, ahora, se ofenden al saber que no pudieron matarme y amenazan con encarcelarme” (Navalni, 13 de enero 2021).

 

Envenenamiento en Tomsk y tratamiento en Berlín

Apenas el pasado 20 de agosto, mientras volaba de Tomsk a Moscú, Navalni se empezó a sentir mal, se desvaneció y quedó en coma. El piloto decidió aterrizar de emergencia en Omsk. La situación no mejoraba. Médicos conocidos sospecharon que había sido envenenado con un arma química y recomendaron que fuera tratado en la clínica Charité, en Berlín, donde tenían experiencia con casos semejantes. Al cabo de dos días, su esposa, Yulia, con la venia del presidente ruso, logró que fuera trasladado a dicha clínica. Los laboratorios europeos que analizaron las muestras de sangre declararon haber encontrado rastros de compuestos organofosforados y sugirieron que el envenenamiento había sido causado por una sustancia conocida como novichok, agente químico que se absorbe por la piel y paraliza el sistema nervioso. Navalni había estado al borde de la muerte.

 

¿Quién mandó matar a Navalni?

Es innegable que, al regresar a Rusia, ‘el paciente de Berlín’ demuestra el temple de su carácter. Según Christo Grozev, periodista de Bellingcat y reconocido internacionalmente por sus aportaciones al caso de Serguéi Skripal, detrás del atentado contra Navalni se encontraba el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (por sus siglas en ruso: FSB), otrora llamado Comité para la Seguridad del Estado (KGB). “Sabes, creo que descubrí la identidad de quienes te querían matar”. La investigación de Grozev era cosa seria, de modo que Navalni y el FBK, en colaboración con CNN, The Insider, El País y Der Spiegel, se dieron a la tarea de verificar los datos que presentaba el periodista de Bellingcat. Para quien desee darse una idea de esta investigación, que sin duda resultará icónica para la historia del periodismo, recomiendo ver el siguiente video (no olviden activar los subtítulos en inglés).

La investigación fue publicada el 14 de diciembre. En ella se aportan pruebas de que un grupo de agentes presuntamente del FSB, con formación médica y química, anduvo siguiendo a Navalni en muchos de sus viajes al interior de Rusia y, además, estuvo presente en Tomsk el día de su envenenamiento. La revelación fue un escándalo y generó opiniones encontradas. Por dar un ejemplo, Lesya Ryabtseva, ex-ayudante del editor en jefe de Eco Moscú, escribió en su cuenta de Twitter: “Si llamamos las cosas por su nombre, Navalni es un criminal que se fugó de la justicia. Al mismo tiempo, Alexei no es una figura autónoma en lo más mínimo: se trata de un peón en manos de occidente, al que sólo usan para manchar la reputación de Rusia” (Ryabtseva, 14 diciembre 2020, @gdekak].

Cuatro días después, en una rueda de prensa que se celebra anualmente en Rusia, Vladimir Putin respondió a los periodistas que lo cuestionaron sobre dichas acusaciones: “Suponiendo que lo hubiésemos querido matar, lo habríamos hecho” (RT na russkom, 12 de diciembre, 2020). Putin, además, precisó que ‘el paciente de Berlín’ pretendía inculparlo del envenenamiento con el fin de alimentar su propia popularidad y colocarse a un mismo nivel con él.

Nadie lo esperaba: tres días más tarde, Navalni publicó un segundo video. Una parte central de la investigación había consistido en rastrear la localización y los contactos de los agentes del FSB, a partir del cruce entre sus números celulares y los datos guardados por las compañías telefónicas (en el mercado negro es posible comprar este tipo de información). Así que, el 14 de diciembre por la mañana, antes de soltar su ‘primera bomba’, Navalni había decidido hacerse pasar por el ayudante de Nikolai Platónovich Pátrushev, actual Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, para llamar a sus presuntos homicidas y preguntarles por qué había fallado la operación.

Según el video que Navalni presenta en su canal de YouTube, Konstantín Kudryátsev, uno de los agentes, cayó en la coartada y respondió a preguntas clave: quizá la operación no habría fallado si el avión se hubiese mantenido por más tiempo en el aire, o si el paramédico de la ambulancia de Omsk no hubiese aplicado un antídoto de inmediato; Kudryátsev afirma no conocer el paradero final de la ropa de Navalni, pero explica que viajó a Omsk en dos ocasiones para limpiar todo rastro químico que hubiese podido quedar en la ropa, especialmente en las trusas. Las trusas azules de Navalni se convirtieron en el meme del día.

 

Interrogantes 

Desde luego, la investigación deja muchas preguntas por responder. Sus críticos han señalado que la voz al otro lado de la línea podría pertenecer a cualquiera. Cierto. La forma más contundente de refutar la investigación sería que Konstantín Kudryátsev, el agente con quien, supuestamente, Navalni mantuvo esa conversación telefónica, se presentara ante el público y demostrara que su voz no coincide con la que se escucha en el video. Hasta ahora no ha sucedido y, por el contrario, personas que intentaron contactarlo para pedirle una entrevista fueron detenidas en el acto y arrestadas por 24 horas. La respuesta oficial parece estar cifrada en una entrevista que Vladimir Soloviov le hace a Dmitri Peskov, vocero de Presidencia: 

V.S. —¿Putin  es una buena persona?

D.P. —Sí.

V.S.—¿Putin  sería capaz de cometer todos esos terribles crímenes que le quieren atribuir?

V.S.—No. (Rossiya-Ukraina, 12 de enero 2021, 12 de enero). 

 

Iba a Vnúkovo, pero aterrizó en Sheremétevo

La tarde del 17 de enero estuvo llena de emociones fuertes. Diversos canales de oposición le dedicaron una transmisión especial al evento, que empezó hacia las 16:00, hora local, cuando Navalni llegó al aeropuerto internacional de Berlín. Aunque el aeropuerto Vnúkovo había anunciado que, debido a la pandemia, quedaba prohibido el ingreso de periodistas o personas que no presentaran su boleto, algunos simpatizantes lograron colarse al área de llegadas: los escritores Víctor Bikov y Evgueni Royzman, así como el cineasta Vitali Manski, quien fue arrestado en semanas pasadas por pararse frente a las oficinas de la FSB con unas trusas azules en la mano, eran algunos de los personajes conocidos. Otros menos afortunados esperaban a las afueras del aeropuerto. Para las 19:00, cuando el avión de la compañía Pobeda ya estaba en el espacio aéreo de Moscú, la policía especial de Rusia (OMON) se hizo presente. Comenzaron las detenciones que, al final de la jornada, sumaron 53. En el aire, el avión dio un par de vueltas. El piloto anunció una noticia que a nadie sorprendió: la pista estaba inutilizada debido a la descompostura de la barredora de nieve, el aterrizaje sería en Sheremétevo. Los simpatizantes que intentaron desplazarse al nuevo lugar de aterrizaje se encontraron con una sorpresa: el camino para salir de Vnúkovo estaba cerrado.

Ya en Sheremétevo, antes de pasar por migración, Navalni dirigió unas palabras a sus simpatizantes: “Aquí está mi casa, he regresado […]. No tengo miedo, con espíritu tranquilo voy a pasar por el control migratorio, saldré del aeropuerto y me iré a casa, pues sé que estoy en lo correcto, sé que todos los crímenes que se me imputan son fabricados […]. No le temo a nada y los convoco a no tener miedo” (Telekanal Dozhd, 17 de enero 2021).

Unos minutos después, mientras Navalni pasaba por el control migratorio, llegaron unos policías a detenerlo. El cargo no era claro. Navalni insistió en que tenía derecho a que lo acompañara Olga Mijailova, su abogada, quien había viajado con él desde Berlín y estaba parada ahí, a un lado. Denegado: la abogada ya había cruzado la línea que marca el fin del área internacional, ya no podía regresar. Navalni besó a su esposa Yulia y acompañó a sus custodios.

Yulia salió del aeropuerto rodeada de periodistas y vítores espontáneos. Antes de subir al auto que la llevaría a casa, insistió: “Lo más importante que dijo hoy Alexei es que no tiene miedo. Yo tampoco tengo miedo y a todos ustedes también los invito a no tener miedo” (DW na russkom, 17 de enero 2021)

 

Juicio exprés y combate por la memoria

La madrugada del 18 de enero se supo que Navalni había sido trasladado al departamento de la policía en Khimki, a las afueras de Moscú. Ahí, en una sala de la policía local, incumpliendo la normativa para estos casos, inició un juicio para desahogar la petición de quitarle la libertad condicional. La resolución, 30 días de arresto preventivo. Antes de que se cumpla este plazo, el próximo 2 de febrero, iniciará el juicio por malversación de fondos. 

Sin amedrentarse, “el paciente de Berlín” convocó a sus simpatizantes a hacer una manifestación por todo el país el 23 de enero. A pesar de que en el curso de la semana arrestaron a miembros importantes del equipo, como Kira Yarmish, secretaria de prensa de Navalni, y a Georgy Alborov, uno de los principales investigadores del FBK, la gente se empezó a organizar para el evento del sábado. Según el marco legal vigente, para hacer cualquier manifestación debe pedírsele permiso a las autoridades locales. Como no había tiempo suficiente para los trámites y, de cualquier, forma era seguro que las autoridades se negarían, el evento del sábado sería ‘no acordado’, es decir, estaría fuera de lo legal (al igual que la mayoría de los eventos organizados por Navalni). Por lo mismo, las autoridades pidieron a las redes sociales que bloquearan toda publicación que contuviera información sobre la marcha. De modo que incluso hubo quienes recurrieron a Tinder: “Vamos a pasear juntos por el centro de Moscú y después podemos acompañarnos en un centro de detención” (Smolentsev, 12 de enero 2021). 

Por otra parte, en la Cámara de Diputados (Duma) se habló acaloradamente del “paciente de Berlín”. El clamor a favor de imponerle penas más reales y severas era generalizado. Vyacheslav Volodin: “Es necesario defender al país. Si él ha traicionado al país, si está financiado por gobiernos extranjeros, no tiene nada que hacer en ningún órgano de gobierno, ni se puede permitir que lo haga a través de otra persona que esté dedicada a la política”. Vladimir Zhirinovsky: “¿Dónde están nuestras instituciones de impartición de justicia? Apenas le han tocado 500 días de arresto administrativo, pero es necesario sentenciarlo por todos los crímenes que ha cometido, dejar de bromear y mandarlo muy muy lejos de Moscú, al norte, allá donde las aves se congelan en invierno y caen muertas”; Mijail Delyaguin: “Los órganos de impartición de justicia en un principio no reaccionaron ni han reaccionado hasta el momento a las repetidas injurias de Navalni en contra del gobierno ruso y de su líder” (Znak, 19 de enero 2021).

El sábado 23 de enero las protestas se extendieron a lo largo de todo el territorio ruso: Desde San Petersburgo hasta Vladivostok, lo que es una novedad, pues las protestas suelen concentrarse en la capital. A pesar de las provocaciones y de algunos incidentes de violencia aislada, la protesta logró mantenerse por cauces pacíficos. Según el cálculo de medios simpatizantes, fueron cientos de miles; mientras que para el gobierno las cuentas fueron diferentes: en Moscú más [sic] de 15,000 personas (0,12% de la población total), en San Petersburgo cerca de 5,000 (0,09%) y en Vladivostok cerca de 3,000 (0,5%). Por otra parte, hubo una gran cantidad de arrestos. Según números oficiales: 3068. 

Aunque la manifestación en Moscú intentó desplazarse hacia el norte de la ciudad, a la calle Matroskaya Tishina, donde se encuentra arrestado Navalni, el operativo de seguridad fue inmenso, de modo que los simpatizantes se quedaron con la añoranza de ir a gritar consignas de apoyo para que las escuchara su líder, quien se encuentra totalmente incomunicado. Nunca se había visto una manifestación de tales dimensiones a lo largo y ancho de Rusia, sin embargo, los simpatizantes de Navalni están convencidos de que en los próximos días se librará una batalla por la memoria de este 23 de enero.

Sí. Será un año intenso en Rusia. Habrá que ver cuáles son los siguientes cargos que se le fincan a Navalni el próximo 2 de febrero, día para el que está programado el juicio en su contra. Algunos especulan que podría ser condenado a un arresto domiciliario, sin acceso a internet, como una forma de evitar que influya en la contienda electoral. Otros temen que pudieran mandarlo a un campo de trabajos forzados. Así mismo, está por verse qué efectos consigue la estrategia del “voto inteligente” que “el paciente de Berlín” propone, la cual se cifra en votar de forma conjunta por los candidatos que, en cada región, tengan la mayor posibilidad de ganarle a los representantes de Rusia Unida, el partido de Putin. Desde luego, las elecciones de este año son un paso intermedio para las presidenciales del 2024. Putin lleva casi veinte años en el poder y, contando desde el 2012, se ha reelegido por dos ocasiones consecutivas (2012-2018 y 2018-2024), lo que le habría quitado la posibilidad de volver a ocupar el cargo según las leyes rusas que entonces regían. Sin embargo, el año pasado, se hicieron algunas modificaciones a la constitución para que pudiera reelegirse otra vez…

Al ver la historia de Navalni es imposible no acordarse de uno de los opositores más icónicos del último tiempo, Boris Nemtsov, quien murió baleado a unos pasos del Kremlin de Moscú, un 27 de febrero del 2015, sin que su crimen haya sido esclarecido. Por eso, sin importar fobias o filiaciones, las diferentes facciones de la oposición rusa reconocen la entereza de Navalni al regresar a su patria.

Referencias

Navalni, A. (13 enero 2021). Navalni zaderzhan na pastpornom kontrile, YouToube.

Smolentsev. (12 de enero 2021). Polzovateli seti Tinder zainteresovalis aktsei v poderzhky Alexeya Navalnogo, Znak.

Znak. 19 de enero 2021. Mironov: v situatsii c Navalnim pust vse budet po zakonu i spravedlivosti, Regnum.